lunes, diciembre 23, 2024
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De cómo Estados Unidos y Europa atizaron el fuego. Por Juana Carrasco Martín

La OTAN, bajo la dirección del socio mayor, Estados Unidos, durante años ha ido cercando militarmente a Rusia para ejercer la presión necesaria sobre el Estado que califican como adversario

El conflicto bélico que tiene como escenario a Ucrania dirime un enfrentamiento de más larga data, el de Rusia  —tras el cese del Pacto de Varsovia— con la expansionista OTAN, liderada por Estados Unidos, el cual se ha exacerbado en los años más recientes por la intención de Occidente de poner tropas y armas en la frontera más extensa y próxima a la nación euroasiática.

Al menos está en la médula de lo que ahora tiene en vilo a la Humanidad entera, consciente del peligro que se cierne, pero ajena a los detalles verdaderos de cuanto acontece en los campos de batalla, porque otro flanco de esta guerra se desarrolla en los medios de comunicación tradicionales y en las llamadas redes sociales. En unos y en las otras ganan espacio las noticias falsas o fake news, dejando como víctima principal a la verdad.

Llueven dólares y armas

A corto plazo, la Casa Blanca, el miércoles, le pidió al Congreso de Estados Unidos que autorice 10 000 millones de dólares adicionales en asistencia de seguridad, humanitaria y económica a Ucrania; pero esta partida por venir no es la primera.

Durante 2021, Washington «contribuyó» con más de mil millones de dólares para armar al ejercito ucraniano, del que el Kremlin alega que tiene en sus columnas a batallones nazis y por eso Rusia asegura que su «operación militar especial» tiene entre sus objetivos la «desnazificación» de Ucrania.

Military.com, que reprodujo un artículo de Business Insider en el que se asegura que una intensificación de los enfrentamientos en Ucrania puede llevar al riesgo de una confrontación ruso-estadounidense, hizo público que «el Comando Europeo de Estados Unidos se ha convertido en el organizador de una coalición global de naciones que envían armas y ayuda de seguridad a Ucrania, ya que se defiende de los esfuerzos de Rusia para conquistar el país».

Estos envíos hacia la zona de guerra desde al menos 14 países los califica de «oleoducto global de armas», y en él se incluyen los últimos 350 millones de dólares en ayuda de Estados Unidos, la tercera partida ordenada por Biden bajo sus poderes de emergencia.

A ello se une el apoyo recientemente prometido de Alemania (mil armas antitanques y 500 Stinger) y de la hasta ahora neutral Suecia (5 000 armas antitanques), que por supuesto no son los únicos Estados europeos en enviar «ayuda».

Países Bajos (antes Holanda) envía lanzacohetes, Estonia misiles antitanque Javelin,  Polonia y Letonia misiles tierra-aire Stinger, los checos ametralladoras, rifles de francotirador, pistolas y municiones. Incluso, Finlandia está enviando armas. Según la OTAN, además, han contribuido Canadá, Bélgica, Francia, Grecia, Lituania,  Polonia, Portugal, Eslovaquia, Eslovenia y Reino Unido.

Al mismo tiempo, Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte han reforzado las fuerzas a lo largo del flanco de Europa del Este de la alianza, incluidos Polonia, Rumania y los estados bálticos, aunque dicen que no intervendrán militarmente en el conflicto. La administración Biden ha enviado unos 15 000 soldados para reforzar el flanco oriental de la OTAN y esta, a su vez, otros 22 000 efectivos más a los ya desplegados.

Sin embargo, The Washington Post también reveló que un alto funcionario de Defensa de EE. UU., en condición de anonimato, dijo a los periodistas el viernes que «este es un proceso continuo. Siempre estamos mirando lo que Ucrania necesita, y hemos estado haciendo esto durante años».

Una presión constante

Efectivamente, este puntal militar viene de más atrás y forma parte del anillo táctico con el cual la OTAN, bajo la dirección del socio mayor, Estados Unidos, ha ido cerrando la banda oeste de Rusia para ejercer la presión necesaria sobre el Estado que han calificado de adversario y han elevado su política a un alto grado de fricción, también en lo económico y lo diplomático, al tiempo que intensificaban las tensiones con constantes ejercicios militares, precisamente en los países más cercanos a Rusia, maniobras que ya tienen años en las agendas europeas, porque forman parte de la estrategia militar de Occidente.

«Ucrania había recibido previamente 210 Javelins a través del programa de Financiamiento Militar Extranjero del Departamento de Estado en 2018 y compró 150 adicionales que llegaron en 2020. Estados Unidos ha proporcionado a Ucrania alrededor de 3 000  millones de dólares en ayuda militar» desde 2014, agregó el diario washingtoniano.

«La seguridad y la defensa europeas han evolucionado más en los últimos seis días que en las últimas dos décadas», afirmó Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en un discurso ante el Parlamento Europeo el martes.  Bruselas se ha movido para  «europeizar» los esfuerzos de los estados miembros para ayudar a Ucrania con armas y dinero, sostuvo.

Resulta esclarecedor notar que desde hace dos años existe un fondo europeo para comprar armas letales al que irónicamente llaman European Peace Facility (Fondo Europeo para la Paz).

Sin embargo, durante 2021 Rusia no se quedó de manos cruzadas y también realizó maniobras en su territorio y en Belarús, y reforzó con tropas las fronteras con Europa, mientras eran más fuertes las voces oficiales en la Casa Blanca de Biden, que unidas a medidas económicas contra Moscú, llevaban a que en el mundo se hablara de una vuelta a la Guerra Fría, la que ahora se recalienta.

Hay hechos reales. La OTAN, desde la década de 1990, reforzó su condición ofensiva cuando abrió las puertas a nuevos Estados miembros, precisamente aquellos que habían sido integrantes del Pacto de Varsovia. Además, Estados Unidos y la Alianza se lanzaron a las guerras que dividieron a Yugoslavia. Washington, bajo la llamada Responsabilidad de Proteger, fue artífice y protagonista principal del genocidio en Kosovo.

Por cierto, nadie salió a decirle asesinos y criminales de guerra, creo que ni siquiera la ONU. Tampoco el mundo presionó, ni intentó aislar económica y políticamente a Estados Unidos cuando Bush invadió a Irak y ni qué decir de la aventura sangrienta de Afganistán, una guerra que acaban de perder y cuyo fracaso se le adjudica a Biden porque fue el último lanzador relevista.

En uno de los muchos comentarios y análisis que se han estado publicando respecto al conflicto en curso, alguien recordó que durante su audiencia de confirmación en enero de 2020, el secretario de Estado, Antony Blinken, dijo que la administración Biden continuaría apoyando la eventual extensión de la membresía de la OTAN a Ucrania y Georgia; el senador republicano por Kentucky, Rand Paul, le dijo: «Si tiene éxito, entonces estaremos en guerra con Rusia».

Definitivamente, la expansión de la OTAN puede considerarse el pecado capital en este conflicto, del que no se exime el atentado a la paz que representan las tropas actuando en el escenario ucraniano, aunque durante años Rusia haya advertido que ese avance hacia el este está dirigido contra la seguridad de su país. El cortejo de la OTAN a Ucrania significó para Moscú que se había cruzado la línea roja.

Ceder por la paz es un imperativo y debe prevalecer la negociación, no solo entre Rusia y Ucrania, también con los otros protagonistas atizadores del fuego en curso.

Fuente: Juventud Rebelde

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