“La historia me absolverá”, aquel 16 de octubre: “Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo, hay jóvenes que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que, en magnífico desagravio, vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida, para que él siga viviendo en el alma de la patria. ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir al Apóstol!”. Fidel Castro. En homenaje al nacimiento del apóstol cubano José Julián Martí Pérez (1853-1895), en la Habana, Capitanía General de Cuba, el 28 de enero de 1853, en la localidad de Dos Ríos, deseamos hacer brevemente unas pinceladas de su pensamiento y acción, por lo que es considerado un propagador de las ideas libertarias de nuestra época. José Martí nació en casa pobre. Tiene quince años cuando estalla el 10 de octubre de 1868, la primera guerra por la independencia liderada por Carlos Manuel de Céspedes. Al año siguiente, tiene 16 años e inicia sus publicaciones de carácter revolucionario y su trayectoria como revolucionario, enfrentado al poder español en la Isla, y es acusado de infidencia y entra en prisión. En 1970, con 17 años, es condenado a 6 años de prisión. En 1971 publica el libro El Presidio Político en Cuba, la denuncia más contundente contra los desmanes de España. Escribió poemarios y su poesía fue de la vanguardia de su época, también dramas, ensayos, crónicas o testimonios, y una profusa obra periodística, una novela, literatura para niños en la revista «La Edad de Oro», hizo traducciones de libros. Su epistolario fue trascendente y profuso. Fundó y editó revistas. Escribió dos Diarios. Pronunció discursos y su oratoria fue descollante. Dictó conferencias. Participó en organizaciones independentistas. Ejerció la abogacía y el magisterio. En 1877 se casó con Carmen Zayas Bazán. Desempeñó cargos de representación y consulares de varias repúblicas latinoamericanas. Fundó el Partido Revolucionario Cubano y fue electo y reelegido su Delegado, o dirigente máximo. Fundó el periódico Patria, órgano de la Revolución Cubana. Fue organizador y líder principal de la guerra que desencadenó el 24 de febrero de 1895. Desembarcó en Cuba el 11 de abril de ese año y el día 15 fue nombrado en junta de jefes presidida por Máximo Gómez, como Mayor General. Escribió el 18 de mayo su carta inconclusa a Manuel Mercado, que constituye su testamento póstumo. El 19 de mayo cayó en combate en Dos Ríos, en su primer y único combate, y su cadáver fue capturado por los españoles, que lo trasladaron y enterraron en Santiago de Cuba. Tenía cuarenta y dos años, tres meses y veintiún días de edad. Sus obras literarias, escritas mientras estuvo en EEUU, más importantes son: Nuestra América es un ensayo filosófico y político escrito por Martí en 1.891. Fue publicado por primera vez, en la Revista Ilustrada, en Nueva York, luego en el diario mexicano del Partido Liberal. Mente Latina (noviembre de 1.884); Madre América (diciembre de 1.889); Las Guerras Civiles en Sudamérica (septiembre de 1.894). Aunque su pluma revolucionaria, se ve reflejada cuando a los doce años, comienza a estudiar en el colegio municipal que dirige el poeta Rafael María Mendive quien rápidamente advierte las cualidades intelectuales de Martí, quien pronto se siente atraído por las ideas revolucionarias de muchos cubanos. Después del inicio el 10 de junio del 1868 de la Guerra de los Diez Años, comienza a publicar, en El Diablo Cojuelo, su primer periódico, y La patria libre, revista que contiene el poema dramático Abdala, escritos alusivos a la lucha de los cubanos por su independencia. Como consecuencia de lo anterior, Martí es condenado el 4 de marzo de 1870 por un consejo de guerra a seis años de prisión. Realiza trabajos forzados en las canteras de San Lázaro en La Habana, hasta que es indultado por su mal estado de salud. Fue deportado a España. Ahí hizo estudios de derecho en la Universidad de Zaragoza. Aunque sintió un profundo afecto por ese país, odió su política colonial. Como poeta se le conoce por sus Versos libres, publicados póstumamente en 1913; el Ismaelillo, que sale a la luz en 1882 en Nueva York, dedicado a su hijo, obra modernista por el dominio de la forma sobre el contenido, y Versos sencillos, en 1891, poemario también modernista (Yo soy un hombre sincero. De donde crece la palma/ Y antes de morirme quiero/ Echar mis versos del alma). Sale de España y visita otras partes de Europa, como Inglaterra. Y parte rumbo a México, donde conoce a Manuel Mercado. Publica en la Revista El Universal y en El Federalista. El 03 de enero llega a Nueva York, donde es nombrado vocal del Comité Revolucionario cubano y publica en los diarios The hour y The Sun. Viaja a Venezuela en 1881. Llega a Caracas el 21 de enero. Publica en La Opinión Nacional. Conoció a Cecilio Acosta, quien es execrado por el presidente Guzmán Blanco. A finales de los años setenta, se produce su revelación periodística en tierras mexicanas, en donde colaboró con la Revista Universal, también en otra revista de México: “El Socialista”. En esos años de su producción periodística, en los Estados Unidos, escribe como crítico de arte para el diario “The Hour” que incorpora su edición a otro medio: “The Sun”. José Martí, el internacionalista José Martí era un internacionalista del siglo XIX. Su ejemplo acompañó a los cubanos durante el siglo XX, y su pensamiento es básico para el lanzamiento del Socialismo del siglo XXI, que es apoyado por las naciones que integran la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). El patriota cubano insistió en la importancia que hombres y mujeres debían otorgar a la cultura y la educación. “Ser cultos para ser libres”, era uno de sus mensajes. Cuba ha realizado una revolución martiana hacia el socialismo. La acción, el pensamiento y el recuerdo martianos, han sido las bases de un pueblo, en cambio, constante y permanente. Cuando los imperialistas y sus voceros en América y Europa forman “plataformas para el cambio y la democracia en Cuba”, demuestran su ignorancia y su mala fe, o una combinación de las dos. Ignoran o pretenden desconocer sucesos de la historia cubana como la lucha de los cimarrones, esclavos que huían de la opresión colonial y formaban sus palenques para vivir libres. Sin duda alguna, su profuso pensamiento y su obra escrita, es evidencia que José Martí, hizo de ellos, un acto combativo revolucionario. José Martí: su visión estratégica Al arribar a la Playita (de Cajobabo), el 11 de abril de 1895, José Martí confesaba: “La dicha era el único sentimiento que nos poseía y embargaba”. “al fin me he sentido entero y feliz, por todas partes veo al hombre invicto que lleva íntegra en el carácter toda la honra del país”. “Ya entró en mí la luz (…), y la salud que fuera de este honor buscaba en vano. El honor es la dicha y la fuerza”. “Solo la luz es considerable a mi felicidad”. Así eran el mundo íntimo y las emociones de Martí después de su arribo a la patria junto a Gómez, para poner en marcha a las fuerzas insurrectas que se levantarían secundando a todas las que ya se habían levantado en armas en la Isla desde el 24 de febrero, siguiendo las órdenes emanadas por él y Gómez, como máximos líderes respectivamente en lo político y militar de la Revolución. Desde el 1 de abril ya se encontraba, triunfante, el General Antonio Maceo en tierras cubanas después de su desembarco por Duaba. Pero era también verdad que durante el tiempo transcurrido desde el mismo día del desembarco hasta el día 18 de mayo, (fecha en que en carta a Manuel Mercado desde el Campamento de Dos Ríos describe su situación), Martí estaba consciente y reconocía: “ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber (puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo) de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”. De esta forma expresaba palmariamente su situación personal coyuntural y su misión estratégica cubana y nuestraamericana un día antes que le tocara librar su primer y último combate en Dos Ríos aquel aciago día. Ocurrió como había vaticinado: “Se ha de vivir y morir abrazado a la verdad. Y así, si se cae, se cae en una hermosa compañía”. Martí y su lucha por la independencia En 1882, funda el Partido Revolucionario Cubano y el periódico Patria, su órgano difusor. Recorre Nueva York, Tampa y Filadelfia organizando los cubanos exiliados. El 20 de julio de 1882 escribe solicitando apoyo a los generales Máximo Gómez, quien llega a ser dirigente de los independentistas cubanos y jefe militar de las fuerzas revolucionarias hasta el final de la guerra en 1898, y Antonio Maceo, quien fuera segundo jefe militar del Ejército Liberador de Cuba. El 24 de junio de 1890 es nombrado cónsul de Argentina, y el 30 cónsul de Paraguay. En diciembre es designado presidente de la Sociedad Hispanoamericana de Nueva York. En octubre de 1891 renuncia a todos sus cargos consulares para dedicarse de lleno a la independencia de Cuba. El 11 de septiembre, en Montecristi, República Dominicana, se entrevista con Máximo Gómez. En 1892 Gómez se une a Martí, con quien desembarcó en Cuba tras el Grito de Baire en 1895 que inició la independencia de Cuba. El 07 de febrero llega a República Dominicana. El 25 de marzo firma con Gómez el Manifiesto de Montecristi, donde sienta las bases pragmáticas de la revolución. El 11 de abril de 1895 desembarca con Máximo Gómez y cuatro patriotas en Playitas, Provincia de Oriente, Cuba. A pesar de sus años mozos era una persona bastante curtida en cuanto a luchas por la independencia de su amada Cuba y con una creación literaria y periodística, que hasta ese momento se había manifestado en sus obras, Abdala, El Presidio Político en Cuba y Amistad Funesta. En el campo del periodismo ya se le conocía por sus contribuciones en diversos medios. En 1869, junto con su amigo Fermín Valdéz publicó el “El Diablo Cojuelo”, por esos años publica también La Patria Libre. El estadista Martí Según el escritor Elier Ramírez Cañedo, José Martí tenía una excepcional capacidad política y vislumbraba, como gran estadista que era, los destinos de los pueblos, aportando al proceso histórico de Cuba, la importante experiencia de lo trascendental de la labor ideológica en una causa revolucionaria. Señalando además Ramírez Cañedo que “José Martí encarnó las posiciones más avanzadas del pensamiento democrático radical cubano de su tiempo, no por casualidad sus ideas signaron proverbialmente la lucha revolucionaria y progresista de Cuba y del resto de los países latinoamericanos durante muchos años. En la actualidad, su pensamiento es aún estandarte de lid. Martí tuvo una total comprensión de la necesidad del debate de ideas como vía para que el proyecto revolucionario y los lineamientos generales del modelo de república al que aspiraba, y consideraba viable y necesario en nuestras condiciones históricas, pudieran ser concientizados por las masas humildes que, a su juicio, debían dirigir la revolución. Sabía que a la práctica revolucionaria debía anteceder una enconada lucha de pensamiento, como antesala indispensable para la reorganización política e ideológica y militar de las fuerzas revolucionarias. Asimismo, entendía necesario ganar el sentimiento patriótico, y a la vez, la conciencia de los más amplios sectores de la población”. Respecto a la forma de gobierno, que se deben dar a los pueblos, es importante obedecer dos requisitos primordiales señalados por Martí: El tener conocimiento profundo de la idiosincrasia del pueblo: ¿cómo piensan? ¿Qué les gusta? ¿Cómo se relacionan? ¿Qué consumen? Entre otros. Adicionalmente, conocer sus riquezas: la potencialidad minera, el conocimiento de las tierras: en la agricultura, el pastoreo, en los bosques; las diversidades: selvas, agua, otros; y, abstenerse de gobernar con leyes, constituciones o sistemas políticos de países diferentes al que se gobernará. El Martí antiimperialista y revolucionario El legado de Martí quedó en la fuerza de su pensamiento revolucionario. Los escritores Paz y Cepeda igualmente nos recuerdan que también estuvo clara la identidad propia de esta región. Martí dirá: “La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas”. Pero fue sin duda visionaria la advertencia de Martí sobre el nuevo peligro para Nuestra América Latina: apenas el día anterior al de su muerte, desde el campamento de Dos Ríos, escribía en una carta: “Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”. Martí no se equivocó, y el desarrollo del siglo XX vio consolidar sobre los países latinoamericanos la hegemonía de los Estados Unidos, ese “norte revuelto y brutal que los desprecia”, conforme sentenció en otra de sus frases. La Revolución Cubana de 1959 es heredera de la lucha por la independencia y tiene a José Martí como referente revolucionario central. Con esa guía antiimperialista, ha resistido medio siglo de bloqueo norteamericano. Ni se amedrentó, ni desmayó. Y ningún país ha igualado semejante comportamiento, pues el bloqueo ha constituido una imposición inédita en la historia mundial contemporánea. El tiempo luce como si José Martí hubiera permanecido vigilante: no solo para advertir el peligro de la hegemonía imperialista, sino para recordar la identidad de Nuestra América Latina y el poder que es capaz de generar su unión, en el camino trazado por Bolívar. Martí y la integración latinoamericana A José Martí, se le considera por varios autores como el Precursor de la Integración Latinoamericana. Ya en 1891, señalaba que “solos y aislados nuestros pueblos están condenados”. El profesor Lisandro Bonilla Deibe, escribe: “El tránsito histórico hacia la integración latinoamericana, de hecho, ya una tendencia, contradictoria y compleja, pero en ascenso en la conciencia y práctica de nuestros pueblos, fue advertido por Martí y expresado en el llamado de que” “los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos” … “para que no pase el gigante de las siete leguas”. Igualmente, los autores Juan J. Paz y Miño Cepeda señalan que José Martí destacó la unión latinoamericana, tal como la buscó Simón Bolívar, y por ello dirá: “El alma de Bolívar nos alienta; el pensamiento americano me transporta”; “Todo nuestro anhelo está en poner alma a alma y mano a mano los pueblos de nuestra América Latina”; “Es necesario ir acercando lo que ha de acabar por estar junto. Si no, crecerán odios; se estará sin defensa apropiada para los colosos peligrosos, y se vivirá en perpetua e infame batalla entre hermanos por apetito de tierras”. Hoy nuestra América mestiza hace suyo el llamado de Martí en un contexto que anuncia un nuevo amanecer con tintes de unidad latinoamericana. “Martí fue el mentor directo de nuestra Revolución, el hombre, a cuya palabra había que recurrir siempre, para dar la interpretación justa de los fenómenos históricos que estábamos viviendo, y el hombre cuya palabra y cuyo ejemplo había que recordar cada vez que se quisiera decir o hacer algo trascendente en esta Patria… porque José Martí, es mucho más que cubano; es americano; pertenece a todos los veinte países de nuestro continente y su voz se escucha y se respeta no sólo aquí en Cuba sino en toda América”. Ernesto “Che” Guevara.Martí
Fuente: REDH-CUBA