jueves, noviembre 21, 2024
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Terrorismo in ritorno. Por Randy Alonso Falcón

«Estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado», diría con pasmosa tranquilidad el asesino Luis Posada Carriles a una periodista tiempo después del criminal hecho.

Hace 25 años moría en La Habana el joven italiano Fabio Di Celmo, como víctima de uno de los numerosos actos terroristas que el Bamby y otros connotados asesinos, asentados mayormente en la Florida y entrenados por la CIA, ejecutaron hasta su muerte contra Cuba y contra cualquiera que mantuviera relaciones con el país donde «equivocadamente» nacieron.

Di Celmo fue la consecuencia más dolorosa de la cadena de atentados que la Fundación Nacional Cubano-Americana financió, y Posada Carriles organizó, para intentar detener el flujo de turistas hacia Cuba, cuando el país comenzaba a encontrar caminos para salir de lo profundo del Periodo Especial, al que se había abocado como resultado de la caída de la URSS y el campo socialista.

Junto al bloqueo, el terrorismo ha sido el arma más socorrida de la contrarrevolución y de sus mentores de Washington, para intentar enfrentar a la Revolución Cubana. Si la asfixia económica y financiera no hacía estallar al gobierno de la nación caribeña, el terrorismo podía dar el empujón definitivo para completar los planes imperiales.

Mile de actos se han ejecutado en estos 63 años: bombardeos, bombas, cocteles molotov, incendios, virus, atentados. Nada ha faltado en la prolija agenda terrorista anticubana. Los batistianos, los entrenados por la CIA, la mafia, la propia CIA, mercenarios extranjeros; a todo tipo de ejecutores ha acudido Washington o los ha prohijado para intentar consumar sus objetivos. Toda Cuba, Miami, Nueva York, Kingston, Madrid, Caracas, Barbados, Portugal, aviones, hoteles, agencias de viajes, embajadas, organizaciones solidarias y otros muchos lugares han sido testigos de letales actos de odio contra esta nación, cuando los «guerreros anticomunistas» decidieron salir a .hacer la «guerra por los caminos del mundo»

Murió Posada, murió Bosch, murieron decenas de los mercenarios de Girón; pero la herencia maldita del terrorismo se sigue alimentado en el cubil anticubano de Miami.

Ahora los planes no son mayormente tan secretos como antes, sino que se alientan y blasonan desde las redes sociales. Pero se llama igual a incendiar lugares, tirar cocteles molotov, agredir autoridades y diplomáticos, destruir archivos, tiendas y hasta escuelas, y se les ofrece dinero a los viles autores de tales actos. Se ataca también en sus países a quienes muestren su solidaridad con Cuba, como acaban de hacer con el colectivo de Cubainformación en el País Vasco. Ultrack, Yamila, Otaola se nombran los nuevos capos del terrorismo anticubano,  aunque estos sólo convocan y pagan desde bien lejos de la candela, como verdaderos vocingleros de las redes sociales digitales,.

A los terroristas de antes y de ahora, los une el odio, la vileza, el desprecio a todo un pueblo, y la tolerancia y el aliento del gobierno imperial. A ellos los une también la condena de la Historia.

Fuente: Cubadebate

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