La esencia del conflicto bilateral entre Cuba y EEUU: dominación vs soberanía. Por Abel González Santamaría

Quisiera comenzar compartiendo un fragmento de la publicación que realicé en mi muro de Facebook el sábado 10 de julio de 2021, un día antes de los sucesos, al señalar que Cuba, y cito:

“está amenazada por dos enemigos muy peligrosos en medio de una severa crisis económica global: el Gobierno de Estados Unidos y la pandemia de la COVID-19. El primero mantiene intactas las 243 medidas coercitivas unilaterales para asfixiar a Cuba impuestas por el Gobierno de Trump, de las cuales 55 fueron dictadas durante la pandemia. El segundo está atacando también con fuerza a los cubanos, que experimentan en los últimos días el mayor incremento de infectados y el número más alto de fallecidos. Ambos enemigos están causando incalculables daños humanos”.

Ahí estaban identificados –a mi juicio– los dos principales factores que influyeron en los hechos:

  1. El desarrollo de una operación político-comunicacional organizada por la extrema derecha anticubana con fondos del Gobierno de Estados Unidos, que empleó como principal plataforma las redes sociales.
  2. El interés del Gobierno norteamericano en generar desorden en Cuba, como parte de su política de “máxima presión”, que recrudeció el cerco económico en la peor etapa de la pandemia.

Otros factores que además incidieron, y que son el resultado en gran medida de los efectos del bloqueo, fueron la falta del fluido eléctrico, la escasez de alimentos y medicinas y las dificultades con el transporte. También influyó la acumulación de serios problemas sociales que no habían tenido la mejor solución, sobre todo en barrios vulnerables.

Comparto con ustedes los procesos fundamentales que estaban en desarrollo en los últimos meses y refuerzan la tesis de los dos principales factores mencionados:

  1. Al ganar Biden las elecciones en noviembre de 2020, los sectores de la extrema derecha anticubana incrementaron su ofensiva para deteriorar al máximo las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Tenían la preocupación de que retomara el proceso de acercamiento con la Isla, como prometió durante la campaña presidencial.
  2. En el periodo de “transición presidencial”, la Administración Trump promovió un grupo de acciones dirigidas a recrudecer la política hacia Cuba. Entre ellas estuvo la reincorporación del país a la lista de países patrocinadores del terrorismo, decisión unilateral con fuertes implicaciones financieras.
  3. Promovieron provocaciones internas en la Isla como los sucesos del 27N y las acciones del denominado Movimiento San Isidro.
  4. Privaron al país de suministros de combustibles, persiguieron los servicios de salud en terceros países e incrementaron el acoso a las transacciones comerciales y financieras en otros mercados.
  5. En los primeros seis meses en la Casa Blanca, Biden mantuvo intacta la política de Trump hacia Cuba, con el argumento de que estaba en “revisión”. Algunos de los voceros de su Administración enviaban mensajes públicos dirigidos a frenar cualquier expectativa constructiva: “Biden no es Obama”, “Cuba no es prioridad” y “Consultaremos a los cubanoamericanos y miembros del Congreso”.
  6. Crearon un clima de tensión bilateral con fuertes críticas al sistema democrático cubano y la denominada situación de los derechos humanos en Cuba.
  7. Privilegiaron la confrontación en lugar del diálogo y la cooperación. No mostraron interés en retomar el denominado proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales.
  8. Mantuvieron cortados los canales regulares de migración de los cubanos a Estados Unidos, el cierre de los servicios consulares en La Habana, la restricción de los vuelos y el envío de remesas.
  9. El Gobierno de Biden publicó en el registro federal la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo. Posteriormente, en abril incorporaron a la Isla en la certificación de naciones que no cooperan plenamente en la lucha contra el terrorismo.
  10. No ejecutaron ninguna medida de “flexibilización” del bloqueo que permitiera a Cuba enfrentar la etapa más difícil durante el pico de la pandemia. Por ejemplo, pudieron facilitar la adquisición de ventiladores pulmonares, de materiales y suministros indispensables para el escalado industrial de las vacunas cubanas contra la covid y la importación de oxígeno, en el momento en que entró en crisis su suministro como resultado de una avería en la planta principal.
  11. En junio, desde Nueva York se lanzó la convocatoria y las etiquetas #SOSCuba, #SOSMatanzas y #CubaDuele, con sistemas combinados de altas tecnologías, bots y trolls.
  12. Se incrementaron los actos de instigación a la violencia y a acciones terroristas desde cuentas radicadas en el ciberespacio de Estados Unidos. Se pasó de las acciones en las redes sociales a realizar acciones en las calles cubanas.

En resumida síntesis, existen elementos probatorios que indican que los hechos del 11 de julio en Cuba fueron organizados y estimulados por la extrema derecha anticubana desde el territorio de Estados Unidos, con el empleo de las redes sociales y los fondos del Gobierno norteamericano.

Aprovecharon la compleja situación por la que atravesaban la familia y el Gobierno cubanos en medio del pico pandémico para crear una situación de caos e ingobernabilidad.

Estos sucesos no deben evaluarse de forma aislada ni casuística. Forman parte de la esencia del conflicto bilateral entre Cuba y Estados Unidos: dominación vs. soberanía.

* Presentación realizada en el taller “Antecedentes de las protestas del 11 de julio en Cuba”, del Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA2022, por sus siglas en inglés), con sede en la ciudad de San Francisco, Estados Unidos. Esta actividad tuvo lugar el 7 de mayo de 2022 mediante la modalidad online.

Fuente: Cubadebate

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