La Revolución joven. Por Yeilén Delgado Calvo

Las revoluciones no son obras hechas de una vez y para siempre. Perviven cuando se reinventan cada día en pos de mayor justicia social y, sobre todo, cuando no dejan de estar en la juventud, en sus ganas de hacer, de transformar, de defender y amar

Las revoluciones no son obras hechas de una vez y para siempre. Perviven cuando se reinventan cada día en pos de mayor justicia social y, sobre todo, cuando no dejan de estar en la juventud, en sus ganas de hacer, de transformar, de defender y amar.

Porque la juventud es el signo del ahora, del presente; no una masa amorfa, sino la suma de millones de individualidades que tienen en común –tal y como lo advirtió Martí– ser símbolo de actividad, de creación y triunfo.

«A fe que mientras hay que guerrear, en la guerra deben estar todos los jóvenes», advirtió también el Apóstol, y esa ha sido la historia de la independencia de la Isla desde octubre de 1868 hasta este abril de hoy: sangre joven entregada con generosidad, pensamiento joven puesto al servicio de la nación, valentía joven para asumir muchos sacrificios.

Fidel, joven él mismo de 32 años cuando bajo su liderazgo cayó una dictadura sangrienta que parecía invencible, fue categórico al afirmar que la Revolución cubana «fue hecha por la juventud» y que debería ser en lo adelante, siempre, «obra de la generación que surge, de la juventud que crece».

Esa misión de tener temple, carácter y abnegación, de saber cumplir, de ser inexorablemente buenos en cualquier tarea, de dar el ejemplo, de convertir la voluntad férrea en cosa de todos los días… ha sido la guía de la Unión de Jóvenes Comunistas durante 60 años.

Del entusiasmo, del compromiso ante cada difícil coyuntura que supone apostar por la utopía (como la mejor forma de fundar una realidad mejor), de la unidad que dimana de la organización, por obra no solo de sus militantes sino también de quienes, sin serlo, se sienten profundamente patriotas, le viene a la Revolución Cubana su condición perpetua de proyecto joven.

La juventud le da a Cuba la belleza de sus años, la fuerza, la capacidad de cambiar sin perder las esencias. «Lo que nosotros les damos a los jóvenes –dijo Fidel–  es una causa digna que defender, una causa justa, una causa heroica, una causa gloriosa. Lo que les damos a los jóvenes es una causa hermosa». De esa belleza toma la juventud el aliento.

Fuente: Granma

También te podría gustar...