En el título de este homenaje al maestro ancestro Juan José Bautista Segales, se contiene ya su principal intención y sentido.
Supone pensar ancestralmente “con” el pensador y “desde” Abya Yala, resaltando la milenaria cosmovisión de nuestros pueblos indígenas y su digna resistencia ejercida desde la conquista y colonización. Esta realidad cultural llevó a nuestro maestro ancestro a hacerse las preguntas fundamentales de nuestro tiempo histórico. Cuando en 2014 el maestro Juan José publicó su premiado libro, ¿Qué significa pensar desde América Latina?, planteó una pregunta fundamental, como los grandes pensadores, la cual nos sigue interpelando hasta el día de hoy. Para quienes hemos tenido el placer de leer su obra, podríamos decir, muy sintéticamente que, pensar desde Abya Yala significa pensar desde nuestro lugar de enunciación, desde nuestra realidad situada, desde nuestros problemas cotidianos, desde nuestros espacios de experiencias y con nuestras propias categorías, desde todo lo que ha sido negado y encubierto por el proyecto suicida de la modernidad capitalista impuesto por Europa desde 1492.
Contra la linealidad temporal occidental y moderna, Juan José nos llevó a lo largo de las tres partes que conforman su texto, a una especie de pachacuti en el cual pasado, presente y futuro constelan en una espiral que nos interroga a todas y todos como latinoamericanos. En la Primera parte nos plantea la pregunta sobre el “Pensar”. ¿Qué significa pensar? ¿Qué significa pensar críticamente? ¿Qué significa pensar más allá de la modernidad, es decir, desde la transmodernidad? En la Segunda parte, “De la crítica”, establece un diálogo teórico con sus maestros. Si bien en la primera parte conversa con la obra de Enrique Dussel, aquí lo hace con Hugo Zemelman, particularmente sobre la crítica de la razón latinoamericana desde el horizonte histórico y epistémico. Después el diálogo es con Franz Hinkelammert y la necesidad de pasar de una crítica ontológica a una crítica “transontológica”, exponiendo así un juicio radical al “fetichismo” y a la “idolatría” de la modernidad occidental,con lo cual se puede visibilizarmás claramente la irracionalidad de la racionalidad moderna. Finalmente, en la Tercera parte, “De la racionalidad”, el diálogo es con Karl Marx, o como diría Juan José, “para pensar con Marx más allá de Marx”. Aquí el maestro presenta y desarrolla las bases para pensar otra racionalidad posible y necesaria, la cual permita el tránsito hacia otra filosofía, desde otro locus que sea transmoderno y postoccidental, es decir, una filosofía desde Abya Yala, desde Amerindia.
Esto significa pensar desde la concepción de la naturaleza no como objeto, sino como sujeto, como Pachamama, que nos permita el tránsito de la sociedad moderna a la comunidad de Vida; de la forma-social mediada ya por relaciones de dominio y explotación capitalistas a la forma-comunitaria, donde la reciprocidad arquetípica, los sistemas de prestación andinos (ayni), conforman una coordinación orgánico-trascendental entre los seres humanos y todos los órdenes de lo viviente. Estas ideas se cristalizan ejemplarmente en su taxativa interpelación por el pasaje de la “dialéctica del desarrollo desigual” a la “dialéctica del desarrollo de la vida”.
De esta manera, frente al actual panorama de muerte, de exterminio, de consumo irracional de los medios que nos permiten la sobrevivencia, del intento de destrucción sistemático y acelerado de nuestra Madre Tierra, nuestro hogar común, ¿Qué significa pensar desde América Latina? nos muestra que no todo está perdido y que justamente pensar desde nuestra Abya Yala, significa pensar desde la Vida, desde su afirmación y reproducción permanentes. Significa dejar de pensar desde el “ego” moderno, desde el individualismo narcisista y aniquilador. Comenzar a comprender, como bien lo han sabido nuestros pueblos indígenas que todo está vivo y este planeta es un enorme vientre, todo lo que está dentro de él constituye una compleja e interdependiente red de Vida. ¿Qué significa pensar desde América Latina? es un “canto”, una “flor”, en el sentido que el gran Nezahualcóyotl les daba a estas palabras, desde y para la Vida, un canto de esperanza y de lucha que nuestro querido maestro ancestro Juan José, generosamente nos ha donado.
Sin embargo, la gran pregunta que se nos abre, como él muchas veces lo señalara al referirse a algún maestro, es ¿cómo nos hacemos merecedores de esto, de dicha donación? Es más, desde el 11 de mayo de 2021, cuando él hace la gran transformación existencial y pasa a formar parte de nuestra comunidad de ancestros, la pregunta que surge es ¿cómo nos hacemos merecedores de su vida y su obra? Por eso también, frente a la pregunta que da título a la obra que comentamos aquí, se desprende otra, aún más profunda y aguda: ¿qué significa pensar con Juan José desde Abya Yala? Como él bien nos enseñara, tenemos que pensar desde los problemas concretos de nuestra realidad interpelante. No sólo desde textos europeos o de teorías que fueron pensadas desde otras realidades y contextos históricos. Por eso es importante tomarse en serio la milenaria ancestralidad de nuestros indígenas de Abya Yala y también su resistencia, en particular a partir de su encubrimiento sistemático desde 1492. Esta cosmovisión nos plantea otra forma de relacionarnos con la naturaleza, distinta al modo crematístico impuesto por la modernidad capitalista. En efecto, para el núcleo de reflexión de nuestros indígenas de Abya Yala el nexo basal, la relacionalidad primera, pasa por pensar a la naturaleza como madre, como sacra fuente donadora de Vida. De aquí que cada acto de extractivismo sea lisa y llanamente un acto de violación. La modernidad capitalista constante y sistemáticamente está violando a nuestra Pachamama, sin importarle en lo más mínimo las nefastas consecuencias que estas prácticas provocan en los equilibrios globales dentro del circuito natural de la vida humana.
Pensar con el maestro ancestro Juan José y desde otro locus histórico-cultural, implica hacerlo desde una cosmovisión radicalmente distinta a la moderna capitalista; una manera completamente otra de ser-estar-producir-sentir-inteligir en el mundo que supone un compromiso de gran envergadura revolucionaria, si por revolución nos abrimos de una vez por todas a pensar el despliegue de todas las fuerzas reproductivas y procreativas que aseguren la afirmación plena de la Vida, del Buen Vivir, ahora más que nunca como un antídoto indispensable frente a la necropolítica neoliberal generalizada y a su vez como donación con el fin de sumar fuerzas solidarias, gratuitas, contrahegemónicas, libertarias, a favor de las transformaciones radicales que afirmen objetivamente todas las formas de vida que cohabitan en esta Madre-Tierra. La Pachamama por y con la que se lucha en las calles, junto a la comunidad de parientes humanos, parientes de la tierra como los cerros, los ríos, los mares, y los parientes espirituales, nuestros ancestros, cuando los convocamos en los grandes acontecimientos de transformación política, y donde, como nos dice el maestro, “aunque estamos solos nunca nos sentimos solos”. Juan José nos recordó ferozmente la materialidad de este horizonte nuestro; indígena, andino, raigal, trascendente y por sobre todo comunitario. Y supo de la magnitud de esa comunidad, tanto más ancha y profunda de la que ven nuestros ojos, dónde la lucha no la batimos solas/solos, nos acompañan nuestros ancestros, parientes espirituales, caudales de la historia presentes en cada batalla ganada.
Pensar con Juan José desde Abya Yala es recuperar nuestra memoria histórica y con la utopía de reproducir y afirmar la Vida, luchar con sus fuerzas en el tiempo mesiánico y hacia la trasformación futura; el reino de la libertad de plena construcción presente. Esa fuerza es nuestra fuerza, la que nos interpela para un cambio realmente radical y revolucionario, desde la trascendentalidad interna del sistema, su exterioridad critica, donde el bloque histórico de las/los oprimidos entre en la historia. Pensar con Juan José desde Abya Yala es hacer visible un hecho referencial, el lugar existencial de una comunidad de Vida que otorga sentido e inteligibilidad a la historia y que son las grandes cosmovisiones. Un horizonte histórico-cultural que para el maestro tiene su propia razón histórica, su propio modelo ideal como contenido para la afirmación y reproducción de la Vida, la naturaleza y la subjetividad humana; un marco biocéntrico, antropológico que pone la Vida como sagrada.
Con su lucha y en su honor, pensar junto a nuestro hermano Juan José, es hacerse cargo de toda una consecuencia epistemológica que impacta el pensamiento latinoamericano desde sus bases, desde la producción de sentido, de Vida y de comunidad; desde la situacionalidad histórica y cultural de Abya Yala como lugar primeramente existencial. Es posicionarse radicalmente contra el fetichismo y la secularización delmundo moderno,interrogando sus propias contradicciones, su modelo ideal, su principio de imposibilidad; conocer “su gran mito”. Comprender junto al legado del maestro este momento de crisis geopolítica global, el colapso del sistema colonial, el imperialismo norteamericano y el modelo neoliberal como horizontes agónicos del actual sistema-mundo. Es interpelar este sistema civilizatorio necrófilo, ecocida y epistemicida, desde una ciencia crítica radical, una “ética-critica” que parte de la afirmación y reproducción de la comunidad de Vida como origen de todo pensar; como praxis transontológica hacia un nuevo orden político situado, descolonizado y pluriversal. Pero es también pensar desde la autocrítica como forma de autoconocimiento, no en el sentido solipsista moderno, sino desde el horizonte del “arusquipai” aymara que proponía el maestro; de las relaciones de solidaridad y alteridad del “Yo te confió”, “tú me confías”, donde el sujeto se reconoce siempre en relación con su comunidad. Pensar Abya Yala desde el marco categorial que nos hereda Juan José, es también entonces luchar contra el racismo epistémico que habita entre nosotras/os, donde la sabiduría ancestral, el horizonte místico de nuestras cosmovisiones, siguen sometiéndose una y otra vez a la prueba de la blancura, al rasero occidental que impone la ciencia moderna, al intelectualismo académico y a su negación colonial como doxa.
Pensar desde nuestro horizonte amerindio,es interrogar nuestros marcos éticos, nuestros modelos ideales, nuestro universo de observación desde un locus donde no hay forma de demostración empírica, como decía el maestro, “es “creo” o “no creo”. Es inteligir la realidad de otro modo, desde el horizonte de cosmovisión la de la tierra y el otro/a sufriente,que para el maestro no solo es “creer”, sino que ponerse existencialmente en ese lugar.Este estar-siendo juntas/juntos, nos impone desde la praxis politica, la recuperación de la memoria histórica del continente; la memoria larga de Abya Yala, La tierra madura, la espiritualidad andina, amazónica, la Gran Comarca y las rebeliones de en/los sures globales. Las luchas anti-sistémicas, populares, campesinas, obreras y de las mujeres, junto a los Ajayu: las y los ancestros, parientes espirituales sin los cuales no hay Bolivia liberada, no hay revolución bolivariana, no hay horizonte político ni Latinoamérica nuestra. Nuestro querido hermano dejó el camino señalado y hoy se ha hecho el camino. Lo cobija el vientre de su madre, su tierra, el Uywiri, protector de las comunidades y su lugar sagrado. Lo acompaña la fuerza de su familia terrenal; sus hijos y su compañera de vida, sus parientes y amigos, en quienes habitará por siempre. Sus discípulos, la militancia, a quienes dona su obra para hacerla carne en el presente. Su comunidad de lucha, a la que consagró su vida en el tiempo del peligro. La fuerza y claridad revolucionaria de Juan José es hoy nuestra fuerza. Su legado tendrá en frente la eternidad, la semilla de los pueblos libres, para seguir creciendo.
Abdiel Rodríguez Reyes, Panamá
Christian Soazo Ahumada, Chile
Dany Velázquez Romero, Bahía-Brasil
María Magdalena Becerra, Chile
Fuente: Rebelión