jueves, diciembre 12, 2024
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Un fantasma recorre el mundo: la Gran Renuncia. Por Pascual Serrano

Silvio Rodríguez habla en una de sus canciones de “los que no tienen nada que perder”. Se trata de quienes están en una situación tan desesperada que nada les impide rebelarse. Y existen muchas formas de sublevarse: levantarse en armas, hacer una huelga o… renunciar a tu puesto de trabajo, harto de ser explotado, mal pagado, maltratado, humillado… Alguna vez dije que mientras te levantaras todas las mañanas para ir a trabajar, el capitalismo tenía garantizado su funcionamiento, cualquier otro activismo era inocuo.

Por eso mismo, el socialismo real del siglo XX era más democrático, porque al tener los ciudadanos garantizada su supervivencia, solo con que dejaran de trabajar podían derrocarlo. De hecho, es lo que sucedió en algunos países de Europa del Este.

10,4 millones de empleos sin cubrir

En los últimos meses, en Estados Unidos ha sido noticia que millones de trabajadores están dimitiendo y abandonando sus empresas. Según el Gobierno de ese país, veintitres millones y medio desde abril a septiembre, los últimos que se han hecho públicos, lo que supone 34,4 millones en lo que iba de 2021. Y siguen subiendo, desde julio ya no bajan de los cuatro millones.

Los expertos lo han bautizado como la Gran Dimisión o la Gran Renuncia, así con mayúsculas. Según el Departamento de Trabajo, en el mes de septiembre hubo un total de 10,4 millones de vacantes de puestos de trabajo sin cubrir.

Diferentes motivos

Sin duda la pandemia ha sido un detonante porque ha mostrado muchas cosas sin precedentes en los trabajadores:

  1. Para algunos trabajadores esenciales (sanitarios, repartidores, reponedores, transportistas…) la pandemia les ha supuesto un trabajo agotador del que no se han visto reconocidos ni social, ni profesional ni laboralmente. Muchos han comprobado que sus empresas multiplicaron sus beneficios a costa de la salud y el agotamiento de ellos a cambio de sueldos miserables. No es que lo diga un líder sindical, lo afirmó a la revista Time Robert Reich, el ex secretario de Trabajo de la Administración Clinton “Los empleados no quieren volver a trabajos agotadores o aburridos, con salarios bajos y de mierda. Los trabajadores están quemados. Están hartos. Están fritos. Después de tantas dificultades, enfermedades y muertes durante el año pasado, no van a aguantar más”. Además la inflación ha aumentado a un ritmo superior de lo que lo han hecho los salarios, están ganando menos que antes de la pandemia mientras les dicen que la economía está mejorando.
  2. Para los que se vieron obligados a suspender sus trabajos supuso descubrir el descanso, el encuentro con la familia, disponer de tiempo libre. Según una encuesta realizada por LinkedIn, el 74% de las personas reconocen que el tiempo que han pasado en casa durante la pandemia (bien por los confinamientos o por las recomendaciones de trabajar de forma remota) les ha hecho replantearse su vida, especialmente la laboral. Recordemos que en Estados Unidos la ley no garantiza vacaciones a los trabajadores.
  3. A otros que teletrabajaron durante la pandemia, ahora les hacen regresar a su trabajo sin garantías de protección y sin flexibilidad para cuidar de sus familias. Muchos, especialmente las mujeres, deben ocuparse de sus hijos o sus mayores, o no pueden hacerlo o se les va el sueldo íntegro en pagar a alguien que les cuide. Un informe reciente de McKinsey & Co. afirma que una de cada cuatro mujeres en Estados Unidos está pensando en cambiar de empleo o en dejar la actividad laboral debido al COVID-19. Han llegado a la conclusión de que no les compensa trabajar. De hecho, los colectivos que más renuncian son los peor pagados. Más de la mitad de los trabajadores estadounidenses aseguraron que planean buscar un nuevo trabajo el próximo año, según la encuesta de solicitantes de empleo realizada por Bankrate. Alrededor del 56% de los trabajadores dijeron que ahora su prioridad era un horario flexible y el teletrabajo. Según una encuesta de The Conference Board, los milenials cuestionan la conveniencia de volver a la oficina más que las generaciones mayores, con un 55% de milenials que expresan su preocupación por trabajar de forma presencial, frente al 45% de los participantes de la Generación X y el 36% de los baby boomers.
  4. En cambio, para algunos el teletrabajo supuso un mayor abuso laboral, sin horarios, con disponibilidad completa y sin poder atender sus labores domésticas o sus hijos. También han terminado hartos.
  5. Otros comprobaron que si se ponían enfermos dejaban de cobrar su sueldo. Es preferible dejar de trabajar y cuidarte que terminar igualmente sin sueldo y enfermo.

Empleos basura

Mientras tanto, la tendencia laboral ha sido a aumentar empleos basura o a tiempo parcial, que ni siquiera servían para proporcionar seguro médico, algo fundamental para que un empleo fuera atractivo en Estados Unidos. Aproximadamente el 40% de las renuncias en EEUU pertenecen a los sectores de alimentación, hostelería, comercios, fábricas y sanidad. Empleados que se enfrentan a horarios eternos y extenuantes, que se los cambian impidiendo cualquier conciliación familiar. Deben soportar mucho estrés y un trato del público no siempre correcto.

La reactivación de la economía, con la consiguiente demanda de trabajadores en algunos sectores, ha provocado un empoderamiento de algunos empleados que se han organizado y comenzado a reclamar mejores condiciones laborales. Si no se las conceden, no les da tanto miedo irse y buscar otro trabajo. Según una encuesta Pulse of the American Worker el 26% de los trabajadores estadounidenses planeaba buscar un trabajo en una empresa diferente una vez que la pandemia haya disminuido.

Las acusaciones de que son las ayudas sociales las que han desincentivado el trabajo y fomentado la pereza son falsas. Los subsidios de desempleo expiraron en septiembre y la gente sigue abandonando sus trabajos.

Fuera de Estados Unidos

La siguiente pregunta es qué sucede en el resto del mundo, ¿se ha producido un fenómeno similar en otros países?

Según un informe de LinkedIn, “la proporción de afiliados que cambiaron de trabajo en octubre de 2021 globalmente aumentó un 25% en comparación con el mismo periodo del año anterior a la pandemia”. Es decir, algo se está moviendo también en Europa, pero no de la misma forma que en Estados Unidos.

En España

En España, Newtral ha investigado en qué medida se puede estar produciendo un fenómeno como el estadounidense. Según los datos recogidos del Ministerio de Seguridad Social, el análisis de los expertos contactados y los informes de portales de empleo, “la ‘Gran Dimisión’ no se está produciendo en España. Sin embargo, sí que hay indicios de cambios en la mentalidad de los trabajadores, sobre todo a raíz de la pandemia”.

Un informe de la empresa de recursos humanos Adecco del mes de noviembre refleja que “el 58% de las empresas cree que el riesgo de padecer el síndrome de trabajador quemado (burnout) se ha incrementado en el último año y que los trastornos emocionales relacionados con la crisis sanitaria y económica aún se mantienen con respecto a hace un año [64%]”.

Por otro lado, según Eurostat, España es el país de la UE con más trabajadores sobrecualificados para el puesto que ocupan. El 38,8% de los jóvenes españoles tiene un nivel educativo superior a la cualificación necesaria para desempeñar las labores de sus empleos, y eso genera una frustración para la que hay dos salidas: aguantar mientras aparece algo mejor o arriesgarse y dejar el empleo.

Existe otro elemento que en España distorsiona las estadísticas de abandonos de trabajo. Es habitual que cuando una persona renuncia a su empleo negocie con el contratador que se refleje como un final de contrato y no como un abandono voluntario, para así acceder a las prestaciones por desempleo. La baja voluntaria no da derecho a prestaciones.

Por otro lado, no olvidemos que España se mueve en una tasa de empleo del 15%, muy alta como para pensar que si dejas un trabajo vas a encontrar otro fácilmente.

Es verdad que empresarios de algunos sectores, como la hostelería, han denunciado en redes y medios que no encuentran trabajadores. Las investigaciones muestran que lo que sucede es que los trabajadores de estos sectores han comenzado a reivindicar muchos de sus derechos que les han sido negados históricamente. Con la pandemia han comprobado que, al estar contratados fraudulentamente por media jornada, aunque la hacían completa, las prestaciones les quedaban por la suspensión de actividad de su empresa (ERTE) eran mínimas y no les daba para sobrevivir.

14 millones en la OCDE

Sin embargo, algo se está moviendo a nivel mundial. El catedrático de Economía Juan Torres revela que “en los 38 países que forman parte de la OCDE 14 millones de personas ya han dejado de considerarse activas porque ni tienen empleo ni lo buscan. Y, en comparación con 2019, hay tres millones más de jóvenes sin empleo, educación o formación”.

Aumentan los empleos vacantes

“En China, Vietnam y otros países asiáticos también ocurre lo mismo, pues millones de personas que habían vuelto a sus aldeas cuando se produjo el confinamiento no han vuelto a sus empresas. Y en Europa, leemos diariamente noticias sobre la escasez de personas para ocupar puestos de trabajo en muchos sectores económicos. En Alemania se calcula que hay unos 400.000 empleos vacantes, en Francia 300.000 y en España casi 120.000, un 88% de ellos en el sector servicios”, añade.

En opinión de Torres, “la realidad es que el modelo laboral del neoliberalismo ha generalizado los salarios más bajos con la excusa permanente de que eso era imprescindible para crear empleo. Al bajar la masa salarial han disminuido las ventas de las empresas y eso ha hecho que se genere menos actividad y empleo. Así se ha creado un ejército de parados que ha permitido que los salarios no suban y que las condiciones de trabajo empeoren sin cesar, en beneficio de las grandes empresas [no de todas, porque una gran parte se ve perjudicada por la caída de ventas y actividad que he señalado]”.

Un fantasma recorre el mundo

Parece que los trabajadores se están hartando y, incluso sin coordinación ni sindicalizados, sin saberlo, están iniciando una huelga general no oficial. Un nuevo fantasma recorre el mundo, el fantasma de la renuncia de millones de trabajadores a seguir trabajando en las condiciones en las que estaban antes del confinamiento.

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