domingo, noviembre 3, 2024
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La crisis energética pone en disyuntiva la política sancionatoria de EEUU. Por Franco Vielma

El mercado energético europeo ha entrado en fase de alarma. Esta posibilidad evoca la gran crisis de los años 1970 cuando, en el marco de la Guerra del Yom Kippur, los países petroleros del Medio Oriente pusieron en jaque a Occidente por su apoyo a Israel en ese conflicto.

Tal afirmación aparentemente temeraria fue señalada a finales de mayo pasado por el director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Fatih Birol, quien alertó que Europa afronta una temporada de verano en la previsiblemente habrá problemas de suministro de todo tipo de combustibles, debido al entorno actual de problemas de oferta y elevados precios.

A más de un mes de tales declaraciones, los hechos solo se han complicado reafirmando no solo la inminencia de una crisis, sino su despliegue en el terreno.

El único denominador común entre aquellos eventos de los años setenta y el presente es el rol relevante de los movimientos geopolíticos y la guerra, que producen una turbulencia de escalas superiores en los mercados de energía.

Birol refirió como «problemas de oferta» a los coletazos generados por las medidas coercitivas contra Rusia por su operación militar en Ucrania.

La crisis energética es integral. No guarda rasgos estrictamente diferenciados entre los rubros objeto de turbulencias. Un ítem de esta crisis se desplegó desde que la Unión Europea (UE) aplicó medidas contra el gas de Rusia sin mediar consecuencias.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ahora ha alertado sobre la necesidad de prepararse para una reducción o, incluso, un corte total del suministro de gas ruso, el cual se encuentra hoy parcialmente paralizado por razones técnicas claramente achacables al bloqueo de equipamiento a Rusia.

Actualmente, recordó la funcionaria, ya hay 12 países que sufren este desabastecimiento de forma absoluta o parcial. Por ello, Bruselas está preparando un plan de emergencia, que presentará, junto a sus todavía desconocidas herramientas, «a mediados de julio» y que trabajará junto a los planes de contingencia nacionales.

«También tenemos que prepararnos ahora para interrupciones adicionales del suministro de gas o incluso un corte total del suministro de gas ruso», advirtió.

Prescindir del gas ruso por oleoducto a bajo costo de traslado propició un beneficio «inesperado» para Estados Unidos, el gran ganador en la debacle energética de Europa. Por primera vez en la historia, el gas natural licuado (GNL) de Estados Unidos supera al transportado por los gasoductos rusos. Solo en abril de 2022, cinco países europeos (Francia, España, Reino Unido, Países Bajos y Polonia) representaron el 54,1% del total de las exportaciones de GNL estadounidense, según World Energy Trade.

Sin embargo, adicional al ya altísimo precio del gas, los europeos deben pagar un 40% más por el GNL por razones de procesamiento y traslado.

En el ámbito del crudo, las medidas contra Rusia están propiciando un reacomodo del mercado.

Casi cuatro meses después de la invasión rusa de Ucrania, el crudo ruso de los Urales ha visto cambiar el flujo de su mercado tradicional de Europa a Asia.

Desde el comienzo de la guerra, basándose en la media de marzo a mayo de 2022, las importaciones indias de crudo de los Urales han aumentado un 658% en comparación con los niveles de 2021, mientras que para China el aumento es de 205% y para el conjunto de Asia de 347%, muestra una investigación de Rystad Energy.

Rusia está siendo retirada del mercado europeo, y aunque ello es lo esperado en el cuadro de medidas coercitivas contra Rusia, en los hechos es Europa quien se queda vaciada del crudo ruso y de petróleo en general.

En teoría, un aumento de la producción de los países del Medio Oriente podría aliviar el cuadro. Sin embargo, en una inusual situación captada en cámaras, se pudo constatar cómo el presidente francés Enmanuel Macron informó a Joe Biden que Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita apenas podían levantar la producción unos 150 mil barriles por día, no más que eso, al menos en los próximos seis meses.

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Desde hace varios meses Washington exhibe un aparente quiebre de su política de asfixia contra Irán y Venezuela, dado el descalabro superior que está generando su propia política de asfixia a Rusia. Sin lugar a dudas, vivimos tiempos de contradicciones y caos propagado, cortesía del llamado «mundo civilizado». Ahora, y a falta de buenos, «los malos» tendrán que venir al rescate.

Washington ha implementado acciones para destrabar un relanzamiento del Acuerdo Nuclear con Irán, lo que le permitiría a los persas librarse del embargo que la Administración Trump impuso a su economía.

También funcionarios estadounidenses han visitado Caracas para negociar condiciones y proponer un regreso de Venezuela a los mercados, eso sí, sin mayores garantías, en áreas de negocios ventajosas para algunas empresas que resultarían favorecidas, estadounidenses y europeas, por supuesto.

Recientemente Macron pidió el regreso de Irán y Venezuela al mercado petrolero.

De igual manera, apenas horas antes de su infortunado deceso, el secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Mohammad Barkindo, aseveró que la escasez de suministro de petróleo se podría aliviar de permitir flujos adicionales desde Irán y Venezuela, limitados por las «sanciones».

De acuerdo con la información, lo dijo en una conferencia sobre energía celebrada en Nigeria. Alegó que se podrían desbloquear los recursos y reforzar la capacidad de permitirse que el petróleo iraní y el venezolano retornaran al mercado occidental.

Barkindo indicó que la demanda de crudo crece, pero la inversión en capacidad productiva cae, lo que ocasiona que los precios se disparen. Además, apuntó que las medidas impuestas a Rusia por parte Occidente han afectado a los mercados petroleros.

De la misma manera, los países de la Comunidad del Caribe (CARICOM), guiados por las incertidumbres y costos del actual mercado energético, pero también por su vulnerabilidad estructural, acordaron reanudar el programa PetroCaribe para que Venezuela les suministre combustible, al tiempo que pidieron a Estados Unidos eliminar las «sanciones» contra la República Bolivariana.

Así lo informó este miércoles 6 de julio el primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, quien explicó que este nuevo plan se debe al alto costo del combustible a nivel mundial, especialmente por el conflicto entre Ucrania y Rusia.

Según Gonsalves en un comunicado, este acuerdo beneficiará a los países independientes de la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS), pero también a otros miembros de la CARICOM, cuya cumbre anual finalizó la víspera en Surinam.

En teoría, la incorporación de nuevos barriles desde Venezuela e Irán podrían atenuar las condiciones ya adversas que se generan en el mercado energético, pero el tiempo y el crudo se agotan. Esto último es literal.

Estados Unidos ha liberado crudo de su reserva estratégica desde el mes de abril, en un plan de seis meses para surtir al mercado con unos 180 millones de barriles. Pero el vaciado de su reserva estratégica está ocurriendo más rápido de lo esperado.

Los estadounidenses ya han despachado 115 millones de barriles de su reserva y desde el mes de mayo ya la cifra alcanzó la línea de 1 millón de barriles por día. Este ritmo es insostenible.

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De acuerdo al Departamento de Energía de EE.UU., al ritmo de despacho actual, la reserva estratégica de crudo de ese país alcanzará en octubre niveles no vistos desde hace 40 años (Foto: Bloomberg)

El colapso del mercado energético ya ha sido avistado como un iceberg a lo lejos. Evitarlo será posible cuando los productores ilegalmente sancionados reanuden sus actividades con fuerza, mediante la apertura de vías de financiamiento y construcción de garantías jurídicas y comerciales esenciales, cuestiones que son claramente inciertas para Irán y Venezuela.

Pese a los anuncios y aparentes movimientos de distensión, a cuatro meses de iniciar la operación militar rusa en Ucrania y de iniciar una escalada de inestabilidad en el mercado petrolero, se sigue abogando por el regreso de Irán y Venezuela precisamente porque no se ha concretado ni se ha anunciado formalmente.

No hay un aflojamiento ni un conjunto de licencias integrales que faciliten las actividades regulares de los dos países bloqueados. Las dilaciones obedecen a que Washington, incluso en estas circunstancias de urgencia energética mundial, no renuncia a ejercer chantajes y presiones, como es usual en su política de gran garrote.

La política de caos claramente estructurada por Washington se sigue prolongando hasta nuevos y peligrosos límites.

Los integrantes del «eje del mal» (hablamos claramente Irán y Venezuela) no salvarán al «mundo civilizado» a menos que este lo permita en medio de su desenfreno y el caos generado por su errática política.

Fuente: Misión Verdad

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