Un siglo después: ¿La historia se repite?. Por José Dos Santos

Estados Unidos, liderando la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), arrastra a aliados, simpatizantes e ingenuos de buena fe a una Cruzada de nuevo tipo contra Rusia, que salpica también a Bielorusia y podría extenderse a otros países que no se sumen a su enfebrecida campaña actual, que tiene en el colimador al Kremlin.

Más allá del enfrentamiento armado en territorio ucraniano, de lamentar por todos los que precian la vida (si es humana mas todavía), la pelea es universal mediante los medios de difusión y las redes sociales; las declaraciones y decisiones –intensas unas, descabelladas otras—se producen a ritmo vertiginoso; la frontera entre realidad y falsas noticias, razones reales y argumentos amañados, se hace cada vez mas difusa al abordar un análisis serio del episodio al que nadie puede estar ajeno.

Iniciarlo obliga a irse a la historia, no a la medieval como sería aquella Cruzada cargada de misticismo religioso y espíritu aventurero de los caballeros de entonces. Hay un ejemplo mas cercano, de sólo un siglo de edad, que parece renacer ahora bajo inéditas condiciones cibernético-mediáticas y de pugna hegemónica.

El punto común de esa referencia histórica con los hechos actuales tiene un nombre de cinco letras: RUSIA.

La aparente desideologizada enciclopedia virtual llamada Wikipedia, se refiere a aquel episodio bajo el título “Intervención aliada en la Guerra civil rusa”, y justifica la invasión de mas de 155 mil efectivos de una llamada “expedición militar multinacional”, integrada por 14 naciones, con pretextos risibles, si no hubiera costado tanto dolor al pueblo agredido.

Fue en 1918, con el poder bolchevique de los Soviets desplazando al feudalismo defendido por un “ejercito blanco”, cuando se llevó a cabo aquella gigantesca confabulación, cuyos objetivos iniciales –léase Wikipedia- “eran rescatar a la Legión Checoslovaca, asegurar los suministros y armamentos en los puertos rusos y restablecer el Frente Oriental contra la Alemania imperial”

Lo pueril de esas excusas son desmentidas por el mismo bodrio al deslizar unas líneas de realidad: “Al final de la Primera Guerra Mundial, temerosos del bolchevismo, catorce países aliados intervinieron en la Guerra Civil Rusa al lado de las fuerzas del Movimiento Blanco antibolchevique que antes habían perdido la Revolución de Octubre en 1917”.

Interesante seguir leyendo ese resumen: “A pesar del apoyo aliado, el Ejército Rojo derrotó al ejército blanco. Pero en 1920, debido a que la intervención tuvo poco apoyo popular en los países aliados y en Rusia y no hubo verdadera estrategia político-militar o debido a la mediocridad militar del Ejército Blanco, los aliados se vieron obligados a retirarse de la Campaña del Norte de Rusia y la Intervención aliada en Siberia. Los japoneses siguieron ocupando partes de Siberia hasta 1922”.

Checoslovacos; británicos, japoneses, griegos; estadounidenses, franceses, polacos; canadienses; serbios, rumanos, italianos, chinos y hasta australianos se vieron implicados en aquella aventura antisoviética.

Hoy, Estados Unidos, con sus socios de la OTAN, son los que blanden el nuevo garrote para golpear a Rusia: las medidas económicas, el despliegue y reforzamiento de arsenales militares y la generación de un boicot destinado a asfixiar a su oponente en todos los aspectos imaginables. Para ello se valen de la saturación informativa-editorial con la que bombardean a usuarios globales, para evitar la “movilización desmovilizadora” de hace un siglo o como la ocurrida durante la guerra en Vietnam.

Asumiendo plenamente la posición cubana ante el fenómeno que vive hoy el planeta, advierto como personas de bien no ven mas allá de lo que le dicen que está sucediendo sin profundizar en razones. De hecho comparten el criterio de aquellos que dijeron, en su tiempo, que la Revolución de Octubre solo fue un golpe de estado para desconocer un intento de cambio profundo de una sociedad decadente, corrupta y avasallador, como la Rusia zarista.

Ahora hay personas que son afines a mi que sacan al Ballet Bolshoi de su cartelera o le escriben al Papa para condenar la actuación rusa, o entidades como las futbolísticas que suspenden la participación de clubes rusos en sus competencias y hasta el Comité Paralímpico decreta la no asistencia de atletas de Rusia y Bielorusia a los cercanos Paralímpicos de Beijin.

Hasta Cuba, alejada del fragor de disputas y combates en torno a Ucrania, se ve afectada al no poder contar de inmediato con turistas rusos porque los aviones que los transportarían no pueden sobrevolar territorio europeo.

Ante la euforia belicista (gran regalo para los halcones del complejo militar-industrial de Estados Unidos, el mas beneficiado por todo lo que huela a guerra) y la prepotencia de un imperio cada vez mas decadente, esta parte del mundo debe prepararse también ante eventuales zarpazos de la bestia agonizante (pero aún muy poderosa) que predomina en Washington, porque en cualquier momento miran hacia nosotros por aquello de que “amigo de mi enemigo es mi…”.

Vea además:

Yo estuve allí: La OTAN y los orígenes de la crisis de Ucrania, la última advertencia que Biden dejó pasar

Fuente: Cubadebate

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