Irreductible en la sobrevida (+ Video y PDF). Por Laura Mercedes Giráldez, José Llamos Camejo

Desde el 11 de abril de 2022, Venezuela sabe que Chavez siempre regresa, ahora rencarnado en su pueblo

«Chávez, amigo, el pueblo está contigo». Da lo mismo si un llano, cerro o paraje selvático; si es pequeña o la más concurrida ciudad. Cuando al desandar Venezuela, forasteros y pueblerinos se fijan en la expresión, descubren –entre tantas miradas– la silueta de unos ojos alertas, en guerra contra el olvido. La frase y la imagen devuelven recuerdos: la ira popular de un 11 de abril que tuvo su 13.

«Queremos a Chávez, queremos a Chávez», exigía entonces la multitud. Venía de los cerros, de la periferia, de la humildad de Caracas; venía del estremecimiento de un pueblo que por primera vez acariciaba y tocaba con manos propias el sueño, que los privilegiados de siempre intentaban arrebatarle de nuevo.

Con ese intento de amputación del futuro, al pecho del país lo dejaron sin espoleta: entonces detonó el «queremos a Chávez», dicho por millones. Un alud de pueblo desde los extramuros del Palacio de Miraflores haría florecer la ilusión; sonriente regresaría Hugo. La eterna primavera que envuelve a Caracas se extendió desde entonces por Venezuela, y la gente supo que Chávez siempre regresa.

Él mismo confirma el retorno. A diez años de no ocupar un espacio físico entre los suyos, fija la vista en el día a día, la gente lo busca como si mirarlo evitara los extravíos, o si su mirada limpia fuera trazas de nuevas metas.

No es ilusión nacida del deseo –cierto y creciente– del pueblo de compartir otra vez con el dueño de esos ojos una tonada llanera, un abrazo o un desafío de beisbol. Lo comprenden nativos y forasteros al reparar en esas pupilas, que miran desde gigantografías colocadas en las paredes de edificios e instituciones públicas.

Atraído por ese rostro que, como dispuesto a todo asoma en lo alto, en el futuro, al pasar frente a Chávez el transeúnte aminora la marcha y busca la mirada vigilante, orgullosa, acaso reencarnación de Bolívar. Unas veces lo acompaña la imagen del Libertador; otras, alguna frase de pueblo: «Chávez, seguro, mi voto es pa´ Maduro».

Dirán los incrédulos que, a diez años de su partida física, y bajo el azote diario del gigante de siete leguas –el mismo que un 11 de abril de 2002 intentó matarlo– ya no hace surco el legado del mejor amigo de Cuba. Pero él sigue ahí, en aquellos a quienes les devolvió la vista, les protegió la salud, y les garantizó el derecho a escolarizarse. Chávez señala rumbos, actúa, es irreductible en la sobrevida.

Llamada de Fidel y Chavez hace 15 años tras la derrota del Golpe en Venezuela ver en PDF

Fuente: Granma

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