martes, diciembre 24, 2024
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Momento de grandes cambios tectónicos. Por Vijay Prashad

Seis tesis para comprender la situación mundial actual: desde la formación del orden mundial en torno a Estados Unidos hasta la fragilidad frente al creciente poderío ruso y chino.

La guerra en Ucrania ha centrado la atención en los cambios que se están produciendo en el orden mundial. La respuesta de Occidente a la intervención militar de Rusia han sido sanciones, así como con el envío de armas y mercenarios a Ucrania. Estas sanciones tendrán un gran impacto en la economía rusa y de los Estados de Asia Central, pero también afectarán negativamente a la población europea, que verá aumentar aún más los precios de la energía y los alimentos. Hasta ahora, Occidente ha decidido no intervenir con fuerza militar directa ni intentar establecer una «zona de exclusión aérea». Se reconoce, con cordura, que una intervención de este tipo podría derivar en una guerra a gran escala entre Estados Unidos y Rusia, cuyas consecuencias son impensables dado que ambos países disponen de capacidad de armamento nuclear. A falta de otro tipo de respuesta, Occidente —al igual que con la intervención rusa en Siria en 2015— ha tenido que aceptar las acciones de Moscú.

Para comprender la situación mundial actual, presentamos seis tesis sobre la formación del orden mundial en torno a Estados Unidos desde 1990 hasta la fragilidad actual de ese orden frente al creciente poderío ruso y chino. Estas tesis se han extraído de nuestro análisis en el dossier nº 36 (enero de 2021): Ocaso: la erosión del control de Estados Unidos y el futuro multipolar. Están pensadas para el debate, por lo que los comentarios sobre ellas son muy bienvenidos.

Tesis Uno: unipolaridad. Tras la caída de la Unión Soviética, entre 1990 y 2013-15, Estados Unidos desarrolló un sistema mundial que benefició a las empresas multinacionales con sede en EE. UU. y en los demás países del G7 (Alemania, Japón, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá). Los acontecimientos que definieron su poder abrumador fueron las invasiones de Irak (1991) y Yugoslavia (1999), así como la creación de la Organización Mundial de Comercio – OMC (1994). Rusia, debilitada por el colapso de la URSS, trató de entrar en este sistema uniéndose al G7 y colaborando con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como «Socio para la Paz». Mientras tanto, China, bajo los presidentes Jiang Zemin (1993-2003) y Hu Jintao (2003-2013), jugó un juego cuidadoso al insertar su mano de obra en el sistema global dominado por Estados Unidos y no desafiar a este país en sus operaciones.

Tesis dos: señales de crisis. EE.UU. extralimitó su poder a través de dos dinámicas: en primer lugar, al sobreapalancar su propia economía (bancos sobreapalancados, activos no productivos más altos que los activos productivos); y en segundo lugar, por tratar de librar varias guerras al mismo tiempo (Afganistán, Irak, Sahel) durante las dos primeras décadas del siglo XXI. Las señales de la debilidad del poder de EE.UU. fueron la invasión de Irak (2003) y la debacle de esa guerra para la proyección de poder de EE.UU., y la crisis crediticia (2007-08). La polarización política interna en Estados Unidos y la crisis de legitimidad en Europa siguieron a estos acontecimientos.

Tesis tres: emergencia chino-rusa. En la segunda década del 2000, por diferentes razones, tanto China como Rusia salieron de su relativo letargo.

La emergencia de China tiene dos patas:

1-La economía interna de China. China acumuló enormes superávits comerciales y, junto a ellos, acumuló conocimientos científicos y tecnológicos a través de sus acuerdos comerciales y su inversión en educación superior. Las empresas chinas de robótica, alta tecnología, ferrocarriles de alta velocidad y energía verde superaron a las empresas occidentales.

2-Las relaciones exteriores de China. En 2013, China anunció la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) —también conocida en español como la Nueva Ruta de la Seda—, que proponía una alternativa a la agenda de desarrollo y comercio del Fondo Monetario Internacional impulsada por Estados Unidos. La BRI se extiende fuera de Asia hacia Europa, así como hacia África y América Latina.

Rusia también emergió sobre dos patas:

1-La economía interna de Rusia. El presidente Vladimir Putin luchó contra algunos sectores de los grandes capitalistas para afirmar el control estatal de los sectores clave de exportación de commodities y los utilizó para acumular activos estatales (especialmente petróleo y gas). En lugar de limitarse a absorber los activos rusos en sus cuentas bancarias en el extranjero, estos capitalistas aceptaron subordinar parte de sus ambiciones a la reconstrucción del poder y la influencia del Estado ruso.

2-Las relaciones exteriores de Rusia. Desde 2007, Rusia comenzó a alejarse de la agenda global occidental y a impulsar su propio proyecto, primero a través de la agenda de los BRICS (Brasil-Rusia-India-China-Sudáfrica) y después mediante relaciones cada vez más estrechas con China. Rusia aprovechó su exportación de energía para reafirmar el control de sus fronteras, algo que no había hecho cuando la OTAN se amplió en 2004 para absorber a siete países que están cerca de su frontera occidental. La intervención rusa en Crimea (2014) y Siria (2015) utilizó su fuerza militar para crear un escudo alrededor de sus puertos de aguas cálidas en Sebastopol (Crimea) y Tartus (Siria). Este fue el primer desafío militar a Estados Unidos desde 1990.

En este periodo, China y Rusia profundizaron su cooperación en todos los ámbitos.

Tesis cuatro: Doctrina Monroe global. Estados Unidos globalizó su Doctrina Monroe de 1823 (que afirmaba su control sobre las Américas) y propuso que en esta era postsoviética el mundo entero fuera su dominio. Comenzó a oponerse a la consolidación de China (el «giro hacia Asia» de Obama) y de Rusia (el «Rusiagate» y Ucrania). Esta Nueva Guerra Fría impulsada por Estados Unidos, que incluye la guerra híbrida a través de sanciones contra treinta países como Irán y Venezuela, ha desestabilizado el mundo.

Tesis cinco: enfrentamientos. Los enfrentamientos acelerados por la Nueva Guerra Fría han inflamado la situación en Asia —donde el Estrecho de Taiwán sigue siendo una zona caliente— y en América Latina —donde Estados Unidos intentó crear una guerra caliente en Venezuela (e intentó, pero fracasó, proyectar su poder en lugares como Bolivia)—. El actual conflicto en Ucrania —que tiene su origen en muchos factores, entre ellos la desaparición del pacto plurinacional ucraniano— es también por la cuestión de la independencia europea. EE.UU. ha utilizado la «OTAN global» como caballo de Troya para ejercer su poder sobre Europa y mantenerla subordinada a los intereses de EE.UU. aunque perjudique a los pueblos europeos al perder el suministro de energía y gas natural para la economía alimentaria. Rusia violó la soberanía territorial de Ucrania, pero la OTAN creó algunas de las condiciones que aceleraron este enfrentamiento, no por Ucrania sino para su proyecto en Europa.

Tesis seis: crisis terminal. La fragilidad es la clave para entender el poder de Estados Unidos en la actualidad. No ha disminuido drásticamente, pero tampoco permanece incólume. Hay tres fuentes de poder estadounidense que están relativamente intactas:

(1)Gigantesco poder militar. Estados Unidos sigue siendo el único país del mundo capaz de bombardear a cualquiera de los demás Estados miembros de la ONU hasta dejarlos en la edad de piedra.

(2)El régimen Dólar-Wall Street-FMI. Debido a la dependencia mundial del dólar y al sistema financiero mundial denominado en dólares, Estados Unidos puede esgrimir sus sanciones como arma de guerra para debilitar a los países a su antojo.

(3)Poder informativo. Ningún país tiene un control tan decisivo sobre Internet, tanto de su infraestructura física como de sus empresas casi monopólicas (como Facebook y YouTube, que eliminan cualquier contenido y cualquier proveedor a su antojo); ningún país tiene tanto control sobre la configuración de las noticias mundiales debido al poder de sus servicios de noticias (Reuters y Associated Press) así como de las principales cadenas de noticias (como CNN).

Hay otras fuentes de poder de EE.UU. que están profundamente debilitadas, como su panorama político interno, que está fuertemente polarizado, y su incapacidad para reunir sus recursos para hacer retroceder a China y Rusia dentro de sus fronteras.

Los movimientos populares tenemos que hacer crecer nuestro propio poder, organizando a la gente en organizaciones poderosas y en torno a un programa que tenga la capacidad de responder tanto a los problemas inmediatos de nuestro tiempo como a la cuestión a largo plazo de cómo hacer la transición a un sistema que pueda trascender los apartheids actuales: el apartheid alimentario, el apartheid médico, el apartheid educativo y el apartheid monetario. Superar estos apartheids nos lleva a salir de este sistema capitalista hacia el socialismo.

En la última semana, hemos perdido a muchos compañeros, mayores y jóvenes. Entre ellos, nuestro gran compañero Aijaz Ahmad (1941-2022), uno de los grandes marxistas de nuestro tiempo, que nos dejó a la edad de 81 años. Cuando el marxismo fue atacado tras la caída de la

URSS, Aijaz mantuvo la línea, enseñando a generaciones de nosotrxs la necesidad de la teoría marxista. Esa teoría sigue siendo necesaria porque continúa siendo la crítica más poderosa del capitalismo y, mientras el capitalismo siga estructurando nuestras vidas, esa crítica sigue siendo imprescindible. Para nosotrxs, en el Instituto Tricontinental de Investigación Social, la orientación de Aijaz fue inestimable. De hecho, el dossier Ocaso, que nos ayudó a orientarnos en la coyuntura actual, se redactó tras una importante conversación con él.

También perdimos a Ayanda Ngila (1992-2022), que era el vicepresidente de la ocupación de tierras eKhenana, parte del movimiento sudafricano de personas sin techo, Abahlali baseMjondolo (AbM). Ayanda era un valiente dirigente de AbM que acababa de ser liberado de una segunda estancia en la cárcel por cargos falsos. Era un amable compañero con sus pares y un estudiante y profesor de la Escuela Frantz Fanon de AbM. Cuando fue abatido por sus adversarios del partido Congreso Nacional Africano (ANC por su sigla en inglés), Ayanda llevaba una camiseta con una cita de Steve Biko: “Es mejor morir por una idea que va a vivir que vivir por una idea que va a morir». En las paredes de la Escuela Frantz Fanon, sus compañerxs de AbM pintaron claramente sus ideales: Tierra, vivienda digna, dignidad, libertad y socialismo.

https://www.alainet.org/es/articulo/215167

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