Nunca es más urgente la defensa de la humanidad que cuando toda ella está amenazada por un enemigo común.
La Organización Mundial de la Salud ha declarado el carácter de pandemia de la enfermedad transmitida por el coronavirus Covid-19.
Ello significa que todos los seres humanos están en peligro y que para salvarse deben actuar conjunta y solidariamente como humanidad.
En tal sentido, apoyamos las medidas de cuarentena adoptadas oportunamente por varios gobiernos entre ellos el de Venezuela, para detener la propagación del virus por contacto social; y exhortamos a todas las autoridades del planeta a que implementen medidas similares de acuerdo a la amenaza de la enfermedad en su territorio respectivo.
Celebramos asimismo las disposiciones adoptadas para la rápida identificación, análisis y neutralización del agente patógeno, así como para la preparación de vacunas y realización de otras medidas preventivas y terapéuticas, tales como el aislamiento de los pacientes y la distribución de guantes, mascarillas, sépticos y otros medios para evitar la difusión del morbo y garantizar el bienestar de las poblaciones amenazadas.
Exhortamos al mismo tiempo a gobiernos y organizaciones privadas para que tales recursos sean puestos a disposición de todos los seres humanos no solo de aquellos que puedan pagarlo por su situación privilegiada o la adscripción a sistemas de seguridad reservados solo para partes de la población.
Enfatizamos que el enfrentamiento contra un enemigo común de la humanidad requiere del esfuerzo solidario fraterno de toda ella, y amerita que cesen o se desenfaticen las controversias que la dividen por razones políticas económicas sociales o culturales.
Es inaceptable, por tanto, que en tiempos de amenaza total contra el género humano, algunas potencias hegemónicas prosigan o intensifiquen sus estratégicas prácticas para destruirlo, multiplicando actos hostiles de guerra no convencional contra poblaciones no combatientes tales como bloqueos, confiscación ilegítima de bienes indispensables o intercepción de envío de víveres o medicinas, prohibición de relaciones comerciales e incluso atentados terroristas contra mandatarios y ciudadanos particulares.
En tal sentido recordamos que el artículo 1 del Estatuto de Roma tipifica como crímenes de lesa humanidad- “otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atente gravemente contra la integridad física o la salud mental o física”;
XIII) Destruir o apoderarse de bienes del enemigo, a menos que las necesidades de la guerra lo hagan imperativo”; XXV) Hacer padecer hambre a la población civil como método de hacer la guerra, privándola de los objetos indispensables para su supervivencia, incluido el hecho de obstaculizar intencionalmente los suministros de socorro de conformidad con los Convenios de Ginebra”.
Señalar que dichas normas condenan de manera explícita medidas aplicadas por potencias militares contra Venezuela, tales como el inhumano bloqueo destinado a hacer padecer intencionalmente hambre a nuestra población y privarla de los objetos indispensables para su supervivencia; es causarle deliberadamente grandes sufrimientos o atentar gravemente contra su integridad física o su salud; así como el pillaje contra nuestros bienes y depósitos en el extranjero.
Recordamos que entre estos actos delictivos se encuentra la masiva confiscación de activos y de reservas de Venezuela en el extranjero, medidas prohibidas por la Convención de la Organización de las Naciones Unidas sobre bienes de los Estados en el exterior y suscrita por la mayoría de los integrantes de dicho ente, la cual estatuye que los mencionados bienes son inembargables puesto que se presume destinados a finalidades de interés público.
Advertimos que tales crímenes de lesa humanidad revisten todavía mayor gravedad cuando se los perpetra ilegítimamente contra un país pacífico al cual no se ha declarado la guerra, y que comportan además una inadmisible torpeza moral cuando se los ejecuta en momentos de pandemia global, buscando entorpecer o anular los esfuerzos de todo un país para defender la salud y la vida de sus habitantes.
En tal sentido, recordamos que el martes veinticuatro de marzo del dos mil veinte la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos se pronunció en Ginebra en el sentido de que las mal llamadas sanciones económicas “deberían atenuarse o suspenderse. En un contexto de pandemia mundial, las medidas que obstaculizan la atención médica en cualquier país incrementan el riesgo que todos afrontamos”.
En virtud de lo cual asimismo condenamos enérgicamente la actitud del gobierno de los Estados Unidos manifestada el veintiséis de marzo del mismo año, cuando su Fiscal General presentó cargos formales de “narcoterrorismo, tráfico de armas, lavado de dinero y corrupción” contra el legítimo Presidente electo de Venezuela, Nicolás Maduro, así como de otros trece altos funcionarios de nuestro país.
En tal sentido, observamos que es no solo ilegal en nuestro orden publico interno, sino además verdaderamente grotesco, el que la potencia reconocida como el mayor traficante de armamento y mayor consumidora de droga del planeta, en lugar de corregir sus graves problemas internos, acuse a un país que no produce drogas ni armas y que ha adoptado todas las eficaces medidas conducentes a evitar su tráfico.
Agrava la ilegalidad y la inmoralidad de este acto el que una potencia que ha cometido abiertamente mediante naves teledirigidas el asesinato de dirigentes particulares de países con los cuales no está en guerra, en la misma acusación pública e instigación a delinquir al establecer recompensas millonarias por el secuestro del mandatario electo de Venezuela y de sus legítimos colaboradores.
Contra agresiones dirigidas contra la Humanidad no cabe otra defensa que la respuesta de la Humanidad entera.
Convocamos por tanto a los países, organizaciones y ciudadanos particulares del mundo entero a que expresen su solidaridad con las medidas adoptadas para controlar la pandemia, y a que manifiesten asimismo su repudio contra la ilegal perpetración e intensificación de crímenes de lesa humanidad, del bloqueo e incautación ilegitima de bienes, con el fin de hacer sufrir, diezmar e incluso exterminar a poblaciones enteras imposibilitándoles el acceso a los bienes indispensables para preservar su salud y su existencia.
Nada más humano que defender a la humanidad; defenderla es defendernos.