En 2011, en el marco de la denominada Primavera Árabe, estallaron protestas “pacíficas” en numerosos países del mundo árabe, que acabaron llevando a cambios políticos sustanciales en varios gobiernos. En este año también se concretó la invasión de Libia por parte de la OTAN y el asesinato del líder histórico de este país, Muamar el Gadafi. La fractura violenta de Libia implicó un amplio proceso de desestabilización para toda la región, lo cual alimentó a diversos grupos fundamentalistas con armas y militantes, además de la crisis humanitaria asociada.
En este contexto las protestas iniciadas en el propio 2011 en Siria conllevaron a una violenta guerra civil, con amplia participación de actores extranjeros. El objetivo era derrocar al gobierno del presidente sirio Bashar al-Ásad y debilitar a Siria como actor geopolítico importante en la región, sobretodo como fuerza contrapuesta a la hegemonía israelí. El dinero estadounidense y el de sus numerosos aliados regionales, alimentaron la formación de numerosos grupos armados y el auge del Daesh, cuyo ascenso y establecimiento de un califato fundamentalista en regiones de Siria e Irak marcó uno de los picos de este largo conflicto.
El apoyo ruso, iraní y de otras organizaciones como Hezbollá, fue clave para que el gobierno sirio resistiera en contra de este brutal embate inicial y luego, poco a poco, fuera recuperando el control sobre la mayor parte de su territorio, hasta llegar a la situación actual, donde sin haber concluido aún la guerra, parecen darse pasos sólidos en la estabilización del país.
Como en todo conflicto, el costo humano y material de la guerra, excede con creces las estadísticas que oficialmente se dan. Ampliamente silenciada por los grandes medios de comunicación hegemónica, la guerra en el país ha representado un importante punto de giro en la geopolítica regional y su disputa con el imperialismo norteamericano. Al haber resistido, el gobierno y el pueblo sirio evidencian la solidez de un eje de resistencia que se consolida y fortalece en la región.
Sobre la situación actual del país, conversamos con el doctor Firas Alcharani Alcaid, médico de origen sirio que reside actualmente en España. Firas es especialista en medicina interna, coordinador general del Global Ghathering in Support of the Choice of Resistance en España, miembro del movimiento en apoyo a Siria en España y colaborador habitual del canal antiimperialistas.com.
Esta conversación es parte de un pequeño esfuerzo por romper el cerco informativo y acercar a los lectores latinoamericanos la realidad de un país inserto en la lucha antiimperialista.
Respecto a Siria se ha orquestado una campaña informativa por parte de los grandes medios que falsea y modifica la realidad del país. Por eso creo que convendría comenzar hablando de ¿cuál es la situación real del país hoy?
En la actualidad Siria sigue resistiendo la agresividad tremenda del imperio anglosajón y sus sanciones. A nivel de los medios hegemónicos de comunicación han manipulado la situación desde el primer día en torno a esa falsa revolución de colores iniciada en 2011. En realidad ha sido una guerra contra Siria, una guerra terrorista contra Siria, usando métodos que ya han intentado usar en otros países bajo otro enfoque. La han querido presentar como si fuera una guerra por la libertad, un levantamiento pacífico. Y ya sabe más o menos la historia, todo lo que ha pasado y cómo han manipulado, cómo han mentido, cómo han traído todos los mercenarios del Daesh de todos los rincones del mundo, financiados por el petrodólar. Muchos de estos mercenarios y el armamento provinieron inicialmente del ejército libio derrotado y luego de las fábricas de Europa oriental en Bulgaria, en Ucrania y en algunos países de la antigua Yugoslavia. El dinero para hacer llegar estos armamentos a Siria provino de Arabia Saudí, Qatar y algunos fondos privados de jeques del Golfo Pérsico. Realmente ahora mismo Siria está sufriendo un asedio brutal a nivel económico y la gente padece muchísima escasez de electricidad, de gas, de petróleo, precios muy altos, lo mismo que ha sufrido quizás Cuba durante muchísimos años.
El mundo árabe es una realidad más compleja de lo que presentan tradicionalmente los grandes medios de comunicación occidentales. ¿Cuáles son las características socioculturales específicas de Siria que la diferencian de otros países de la región y desde el punto de vista geopolítico, cuál es su sistema de alianzas y su proyección internacional?
Siria ha sido una siempre referencia en el mundo árabe por el complejo mosaico que constituye su población. Además su constitución se puede decir que es la más laica del mundo musulmán. En Siria hay muchas etnias y conviven numerosas religiones. Solo la parte católica en Siria tiene seis obispos distintos, seis ramas distintas y aparte conviven kurdos, armenios, chechenos, etc. Evidentemente a nivel geopolítico era un punto clave en la política antiimperialista en la zona desde la creación del estado sionista de Israel. Entonces claro era muy importante derrocar Siria, dividirlo en muchos países y destrozar el país como eje de la resistencia para acabar con la causa palestina fundamentalmente. Siria siempre ha abogado por la defensa del pueblo palestino. Y también su condición de aliada de Rusia determina el interés por atacar y destruir el país.
¿Cómo ha impactado en el día a día del pueblo sirio el efecto combinado de la guerra, las sanciones y la crisis económica internacional? ¿Cómo ha sido el antes y el después de la guerra?
El impacto es tremendo a nivel económico. Las sanciones, la ley César, han impactado fuerte. Hoy en día se vive la escasez prácticamente de todo, precios muy altos, mucho paro, mucha gente sin trabajo, muchos niños necesitan estar otra vez en los colegios, dificultades de todo tipo y para colmo el terremoto, que ha venido a empeorar la situación en numerosas regiones y en el país de modo general.
La situación es actualmente muy complicada para el pueblo sirio. La gente está desesperada, intenta salir del país como pueda. Por desgracia se marcha mucha gente joven, porque no ven futuro y porque las sanciones han empeorado la situación general de la vida.
Uno de los pulmones existentes hasta hace muy poco era la entrada de numerosos productos a través del Líbano. Era capital sirio con empresas ficticias en el Líbano para introducir en el país aquello que necesitaba para su industria o para intentar mejorar la situación. Al comenzar las sanciones y problemas financieros en el Líbano, se ha detenido prácticamente este pulmón, que ayudaba a sostener los dos países realmente. Hoy muchos sirios viven en la pobreza y a una gran mayoría su única ayuda le viene de las remesas que envían los millones que viven fuera de Siria y envían dinero a sus familiares y amigos. Eso es lo que está manteniendo a flote la situación.
La reciente incorporación de Siria a la Liga Árabe parece un paso político importante. ¿Cómo lo valoras?
Este regreso tenemos que verlo en un sentido positivo, a pesar que a mí la liga árabe no me representa, jamás me ha representado. Yo me represento con las personas, con algunos países como Argelia por ejemplo, con el pueblo yemení sin duda, con una parte de Irak, con una parte del Líbano, pero en conjunto es una liga muy reaccionaria. Sin embargo este paso puede ayudar en intentar darle alguna salida al pueblo sirio, a aliviar un poco el efecto de las sanciones, a activar cierto intercambio comercial y diplomático, incluso intentar ayudar en la reconstrucción del país. Es importante señalar también que estos cambios se han dado sin que el país haya cambiado su postura en absoluto, ni el discurso de la nación, del estado, ni el discurso del presidente de Siria.
El mundo árabe está viviendo hoy un proceso de profundas transformaciones, de una dimensión geopolítica global. ¿Qué horizonte de futuro y perspectivas se abren hoy en tu opinión para Siria y para el mundo árabe?
El cambio geopolítico de todo el mundo árabe va hasta un mundo quizá un poquito más alejado de los Estados Unidos y lo que este país representa en la región. Las relaciones económicas, los tratados estratégicos entre Arabia Saudí y China, esta relación buena entre Arabia Saudí y Rusia, incluso hasta en el tema del hidrocarburos y las energías, la relación que cada vez debe ir a mejor entre Irán y Arabia Saudí, Irán y Egipto, van a llevar el mundo árabe en conjunto de estar un poquito lejos, no mucho, del imperio norteamericano.
(*) José Ernesto Novaes Guerrero, Escritor y periodista cubano. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Coordinador del capítulo cubano de la REDH. Colabora con varios medios de su país y el extranjero.
Fuente: mate amargo