El uso de las «sanciones» como instrumento de presión para que los Estados modifiquen su administración interna o para impulsar cambios de régimen ha generado numerosos estudios, muchos de los cuales se han centrado en el impacto macroeconómico y su eficacia cuestionable.
En el caso de Irán, ha sido una de las políticas dominantes de Estados Unidos durante los últimos 30 años. El informe titulado El arma de la inflación. Cómo las «sanciones» estadounidenses perjudican a los hogares iraníes, de Esfandyar Batmanghelidj, ofrece un enfoque novedoso sobre aristas que no han estado en debate: las dificultades económicas generalizadas y los graves daños humanitarios.
Batmanghelidj es director ejecutivo de la Fundación Bourse & Bazaar, miembro visitante del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores y parte principal de un proyecto de investigación financiado por la Red Suiza de Estudios Internacionales llamado «Cuando el dinero no puede comprar alimentos y medicinas».
El estudio fue presentado en enero de 2022 y sienta las bases para asociar los procesos de inflación e hiperinflación, que generalmente son vistos como responsabilidad de los gobiernos, con las «sanciones».
EL GÉNESIS DE LAS «SANCIONES» CONTRA IRÁN
Desde el final de la Guerra Fría se empezaron a emplear y perfeccionar como arma de guerra. En el caso específico de Irán, las primeras «sanciones» datan de 1992 y 1996 con las iniciativas legales: Ley de No Proliferación de Armas Irán-Irak (1992) y Ley de Sanciones de Irán y Libia (1996), cuyo argumento era cortar financiamientos a entidades que apoyaran programas nucleares.
En 2006 la administración de Bush creó una coalición internacional para su programa de «sanciones» contra Irán y consiguió la aprobación de resoluciones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Durante la administración de Ahmadinejad se intensificaron y China, la Unión Europea y Rusia se sumaron a la presión.
En 2013, tras la elección de Hassan Rouhani, Irán regresó a la mesa de negociaciones con las grandes potencias. Dos años después el país persa y estas acordaron el JCPOA, un acuerdo multilateral para poner límites al programa nuclear iraní a cambio del levantamiento de las “sanciones” secundarias, dirigidas a afectar amplios sectores de la economía y la energía.
Pero el mayor acuerdo nuclear se vino abajo cuando en 2018 el presidente Donald Trump cumplió la promesa de romperlo al lanzar la campaña de «máxima presión», una suerte de cruzada unilateral que incluía todo el poder de su influencia política y económica, incluso pasando por encima de sus aliados europeos, de Rusia y de China.
Esfandyar Batmanghelidj señala que el uso de la coerción económica fue la única opción disponible para los gobiernos occidentales en la primera década de este siglo, ya que un conflicto militar era costoso y se cuestionaba la presencia militar estadounidense en Irak y Afganistán.
Desde entonces las «sanciones» pasaron de ser un compromiso diplomático a emplearse como forma alternativa de hacer la guerra. El experto recoge que la concepción más agresiva de este método se empezó a consolidar desde la época de Bush, periodo cuando funcionarios como Juan Zárate «comenzaron a idear formas de convertir el sector financiero de Irán en un punto focal del Departamento del Tesoro deEstados Unidos».
EL MÉTODO Y LOS EFECTOS
Si bien las «sanciones» de 2008 impuestas por la ONU fueron estrictas, no causaron tanto daño como las de Obama en 2012, las que efectivamente separaron a los bancos iraníes del sistema financiero mundial y trataron de reducir las exportaciones de petróleo del país.
Batmanghelidj recoge datos del Fondo Monetario Internacional que señalan la contracción de la economía de Irán. Ese año fue de 7,4% y se registró su primera recesión desde 1994. Con la campaña de «máxima presión» la economía volvió a entrar en crisis y se contrajo 6,0%.
El estudio describe los impactos económicos silenciosos en 2012 y 2018, los que sufre la población pero que tienen los mismos efectos devastadores de una bomba. Fueron shocks que obstaculizaron el crecimiento económico y restringieron el flujo de bienes y capitales del Estado, lo que generó fallas estructurales que fueron asumidas por la ciudadanía como mala gestión e ineficacia del gobierno.
INFLACIÓN
La inflación en Irán está estrechamente ligada con las «sanciones» de Estados Unidos. Sin embargo, ahora es cuando se están estudiando las conexiones entre el impacto en la macroeconomía y la disminución del bienestar en el seno de los hogares iraníes.
El experto se centra en un mecanismo que ha hecho que los bienes básicos, como los alimentos y los medicamentos, sean menos asequibles y estén menos disponibles.
Cita al arquitecto principal del programa de «sanciones» a Irán durante la administración Obama y ahora enviado adjunto del presidente Biden al país persa, Richard Nephew, quién destacó el éxito de las restricciones en tanto que «la economía de Irán pasó de un crecimiento del PIB de 3% a una contracción de 6,6% entre 2011 y 2012. La moneda local se depreció tres veces en cuestión de semanas, lo que provocó la hemorragia de las reservas”.
Nephew describe cómo se instrumentalizaron las importaciones humanitarias para estimular la inflación: «Con la población de Irán técnicamente incapaz de comprar tales bienes aunque las importaciones seguían fluyendo, pero con el tipo de cambio a una tasa que privaba a la mayoría de la gente del beneficio práctico para comprarlos, solo los ricos o aquellos en posiciones privilegiadas podían acceder a ellos».
Lo que ocurrió a continuación era de esperarse: crecieron la desigualdad y la inflación. Los efectos inmediatos fueron protestas relacionadas con las repercusiones económicas de la inflación.
Por ejemplo, impusieron «sanciones» contra el pollo pero aumentó el precio de esta proteína animal. Obviamente el gobierno quedaría como responsable de la frustración de los iranés por no poder comprar ese rubro. Desde entonces empezó a cambiar el sentimiento popular y la aceptación.
El experto compila datos del Centro de Estadística de Irán, los que se señalan que los precios generales en ese país aumentaron 85% luego de la «máxima presión» de Trump.
CÓMO OPERAN LOS SHOCKS FINANCIEROS
En primer lugar, las sanciones limitan los ingresos públicos, lo que genera déficits presupuestarios que deben financiarse mediante una política monetaria expansiva, es decir, imprimiendo dinero. La disminución de las exportaciones de petróleo y, por tanto, de los ingresos provenientes de su industria, crea un círculo negativo que hace difícil la producción. ¿Conocen un caso parecido?
Si bien la economía iraní está diversificada, pues depende más del sector inmobiliario, minorista y manufacturero que del petrolero, la recesión en el sector energético tuvo consecuencias para la economía en general debido al impacto sobre el gasto público.
La administración de Rouhani buscó mitigar la incidencia de las «sanciones, pero carecía del espacio fiscal para realizar intervenciones importantes. El gobierno participó en transferencias de efectivo específicas, que son una característica importante del estado de bienestar iraní. Este método ayudó a aliviar las dificultades de los hogares durante un período breve, pero los programas fueron menos extensos de lo que deberían haber sido.
Batmanghelidj señala que el gobierno de Rouhani buscó reducir el gasto público para tratar de controlar el déficit fiscal. A falta de entrada de recursos la solución inmediata fue imprimir más dinero. Es así como la oferta monetaria en Irán se expandió del equivalente de 300 mil millones a casi 800 mil millones de dólares.
¿QUÉ OCURRIÓ?
Si aumentó la masa monetaria, la inflación también aumentó debido a la devaluación de la moneda iraní.
La caída de las exportaciones de petróleo provocó una crisis en la balanza de pagos. La solución sería recurrir a las reservas, pero el bloqueo no lo permitía.
Luego de una ligera estabilización en 2019, llegó la pandemia de covid-19 a Irán y de nuevo la economía entró en crisis. De acuerdo con el informe, el rial perdió todas sus ganancias del año anterior frente al dólar, un 57% de su valor, a medida que el tipo de cambio pasó de 137 mil riales por dólar en febrero de 2020 a un máximo histórico de 322 mil riales en octubre de 2020.
La devaluación de esa moneda repercutió en los precios de alimentos y medicinas. Irán produce casi todo lo que consume, pero muchos ingredientes usados para la fabricación de medicinas, así como el alimento de los animales, son importados. Las Interrupciones de la cadena de suministro son catastróficas, sobre todo en tiempos de pandemia.
INEVITABLES COMPARACIONES
Lo dicho hasta ahora nos da argumentos para establecer comparaciones con Venezuela, otro país sometido a un régimen de «sanciones» criminales con impacto devastador en la calidad de vida de sus ciudadanos.
Un ejercicio plausible de aquí en adelante sería verificar qué coincidencia hay entre la aplicación de «sanciones» y el aumento de la inflación en ambos países.
Por ejemplo, la inflación en Venezuela en 2019 tuvo un registro mensual de 197%, de acuerdo con datos ofrecidos por la vicepresidenta Delcy Rodríguez, año signado por la asfixia económica y financiera contra el país causada por las «sanciones». Año en el que además se consolidó el despojo de activos y bloqueo de cuentas en el exterior.
Un paseo breve sobre el registro de la inflación en el país en los últimos años será suficiente para notar que coincide con la época de mayor presión y «sanciones», siendo la más alta la de los años 2017, recordada por el ciclo de protestas que devino en el llamado a la Constituyente para salir de la crisis; 2018, año de elecciones de todos los cargos públicos que no fueron reconocidas por los organismos internacionales; y 2019, que ya lo mencionamos.
Todo lo vivido en Irán puede ser fácilmente asociado con Venezuela, especialmente los métodos imperiales teledirigidos para socavar a la población más vulnerable.
Luego de las «sanciones» de 2018, las transnacionales se empezaron a negar a establecer relaciones comerciales con Irán por temor a represalias. Las puertas se fueron cerrando poco a poco y la obtención de trigo, cebada, maíz y soja resultaba un desafío. Los importadores iraníes se enfrentaron a más dificultades en el intento de encontrar un canal viable para hacer el pago a las cuentas de los proveedores europeos.
Como resultado, los precios de estos productos básicos aumentaron no solo debido a las limitaciones en el suministro sino también porque los costos de envío se dispararon a medida en que las empresas de transporte aplicaban cargos por estadía en los que incurrían cuando sus buques de carga permanecían anclados en el golfo Pérsico mientras esperaban que se liquidaran los pagos.
Todas estas penurias se tradujeron en escasez de oferta y, por ende, más inflación. Durante la pandemia Irán sufrió bastante por fragilidad de las cadenas de suministro a causa del bloqueo. A pesar de eso, fue el primer país en enfrentar la pandemia mientras estaba bajo un gran embargo.
Un año después de la pandemia, el acceso a las vacunas surgió como la nueva preocupación, refiere Batmanghelidj. Los países sancionados, como Irán y Venezuela, estaban en desventaja y de últimos en la lista para la adquisición de la inmunización.
LOS ESTRAGOS DE LA INFLACIÓN
¿Qué tuvieron que enfrentar los iraníes?
- La inflación y las interrupciones en las cadenas de suministro provocaron aumentos en el precio de los bienes más fundamentales.
- Los salarios se estancaron.
- Se acentuó el desempleo.
- Se erosionó el poder adquisitivo.
- 60% de los trabajadores iraníes vive en relativa pobreza porque los salarios son insuficientes para cubrir sus necesidades.
Aunque el nivel general de empleo en Irán se ha mantenido prácticamente sin cambios, la composición de la fuerza laboral se ha visto afectada. En Venezuela sucedió algo similar: no subió la tasa de desempleo pero los salarios fueron pulverizados por la inflación.
Quien ha tenido que responder a la presión política causada por la inflación ha sido el gobierno, que se ha enfrentado en los últimos años a protestas por el alto costo de la vida. Este creciente rechazo se refleja en la participación ciudadana en las elecciones. Por ejemplo, el presidente Hassan Rouhani fue elegido para su primer y segundo mandato con una participación de 76% y 73%, respectivamente. Pero el nuevo presidente de Irán, Ebrahim Raisi, ganó con apenas 48% de participación, la cuota más baja para una elección presidencial en 40 años.
Por su parte, el gobierno sigue haciendo grandes esfuerzos para minimizar los daños humanitarios de las «sanciones», los cuales se centran en salvaguardar el comercio de alimentos y medicinas.
El informe deduce que los esfuerzos para atenuar el daño humanitario de las «sanciones» implican, necesariamente, el abordaje de la inflación: «Sería poco realista sugerir que las «sanciones» no deberían causar inflación; eso significaría esencialmente pedir la abolición de las «sanciones» financieras. Una ‘prohibición’ tan absoluta es un objetivo imposible», argumenta el investigador.
Finalmente se sugiere que para controlar la inflación deben limitarse los shocks financieros. ¿Cómo?:
- Las ganancias de divisas y el acceso a las reservas deben calibrarse de manera continua. Esto requeriría que el banco central del país de destino disponga suficiente liquidez en divisas para fines de su asignación a los importadores activos en el comercio humanitario.
- Limitación de las interrupciones de las cadenas de suministro: Los legisladores de Estados Unidos deben garantizar que las rutas de pago humanitario estén operativas antes de cada escalada de «sanciones».
- No promover «el tipo de hiperinflación que puede precipitar la clase de colapso económico que se ve en países como Venezuela. El cumplimiento de este límite debería confirmarse como parte de los informes regulares, que buscarían brindar a las diferentes partes interesadas la oportunidad de supervisar».
Esta sugerencia es risible y enfrentaría al gobierno de Estados Unidos con un dilema. ¿Los legisladores gringos estarían dispuestos a limitar sus propios poderes y poner fin a la inflación como arma? La reciente revisión de la política de «sanciones» por parte de la administración Biden exige la «calibración» para mitigar los impactos humanitarios «no deseados». Si embargo, es casi imposible que vean la inflación de un país asociada con las «sanciones».
«¿Es el dolor económico generalizado de los ciudadanos comunes en ese país un resultado no deseado justificable?», se pregunta Batmanghelidj, duda razonable si se toma en cuenta que las «sanciones» no están sirviendo para cambiar el comportamiento del gobierno objetivo, ni en Irán ni en Venezuela.
Fuente: Misión Verdad