Conjuro mortal (+ Videos). Por Randy Alonso Falcón

Las armas son instrumentos para matar y los Gobiernos permiten que la gente las fabrique y las compre, sabiendo perfectamente que un revólver no puede usarse en modo alguno más que para matar a alguien.
Giovanni Papini (1881-1956) Escritor italiano.

El presidente de la mayor potencia de la historia de la humanidad, capaz de provocar guerras por doquier y someter a otras naciones, se mostró impotente en televisión hace unos días ante la tragedia de los asesinatos masivos en su país. «¿Cuántas matanzas más estamos dispuestos a aceptar? ¿Cuántas más vidas de estadounidenses inocentes deben ser arrebatadas antes de que digamos basta?», se preguntó en un discurso que, por momentos, se tornó emotivo.

Una escuela, un hospital, un supermercadoiglesias y cementerios, una habitual multitud sabatina en una calle de Filadelfia, autopistas y avenidas han sido escenarios en los últimos días de violentos tiroteos en la nación que más armas percápita acumula en el mundo. Sólo este fin de semana hubo 8 con al menos 11 muertos y 52 heridos

Parece natural en el país que más armas de guerra produce y exporta en el planeta.

«En las últimas dos décadas, murieron más niños en edad escolar a causa de las armas de fuego que agentes de policía y militares activos juntos. Piensen en eso», dijo Biden en su discurso del pasado jueves.

Un estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. mostró que, a lo largo de 2020, más de 4.300 jóvenes murieron por lesiones relacionadas con armas de fuego. Las armas se convirtieron en la causa principal de la muertes de niños y adolescentes en EE.UU. en ese periodo, superando a los accidentes automovilísticos. Las tasas de homicidios con armas de fuego aumentaron casi un 35 % del 2019 al 2020

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La violencia fundadora

Una nación erigida sobre la base de la violencia contra el otro (donde, como afirmara uno de los padres fundadores George Washington-, “Las armas de fuego son las segundas en importancia tan sólo después de la Constitución, ellas son los dientes de la libertad de la gente»), anda repleta de armas en los armarios de las casas en medio de una crisis multilateral profunda, que alimenta diferencias, odios, exclusiones.  Es el escenario propicio para nuevas matanzas dispersas por casi toda su geografía.

José Martí hace más de un siglo previno sobre los rumbos de un Estados Unidos de «carácter crudo, desigual y decadente» en su proverbial artículo en Patria «La verdad sobre los Estados Unidos»:

“Lo que ha de observar el hombre honrado es precisamente que no sólo no han podido fundirse, en tres siglos de vida común, o uno de ocupación política, los elementos de origen y tendencia diversos con que se crearon los Estados Unidos, sino que la comunidad forzosa exacerba y acentúa sus diferencias primarias, y convierte la federación innatural en un estado, áspero, de violenta conquista. Es de gente menor, y de la envidia incapaz y roedora, el picar puntos a la grandeza patente, y negarla en redondo, por uno u otro lunar, o empinársele de agorero, como quien quita una mota al Sol. Pero no augura, sino certifica, el que observa cómo en los Estados Unidos, en vez de apretarse las causas de unión, se aflojan; en vez de resolverse los problemas de la humanidad, se reproducen; en vez de amalgamarse en la política nacional las localidades, la dividen y la enconan; en vez de robustecerse la democracia, y salvarse del odio y miseria de las monarquías, se corrompe y aminora la democracia, y renacen, amenazantes, el odio y la miseria […]”

El cineasta Michael Moore afirmaba hace apenas una semana: » […] tenemos que admitir quiénes somos: una nación armada fundada en el genocidio, construida sobre la espalda de los esclavos.»

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Un producto de la sociedad y la cultura imperante

Armas en EE.UU. Foto: AFP

La agresividad es un instinto natural que el ser humano lleva consigo desde su nacimiento y que comparte con los animales. Este instinto nos sirve para estar alerta, defendernos y adaptarnos al entorno. Por lo tanto la agresividad es biológica, instintiva. Gracias a la educación y la cultura, graduamos ese instinto agresivo y lo convertimos en un instinto social.

Sin embargo, la violencia no es un comportamiento natural del ser humano, sino que se trata de un producto cognitivo y sociocultural alimentado por lo roles sociales, los valores, las ideologías, los símbolos. Es por tanto, una conducta aprendida y con una gran carga de premeditación e intencionalidad. La violencia es la transformación de la agresividad para hacer daño a otro ser humano, a los animales o a la propia naturaleza.

Para Federico Engels, «…la violencia no es un puro acto volitivo, sino que para su ejercicio se requieren condiciones previas muy reales, a saber, herramientas entre las cuales la más perfecta prevalece sobre la menos perfecta y que, además, estas herramientas tienen que producirse, con lo que al mismo tiempo se dice que el productor de instrumentos de violencia, vulgo armas, más perfectas triunfa sobre el de las más imperfectas y que, en una palabra, el triunfo de la violencia se basa en la producción de armas y ésta, a su vez, en la producción en general y, por tanto, en el ”poder económico”, en la ”situación económica”, en los medios materiales de que la violencia disponga.»

La cultura del poder y de la fuerza impulsados por los medios y la industria cultural de la sociedad actual, el afán de consumo a toda costa, la publicidad que convoca a ese consumo desmedido, las profundas diferencias sociales, el racismo enquistado, sistemas escolares ineficaces, políticas penales deshumanizadas y revanchistas que ignoran las posibilidades de rehabilitación, son caldo de cultivo de estas actitudes violentas.

A ello se une en Estados Unidos la «libertad» de acceso a las armas, que puede facilitar que un violento, un vilipendiado o un enfermo mental se convierta en genocida.

Estados Unidos es el único país del mundo donde las armas civiles superan en número a su población, indicó un estudio de Small Arms Survey (SAS), con sede en Suiza. Según la investigación, hay 120,5 armas de fuego por cada 100 estadounidenses.

Alrededor del 44% de los adultos estadounidenses viven en hogares con armas, indicó CNN al hacer referencia a una encuesta realizada en octubre de 2020, y alrededor de un tercio de la población posee al menos una.

La producción de armas se ha triplicado en la nación del Norte desde el año 2000, resaltaba en estos días el diario The New York Times, citando un informe del Buró de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos: de 3.9 millones en el 2000 a 11.3 million en 2020. Allí donde impera el mercado, a más ventas mayor producción para satisfacer la demanda, cualquiera sea la mercancía.

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El poder del dinero

Y en la tierra del bussiness nada puede ir en contra. Mucho menos una clase política corrupta y comprada por el mejor postor.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, casi imploraba al Congreso: «Necesitamos prohibir las armas de asalto y los cargadores de alta capacidad. Y si no podemos prohibir las armas de asalto, deberíamos aumentar la edad para comprarlas de 18 a 21 años».

Pero ni siquiera eso parece posible en la tierra de la «libertad»

El líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, del estado de Kentucky, dijo que esperaba que los legisladores se concentraran en lo que él considera que es la causa de los tiroteos masivos en Estados Unidos: “Me parece que hay dos grandes categorías que están en la raíz de este problema: la enfermedades mentales y la seguridad en las escuelas”.El senador McConnell no mencionó a las armas de fuego como una de las causas de las matanzas que han conmocionado al país.

Detrás de la estrecha perspectiva del cabecilla congresional están los fondos electorales. La Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) ha canalizado millones de dólares a los senadores republicanos durante la última década y más allá. La NRA contribuyó con aproximadamente $149,000 a miembros del Senado en el ciclo 2020, y casi todos los fondos se destinaron a los republicanos, según OpenSecrets .

Mitch McConnell encabezó la lista con $16,029 de la NRA en ese ciclo, seguido por el Senador Bill Haggerty (R-Tenn.) con $10,550 y Lindsey Graham con $10,459.

Gun Owners of America, otro grupo por los derechos de las armas, asignó $45,100 a los beneficiarios del Senado en el ciclo de 2020, según OpenSecrets , y el 100 por ciento se destinó a figuras republicanas.

También está la Asociación Nacional por los Derechos de las Armas. El grupo gastó $20,000 en las carreras por el Senado en el ciclo 2020, canalizando dinero a cinco candidatos republicanos.

Tales montos no son contribuciones políticas simplemente, sino inversiones interesadas:  que los legisladores que reciben dinero se pongan del lado del lobby de las armas y se opongan a la legislación que busca imponer más restricciones a las armas de fuego, incluso a medida que aumenta la presión sobre los tiroteos masivos.

“Apoyo los esfuerzos bipartidistas de un pequeño grupo de senadores demócratas y republicanos que intentan encontrar una solución. Pero, Dios mío, el hecho de que la mayoría de los republicanos del Senado no quieran que ninguna de estas propuestas se debata ni se someta a votación me parece inconcebible”, dijo contrariado el ocupante de la Casa Blanca.

Pese al crecimiento de los homicios masivos y la impresionante cifra de niños asesinados en ellos, el Congreso de EE.UU. lleva más de dos décadas sin aprobar una ley que limite significativamente la posesión de armas, protegida en la Segunda Enmienda de la Constitución.

A lo largo de sus 231 años de vida, la Constitución de Estados Unidos nunca ha sido modificada. El Tribunal Supremo defendió en 2008 el derecho inalienable de los estadounidenses a portar armas. Al ser invocado entonces, definió que la enmienda “protege el derecho de un individuo a poseer un arma, independientemente del servicio en una milicia, y a usar esa arma para un propósito legal, como la autodefensa en el hogar”.

La irracionalidad del sistema y la codicia que lo mueve, mata.

Fuente: Cubadebate

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