A 46 años del golpe cívico-militar-empresarial-religioso y mediático más atroz que soportó nuestro país, es fundamental recordar todas las resistencias que desafiaron a la dictadura. Desde las más heroicas hasta las más anónimas, realizadas en barrios, fábricas, colegios, por innumerables luchadores que no se rindieron jamás ante la adversidad. Entre estas experiencias, también el periodismo tuvo su sitio, y el caso de la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA) es fundamental a la hora de hacer balance.
Ineludiblemente, hablar de ANCLA hoy lleva a imaginarse a ese hombre enjuto pero movedizo, cerebral pero a la vez dicharachero, brillante pero también dotado de una humildad que casi siempre nos dejaba perplejos: Rodolfo Walsh. Era un tipo de militante que siempre estaba imaginando nuevas alternativas para desafiar al sistema, y lo hacía teniendo en cuenta que una de las armas más valiosas con las que se puede contar en una batalla desigual es el manejo de la información. Sobre todo, la que incide en los formadores de opinión y la que penetra filosamente en las filas del propio enemigo a enfrentar.
De allí que Walsh trabajara en sus inicios en solidaridad con la revolución cubana a la que tanto amaba, conformando un colectivo noticioso denominado Prensa Latina, que con el tiempo se logró instalar con gran aceptación en la mayoría de los países del Tercer Mundo.
Sin embargo, ANCLA fue algo más específico y no menos contundente en los resultados. Vivíamos en plena dictadura militar, soportando una cerrazón informativa como jamás había ocurrido en el país, y es en ese marco que el oficial montonero Walsh se fusionó mental y físicamente con el Walsh estratega comunicacional. Parió entonces un instrumento que sirvió para romper el muro de silencio que nos quería imponer la dictadura, y además, supo vencer el discurso del terror, que actuaba como desmovilizador y paralizador de la sociedad.
Con esas premisas y la recomendación tácita de que para quienes formáramos parte del equipo ANCLA, ésta iba a ser, desde ese mismo momento, nuestro ámbito prioritario, nace en junio de 1976 una herramienta que duró poco mas de un año pero que marcó una profunda huella en el escenario del periodismo insurgente.
El tema era de una gran trascendencia: teníamos que transformar un espacio de clandestinidad en una fuente contra-informativa y de denuncia sobre los desmanes, atropellos, violaciones de los derechos humanos (torturas, asesinatos, campos de concentración) y demás fechorías que estaban cometiendo los militares de las tres armas, y el grupo importante de civiles que les acompañaban en el genocidio.
Además, se hacía fundamental eludir la censura para dar a conocer las numerosas acciones que la resistencia popular (no solamente la armada) estuviera generando día a día en cada rincón del país.
Es importante entender que para que todas las tareas, locales o externas que hacía a la agencia, tuvieran relativo éxito, Walsh imprimía a su equipo constantes directrices vinculadas a la eficacia y el contraste de fuentes informativas para no generar errores que pudieran hacer perder confianza en lo difundido por ANCLA.
ANCLA fue uno de los grandes aportes a la resistencia popular imaginada por Walsh, para dar batalla por todos los medios posibles, y por ello es necesario reafirmar que esa experiencia revolucionaria hecha en un tiempo difícil, fue su forma de demostrarnos que aún en las peores circunstancias, si se pelea por una causa justa se pueden obtener victorias que logran trascender a través de los años. El 25 de septiembre de 1977, hace exactamente 45 años, Walsh emprendería su última y gran operación política-informativa desafiando la militarización en que estaba sumergido el país a un año de la dictadura militar: hizo conocer públicamente la Carta a la Junta Militar genocida. En ella detalló con minuciosidad las atrocidades cometidas contra el pueblo por las tres fuerzas armadas y policiales. Firmó la Carta con su nombre para anudar de esa manera los lazos forjados a nivel de la investigación y la denuncia periodística, desde aquel, su primer y potente libro que fue “Operación Masacre”, sobre los fusilamientos producidos por otra dictadura, la que derrocó a Perón en 1955 y la que sus continuadores ejecutaron a partir de 1976.
Después de enviar la Carta y organizar la distribución desde ANCLA para que fuera conocida en el mundo, Walsh concurre a una cita con un compañero y es emboscado por efectivos de la Marina. Sabedor qué le esperaba si caía prisionero, desenfundó un revolver calibre 22 y se defendió hasta caer asesinado, ganándole a sus enemigos la última batalla.
Fuente: Resumen Latinoamericano