sábado, diciembre 7, 2024
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LA URGENCIA DE RELANZAR UNASUR (TRABAJO ESPECIAL).

La reciente convocatoria del presidente Lula da Silva a que se realice una cumbre de presidentes sudamericanos en Brasil ocurre en un momento cuando la región enfrenta desafíos tanto en materia de integración económica como de unidad política. En este sentido, los líderes regionales deberían tener en cuenta la necesidad de fortalecer estos ámbitos a través del relanzamiento de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

UNASUR COMO BLOQUE PODEROSO E INFLUYENTE

El gobierno de Lula Da Silva en Brasil tiene un gran valor simbólico para la reactivación de Unasur debido a que en este país se firmó el tratado que dio origen al mismo. Retomar el camino desde Brasil sería un mensaje contundente de compromiso renovado con la integración y la autodeterminación de la región, en un contexto global en el que se percibe el regreso a las tensiones propias de la Guerra Fría.

Un factor que destaca de Unasur es su perfil geopolítico diversificado. Otras instancias regionales se enfocan en áreas temáticas específicas. En cambio, este organismo aborda una amplia gama de temas, desde cuestiones energéticas hasta integración financiera, social y cultural. Esto le permite tener una presencia más sólida y mayor poder en el ámbito regional. Además, su existencia le otorga una centralidad geopolítica a Sudamérica, algo que no han logrado otras iniciativas como Prosur o la Alianza del Pacífico, incluso después de haberse despejado el camino tras la desintegración de Unasur.

Mientras que otras plataformas regionales enfrentan problemas de estructura y representatividad, Unasur cuenta con una cantidad manejable de Estados miembros que le permiten tener una arquitectura organizativa eficiente. Esto facilita la coordinación y planificación de encuentros entre presidentes y ministros de relaciones exteriores, así como la comunicación a alto nivel, lo que agiliza la toma de decisiones.

El relanzamiento de Unasur también sería un gran logro narrativo para el continente ya que significaría una formalización del cambio de dirección geopolítica que ha habido por la aparición de nuevos gobiernos progresistas. Confirmaría que la integración es una prioridad para las agendas de estos gobiernos.

Su reactivación permitiría superar el vacío de unidad política que dejó el ciclo de gobiernos de derecha aliados a Estados Unidos, demostrando a las plataformas geopolíticas emergentes un avance serio y responsable en la integración regional. Este organismo podría personificar la voz unificada del continente en asuntos internacionales y lo posicionaría como un bloque poderoso e influyente.

RESPONDIENDO A LOS NUEVOS DESAFÍOS CON RESOLUCIÓN PACÍFICA Y SOBERANÍA

Unasur ha mostrado su efectividad y capacidad en el pasado al abordar colectivamente intentos de desestabilización, golpes de Estado y operaciones de cambio de régimen en el continente.

Durante sus primeros años este bloque fue clave en defender los derechos políticos de Manuel Zelaya en Honduras, contribuyó a la estabilidad de Bolivia durante un intento de golpe secesionista, actuó con rapidez en Ecuador frente a una pretensión de golpe de Estado, y también le hizo frente al golpe parlamentario consumado en Paraguay.

Este organismo posee un Protocolo contra golpes de Estado, aprobado en 2010, lo que lo convierte en el único ente en la región con una visión propia sobre la preservación del orden democrático. Esto se traduce en una serie de herramientas y mecanismos de abordaje de episodios de desestabilización que podría ser de gran utilidad en un contexto de fragilidad política y social en el continente.

El relanzamiento de Unasur supone una oportunidad propicia para contrarrestar la propuesta del presidente Gustavo Petro de reescribir el «pacto democrático» de la región bajo la concepción de la Organización de Estados Americanos (OEA) y su sistema de derechos humanos —con sede en Washington, D.C.—, que debilitarían la postura autónoma del conjunto.

Al ofrecer una alternativa de contrapeso, el organismo podría neutralizar esta y cualquier otra iniciativa de fortalecer la influencia ideológica de Washington y de robustecer sus instituciones orientadas a la injerencia. Esto resulta crucial en un contexto en el que la fragilidad del poder estadounidense se hace evidente.

INTEGRACIÓN Y COMPLEMENTARIEDAD EN LA ERA MULTIPOLAR

Unasur tiene la capacidad, y la ventaja, de ser el eje central de la implementación de la propuesta de la moneda «Sur», y del mismo modo puede serlo para otros mecanismos que fomenten la desdolarización del intercambio comercial y financiero en la región.

Por otro lado, la acumulación de reservas de minerales estratégicos y la infraestructura agrícola e industrial de los Estados miembros representan una base material sólida que otorga un peso geopolítico inmediato al conjunto. Si se aprovecha adecuadamente, esa densidad puede impulsar proyectos monetarios autónomos y dinamizar aun más la integración comercial en la región, con este bloque en el epicentro de estos desarrollos.

El organismo puede apoyar la complementariedad y la generación de proyectos comunes entre los Estados miembros. Venezuela puede ser una fuente de abastecimiento de fertilizantes para la poderosa infraestructura de Argentina y Brasil, mientras que el potencial de exportación de litio de Bolivia y de Argentina podría dar lugar a la discusión de proyectos conjuntos que reestructuren las cadenas de valor y democraticen los beneficios en tecnología para el desarrollo regional.

El fortalecimiento de Unasur, en términos de poder de negociación a nivel global, resulta clave para permitir una actuación conjunta y sólida entre los Estados miembros. La posibilidad de actuar en bloque contribuye a que el continente pueda contar con una mayor cuota de influencia en entes financieros y foros multilaterales.

Este recurso puede utilizarse para actuar ante la presión ejercida por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en Argentina y ante la política de «sanciones» ilegales impuesta por Estados Unidos en contra de Venezuela. La Unasur podría llevar a cabo una acción conjunta de los Estados miembros, con vistas a la mutua colaboración en momentos críticos de sus respectivas situaciones nacionales.

Para lograr estos objetivos de estabilización económica y promoción de proyectos de integración regional sería beneficioso aprovechar la influencia de Brasil en entidades como el Nuevo Banco de Desarrollo de los Brics y fomentar líneas de financiamiento que impulsen el desarrollo de los países de la región.

Asimismo, actuaría como plataforma para mejorar las relaciones con las potencias del mundo multipolar y participar en debates sobre nuevas iniciativas de seguridad y estructuras financieras independientes del dólar.

Un reinicio efectivo de la Unasur, orientado a que actúe como una entidad unificada y relevante, tendría la posibilidad de aportar un avance significativo hacia una mayor influencia y protagonismo de Suramérica en el escenario global.

Fuente: Misión Verdad

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