La trama del miedo: de la globofobia a la invasión extraterrestre. Por Raúl Antonio Capote

Hace más de 80 años, miles de estadounidenses escucharon en la radio a un desconocido escritor, Orson Welles, relatar de una manera muy realista una invasión extraterrestre a la tierra. Muchos radioescuchas entraron en pánico, tras pensar que lo que habían oído era cierto.

Esta es quizá una de las más conocidas fake news de la historia, utilizada esa vez con fines de promoción artística; pero en verdad, el uso del miedo para atemorizar a la población con otros fines es tan viejo como la historia de la humanidad.

Julio César, siendo procónsul romano, creó la amenaza gala y luego la germana para obtener recursos del Senado, a fin de conquistar territorios al oeste del Rin.

En los días de la Guerra Fría, cada vez que se necesitaba manipular a los tranquilos burgueses de Europa o de Estados Unidos, se les atemorizaba con el grito: «¡Vienen los rusos!».

Esa estrategia vuelve a ponerse de moda en estos tiempos, al convertir en obsesión invasiones extraterrestres, el dominio de los reptilianos o complots según los cuales, siempre «por casualidad», hay involucrados rusos, chinos, iraníes y norcoreanos que terminan por difuminar, ante los públicos, el rostro del verdadero enemigo.

Globos espías chinos y objetos voladores no identificados circulan libremente por el espacio aéreo de EE. UU., Japón, Reino Unido y de una decena de países, «sabe dios con que malvadas intenciones», insinúan los medios y replican las redes sociales como campanas de iglesia que tocan a rebato.

El domingo 12 de febrero, el Pentágono convocó a una rueda de prensa, para aclarar las apariciones de ovnis en el espacio aéreo de Estados Unidos y Canadá.

¿Han descartado alienígenas o extraterrestres?, interrogó la prensa; a lo que el general David VanHerck, comandante del Comando Norte de Estados Unidos y del Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte, respondió: «Los estamos llamando objetos y no globos por una razón». Vaya jugada. Eso generó aún más confusión.

Refiere Fox News que la información dada al Congreso de EE. UU. por funcionarios de Defensa, sobre los tres objetos no identificados derribados los últimos días, dejó más preguntas que respuestas, según declararon varios senadores y representantes.

Por su parte, el Gobierno de Japón reveló haber avistado tres objetos voladores sobre el territorio de la nación en tres años, a partir de 2019.

Con el terror «sabiamente administrado» puede ser que se «aclare» en unos días que los ovnis no son extraterrestres, sino chinos, rusos, coreanos o iraníes.

Para sumar misterio a la trama, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, adelantó que hasta el momento no se había podido determinar la procedencia de los objetos derribados por las fuerzas aéreas de Estados Unidos.

¿Qué esconden los prestidigitadores de la realidad, que tanto empeño ponen en desviar la atención pública? ¿Tendrán algo que ver las revelaciones recientes de la investigación del reportero Seymour Hersh, premio Pulitzer, sobre cómo EE. UU. planificó y atentó contra el gasoducto Nord Stream?

Al menos eso cree el exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional de EE. UU. y de la CIA, Edward Snowden, quien opinó que el miedo generado por la aparición de los objetos abatidos, se fabricó con toda intención por la Casa Blanca para distraer el interés sobre el sabotaje.

Manipular la percepción de la realidad es una «maña vieja» de la que se sirve hoy, con regularidad excesiva, la propaganda moderna; eso que acá llamamos pasar gatos por liebres, que no es más que escamotear la verdad para lograr un fin con absoluta impunidad, sin importar los medios para conseguirlo.

Fuente: Granma

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