De acuerdo con varios analistas, el gobierno de Joe Biden está promoviendo una revolución de color en Israel, país gobernado por el primer ministro Benjamín «Bibi» Netanyahu en un tercer periodo desde 2022.
Andrew Korybko, investigador y analista ruso-estadounidense con experticia en la materia, caracteriza una revolución de color como el «uso de protestas armadas para lograr ajustes de régimen —concesiones—, cambio de régimen —autoexplicativo— y/o un reinicio del régimen —reforma constitucional de gran alcance destinada a debilitar el Estado, generalmente a través de un federalismo identitario similar al bosnio—».
La columnista del Jewish News Syndicate, Caroline Glick, argumenta que Estados Unidos está detrás de las protestas y demuestra fondos parciales del Departamento de Estado.
Shalom Yerushalmi del Times of Israel cita una fuente del gobierno de Netanyahu que confirma la versión de que la Casa Blanca está impulsando la revolución de color en Tel Aviv y demás ciudades israelíes.
El grupo Semitic Action en Vision Magazine afirma que «esta campaña de desobediencia civil es en realidad una operación de manual de la CIA. Washington hace esto cada vez que una nación elige un gobierno que amenaza los intereses imperiales de Estados Unidos. A veces estas campañas tienen éxito —Egipto—. A veces fallan —Cuba—. Pero orquestar protestas antigubernamentales es lo que hace el imperio en naciones sobre las que siente que está perdiendo el control».
Korybko explica que «los liberales-globalistas que están formulando la política exterior de Estados Unidos hoy en día desprecian a Netanyahu —comúnmente conocido como «Bibi»— por razones ideológicas relacionadas con su cosmovisión conservadora-soberanista». Sigue:
«En medio de la inminente trifurcación de las relaciones internacionales en los Mil Millones de Oro de Occidente liderados por Estados Unidos, la entente chino-rusa y el Sur Global liderado informalmente por India, «Bibi» prevé la alineación múltiple de Israel entre los tres nuevos bloques de facto de la Guerra Fría para maximizar su autonomía estratégica. Si bien el legado de las relaciones aliadas con Estados Unidos sigue siendo fuerte, «Bibi» no va a permitir que Biden las explote para obligar a Israel a distanciarse de la entente chino-rusa solo para servir a los intereses de suma cero de Estados Unidos».
Korybko piensa que, por los vientos que soplan, en el plan de Estados Unidos contra el actual gobierno israelí «el deseo de sus gobernantes liberales-globalistas de sabotear las políticas conservadoras-soberanistas de Bibi podría ser el inicio de una guerra no convencional».
Alega que el «Estado profundo» estadounidense «quiere que Israel arme a Kiev, lo que el propio «Bibi» advirtió a principios de este mes que podría catalizar abruptamente una crisis con Rusia en Siria». Por lo que Netanyahu supuestamente busca una política exterior más ajustada a la realidad internacional actual. Y complementa el analista:
«Es precisamente este resultado el que Estados Unidos quiere que suceda porque podría abrir un llamado ‘segundo frente’ en su campaña de ‘contención’ en toda Eurasia contra Rusia después de que los esfuerzos más recientes para hacerlo en Georgia y Moldavia hayan fracasado hasta ahora. Además, una gran crisis en Asia occidental podría impedir el ascenso acelerado de la región como polo de influencia independiente en el emergente orden mundial multipolar, cuyo escenario se hizo viable después del acercamiento iraní-saudí mediado por China».
Por eso «el papel futuro de toda la región [de Asia occidental] en la transición sistémica global en curso está en juego, lo que explica la gran importancia estratégica de la crisis exacerbada por Israel y Estados Unidos».
Lo cierto es que el estado actual de la relación entre el ente sionista y los norteamericanos no tiene precedentes: «Nada como esto ha sucedido antes en Israel, ni a escala nacional ni en términos de sus vínculos con Estados Unidos».
Fuente: Misión Verdad