La vez anterior aduje: “Hoy cada vez más se vislumbra la lúgubre gravedad geoestratégica de Ucrania que representa, según los gustos cronológicos, una nueva guerra de los 30 años –que se inicia en 1991, prosigue en 2014 y llega a su paroxismo en 2022– o una guerra de 100 años, que busca la balcanización y desintegración de Rusia, que se asienta con el axioma del británico sir Halford Mackinder en 1904 con su libro La geografía como pivote de la historia”.
Al inicio de la “Operación Especial Militar” (Putin dixit), para desnazificar y desmilitarizar a la entelequia de Ucrania, postulé que se pudiera tratar de una nueva “guerra de 30 años” –que enfrentó a protestantes contra católicos y concluyó con el Tratado de Westfalia de 1648 que dio pie al concepto de “soberanía” que es el pilar fundacional de la hoy más disfuncional que nunca ONU.
En fechas recientes, el nonagenario Kissinger, de 99 años, sostuvo que la guerra entre Rusia y Ucrania podía equipararse a una nueva “guerra de 30 años”.
El muy temerario ex diplomático, hoy abogado y connotado comentarista de EE.UU., Michael Springmann publicó un perturbador ensayo “La guerra de 100 años: los intentos de EE.UU. para destruir a Rusia”.
Springmann tiene en su haber tres revelaciones que erizan los cabellos sobre la farisea política exterior del Departamento de Estado de EE.UU: 1) Otorgó desde su puesto en Arabia Saudita, durante las administraciones de Reagan y Daddy Bush, más de 100 visas a los terroristas yihadistas de Al Qaeda que perpetraron el muy polémico 11/9 de 2001. Obviamente, Springmann fue defenestrado por el Departamento de Estado; 2) En su volcánico libro ¿Adiós Europa? ¿Hola caos?: la bomba migrante de Merkel aduce que la “política exterior de EE.UU creó la crisis” con el fin de “desestabilizar a la Unión Europea en general y a Alemania en particular”; y 3) Advierte a los yemeníes de no confiar en Biden, quien prometió en su campaña finiquitar la guerra de Arabia Saudita en Yemen.
En su extenso ensayo expone su “génesis” de los 100 años de guerra desde que el presidente demócrata Woodrow Wilson, en julio de 1918 –14 años después del libro de sir Halford Mackinder– intervino “contra los bolcheviques, en lo que se estaba convirtiendo la URSS” al enviar a “13 000 soldados de EE.UU” para apoyar a los “rusos blancos”, es decir los zaristas, contra los “rusos rojos” bolcheviques. ¡No podía faltar la intervención del “imperio británico” con más de 57 000 soldados y otros 5 000 canadienses!
Springmann devela los contactos del espionaje de EE.UU con los disidentes de Ucrania –cuando formaba parte de la URSS– al final de la Segunda Guerra Mundial, sin importar que fueran nazis. ¡Uf! Luego expone la operación “Aerodynamic” de la CIA y su maquinaria de propaganda desde Nueva York mediante la cobertura de Prolog Research Corp. con el grupo nazi de Bandera/Lebed. Ulteriormente la CIA movió a sus operadores a Ucrania antes del “golpe en 2014” de sus ONG muy bien lubricadas.
Cita al rotativo globalista The Guardian, muy cercano a George Soros, que exultó que “la campaña de EE.UU se encuentra detrás de las turbulencias en Kiev” cuando la “revolución naranja” fue “una creación de EE.UU, un ejercicio sofisticado y brillantemente conseguido con la marca occidental y su mercadotecnia masiva”. Según el cineasta Oliver Stone, se trata de la “técnica del poder blando” llamado “Cambio de Régimen 101”.
Springmann desnuda la masiva operación de censura de EE.UU para ocultar el “asesinato de 14 000 rusos étnicos en Dombás” antes de 2022, cuando la OTAN se había expandido del Báltico hasta los Balcanes.
Con las enseñanzas de Al Qaeda, el trágico comediante jázaro Zelensky creó la “Legión Internacional de Defensa Territorial” de 20 000 combatientes de 52 países, incluyendo a Israel. ¿Y qué diantres hace Israel allí? Rusia no se lo va a perdonar.
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Fuente: La Jornada
Tomado: Cubadebate