sábado, diciembre 7, 2024
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Hacia un manifiesto de la semiótica. Por Fernando Buen Abad

Un brazo armado de la Filosofía para la transformación del mundo.

¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio” – Albert Einstein

Otra semiótica es posible. Esta vez emancipada y emancipadora. Esta vez decidida a combatir, significativamente, a la ideología de la clase dominante, a los valores burgueses, a su ética y su estética; a su ciencia mercantilizada, a sus mercados y sus mercachifles… a su base económica y a su producción de miseria, humillación y desesperanza para la humanidad.

Esta vez una semiótica en combate para la demolición definitiva de todas las falacias consustanciales del capitalismo en crisis. Para construir un sentido humanista nuevo, un punto dinámico de no retorno. “Si la forma de expresión aparente y la esencia de las cosas coincidieran de una manera inmediata, toda ciencia sería superflua” (Marx, El Capital, Libro III).

Estamos lejos, todavía, de la independencia comunicacional, de la soberanía tecnológica y de la soberanía semántica. No hemos logrado poner en jaque los paradigmas ni las trampas que el imperio nos ha tendido para obligarnos a comunicar lo que ellos quieren, como ellos quieren, cuando ellos quieren… incluso cuando nosotros no queremos.

Ya hace mucho tiempo que diagnosticamos y medimos los alcances de la escalada que nos enmudece, atrapados en el círculo vicioso de una guerra mediática que no pedimos, y hace mucho que nuestras impotencias e inoperancias nos dejan inermes bajo el oprobio alienante que se descarga diariamente contra nuestros pueblos.

Las bestias pro-nazifascistas andan por todo el mundo desarrollando ensayos macabros. Se exhiben sin pudor y con impunidad en cada uno de sus entretenimientos, su publicidad y sus noticieros. Van y vienen a sus anchas demostrando la barbarie ideológica con que pretenden sepultar a nuestras democracias tan pronto nos descuidemos y aflojemos en las luchas. E incluso antes.

Es urgente saldar las tareas hacia la independencia comunicacional y hacia la soberanía semántica, no aceptemos ser títeres funcionales a una asonada macabra que, con miseria económica e ideología chatarra nos aturda, nos enrede o nos desmovilice. Incluso con tecnologías sofisticadas.

Es precisa toda nuestra claridad contra la guerra económica e ideológica del capitalismo, es preciso disponernos a dar los pasos que completen la emancipación de la humanidad secuestrada por el capitalismo.

Es nuestro derecho fundamental la independencia comunicacional y la soberanía semántica que solo las conseguiremos de la mano de una Revolución multidimensional, si sabemos desplegar las estrategias necesarias para elevar conciencias y derrotar a las guerras mediáticas. Permanentemente. Mucho por trabajar.

Hay que meterse a fondo con el problema de los contenidos, sin miedo, porque descuidar esos campos de batalla implica irresponsabilidad ante el peso de la época. Prefiramos el riesgo de errar, prefiramos lo difícil o lo denso de explicar, prefiramos los desafíos duros y los dilemas profundos porque ellos, la clase dominante, está imponiéndonos un presente y un futuro lleno de infiernos.

Necesitamos actuar por todos los medios, sus formas y sus contenidos. Abolir la esclavitud sintagmática. Incorporar todas las tácticas sin olvidar los principios, incluyendo la Guerrilla Semiótica expresada con guerras pequeñas (guerrilla) desarrollada con destacamentos pequeños o grandes, con maniobras independientes pero programáticas.

Entre unas y otras acciones procurar debilitar y extenuar al adversario semántico, sintáctico y pragmático. Guerra de Guerrillas Semióticas, se entiende como un método más, entre muchos, para maniobras de “sentido” revolucionario, rápidas y ligeras, con incursiones, súbitas y efectos profundos, acumulativos.

Semiótica: ciencia de la producción (distribución y consumo) de “sentido”. Ciencia de las apariencias, contra la Manipulación Simbólica y para un sentido común, comunitario, sin amos sin capitalismo, sin humillaciones pero con buena vida para todos en condiciones de igualdad, concretas, fecundas y dinámicas. Tiene sentido.

Nuestra Semiótica ha de bucear en lo hondo, desnudando las leyes internas de la economía capitalista y de la sociedad burguesa; combatirá las apariencias engañosas de la filantropía hipócrita que pregona “igualdad” entre el capitalista y el obrero, que ocultan la explotación inhumana por la burguesía, que santifica la plusvalía (fuente del enriquecimiento de los capitalista) y pretende que la víctima sea defensora fanática de sus victimarios. Semiótica para desnudar el carácter macabro del capitalismo. 

Hoy los logros más significativos en materia de comunicación están en manos monopólicas de un puñado de magnates que construyen mafias del espionaje, la publicidad, la fabricación de noticias y la consolidación de una cultura de la subordinación al poder del capitalismo y toda su parafernalia.

Queda aquí de manifiesto que impulsamos una Semiótica, de nuevo género, inspirada por las mejores luchas (victoriosas o no) de la humanidad. Que no es una negación bastarda dispuesta a ignorar los aportes de otras visiones semióticas. Queda de manifiesto que es una responsabilidad poner todo conocimiento al servicio del pueblo y de sus mejores luchas. Romper las hegemonías coloniales y darle fuerza a la producción social del conocimiento transformador. Faltar a esa ética es traicionar a nuestra historia emancipadora.

Queda de manifiesto que mientras tengamos las cabezas humanas convertidas en millones de campos de batalla, necesitamos un cuerpo científico, de nuevo género, para intervenir críticamente en la producción de los signos y solucionar, de raíz, muchos problemas semióticos impuestos a nuestros pueblos. Eso implica una tarea dialéctica que mientras desactiva la maquinaria sígnica hegemónica, contribuya a gestar un “nuevo orden mundial” en la producción de sentido.

Queda de manifiesto que necesitamos un marco teórico y un instrumental científico capaz de impulsarse con la vanguardia del pensamiento descolonizado y descolonizador; que tenga el “don” de la ubicuidad y de la velocidad; que interpele todo y se interpele a sí mismo, en la praxis que moviliza la nueva producción social del conocimiento.

Ciencia contra la dictadura del mercado y contra los vicios más odiosos en los campos de la investigación. Ciencia del movimiento general de los procesos de significación y sus metabolismos. Ciencia semiótica emancipadora al servicio de las luchas sociales. Estamos bajo peligro si permanecemos como un archipiélago inmenso de semiósferas inconexas. Basta de ilusionismo.

Queda de manifiesto que “Semiótica” aquí, significa: ciencia para la praxis que interviene en los procesos de producción, distribución y consumo de “sentido”, en sus causas y en sus fines, en las redes de signos y los procesos dialécticos de significación, decodificación y transmisión. Que evidencia los fondos y trasfondos de toda significación, de sus raíces económicas y de los mecanismos sígnicos que las expresan.

Que analiza y denuncia las técnicas de la “manipulación simbólica” y produce, críticamente, hipótesis, tesis y movilizaciones con modelos para un “nuevo orden mundial” de la semántica, la sintaxis y la dialógica emancipadoras. Contra el contexto de hegemonía económica e ideología opresora.

Queda de manifiesto que es una trampa separar la economía de la ideología, la infraestructura y la superestructura. Entre la infraestructura y la superestructura existe una relación dialéctica, desigual y combinada, caracterizada por tensiones y luchas complejas que no admiten simplismos ni linealidades bobas ante el amasijo de intereses opresores, objetivos y subjetivos.

Esas tensiones y contradicciones -de la lucha de clases- producen también “signos” que son productos sociales determinados históricamente para “representar” intereses, hechos, fenómenos o acciones concretas. Muy pocos objetos, naturales o culturales, (y sus mezclas) han quedado, en su desarrollo histórico, exentos de significados (directos o indirectos).

Quizá el ejemplo más acabado de nuestro tiempo, donde se ejemplifica mejor la convergencia sígnica de todas las tensiones de clase en disputa, sea la mercancía. En toda mercancía habita un corpus de “sentido” ideológico que ha sido convertido en mercancía, incluso el Trabajo ha sido convertido en mercancía y en signo.

Y también las materias primas que se han convertido en mercancía, han sido tocadas por la producción hegemónica de sentido que, a su vez, también se ha convertido en mercancía. “La devaluación del mundo de los hombres”, pensaba Marx “está en proporción directa con el creciente valor del mundo de las cosas”.

Que la Semiótica no se reduzca a mercancía, ella misma, porque la necesitamos “emancipada” y capaz de revelar la trama ideológica que es nervadura de las mercancías bajo el capitalismo. No una semiótica para la ocultación. Ya que la ideología de la clase dominante se basa en adoctrinar al mundo bajo el dogma de “acumular” mucho, a bajo costo y con poca ética, acumular con base en el trabajo de otros y hacer que crean que es por su bien; nuestra Semiótica debiera ser ciencia de la producción de sentido emancipador, de sus medios y de sus modos.

Semiótica que desmonte los comunes denominadores ideológicos (falsa consciencia) de las máquinas hegemónicas de producción de sentido: religión, familia, estado, derecho, educación, moral, filosofía, ciencia, arte, etcétera… impuestos por el capitalismo, porque no son más que modos especiales de la producción y reproducción del sistema sujetos a la ley general de producir plusvalía para unos pocos, cada vez más pocos y más poderosos.

Sabemos bien que “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante”. Sabemos que no existe una ciencia inmune a las ideologías que la rodean. Que no hay ciencia “inmaculada”.

Por eso aquí preferimos que identifique y declare sus marcos filosóficos, esta vez humanistas de nuevo género y emancipadores, en oposición al viejo método de traficar ideologías “bajo la mesa”. Necesitamos una Semiótica emancipadora que asuma su responsabilidad de dirección y de fuerza social para intervenir en el modo de producción y en las relaciones de producción del conocimiento científico, también, porque en el presente el modo de producción dominante del conocimiento científico ha sido reducido a símbolo del conocimiento-mercancía.

Es un error creer que para superar al capitalismo es suficiente con desactivar sus resortes económicos y es falso que sólo combatiendo las ideas de la clase dominante se debilita la estructura de la contradicción capital-trabajo. Necesitamos una instrumental científico que no sólo sirva para analizar sino que, también, sirva para transformar.

Ciencia incubada por la praxis dialéctica del pensamiento y la acción críticos. Ciencia emancipadora y emancipada de la dictadura del mercado. Ciencia interdisciplinaria, multidisciplinaria, trans-disciplinaria capaz de nutrirse con los problemas objetivos y producir soluciones para el corto, mediano y largo plazo. Desmontar los anti-valores del consumismo, del individualismo, de la moral burguesa basada en la hipocresía que hace pasar por filantrópica su pulsión alevosa por la plusvalía y la alienación.

Ciencia, además, para desactivar el desarrollo y las consecuencias de la guerra psicológica desatada para intoxicar la mente de los pueblos con dispositivos ideológicos esclavizantes. Miedos, anti-política, odios, banalidades, vulgaridades, mentiras, complejos, adicciones…Ciencia parida por la Filosofía de la Praxis (Sánchez Vázquez).

Explicación objetiva del universo, sus formas y procesos, sus enlaces internos y sus conexiones, sus acciones recíprocas y la intervención humana posible en las condiciones y medios necesarios. (Eli de Gortari).

Necesitamos una Semiótica emancipada y para la emancipación, que entienda que la base económica no determina mecánicamente a la superestructura pero que son indisociables y eso importa mucho porque la vida simbólica de la sociedad, sometida a los procesos acelerados de monopolización de “medios” y de discursos, ha convertido las cabezas humanas en millones de campos de batalla.

La Guerra Simbólica. “Tendría poca o ninguna importancia que Bretón hubiese declarado tal adhesión al método de Marx si no fuese porque esa definición, que molesta a tantos, contiene la idea revolucionaria de que la ética sea la estética del futuro”.

Fuente: Telesur

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