Palestina, nombre de mujer. Tatiana Coll y Mariana Fiordelisio

Heba Zagout (Palestina), Jerusalem Is My City [Jerusalén es mi ciudad], 2022.

Palestina, nombre de mujer. Tatiana Coll y Mariana Fiordelisio

La noche en la ciudad es oscura,
excepto por el brillo de los
misiles;
silenciosa, excepto por el
sonido del bombardeo;
aterradora, excepto por la
promesa tranquilizadora de la
oración;
negra, excepto por la luz de los
mártires.
Buenas noches.

Último poema de la escritora palestina Heba Abu Nada, un día antes de ser asesinada en Gaza

Todos los días los reportes en la TV, en la Radio, en los periódicos arrojan puntualmente el número de muertos que provoca la implacable intervención sionista en la estrecha franja de Gaza. Los números aumentan día a día, son constantes, son fríos, son los números que dan cuenta de un genocidio, de la eliminación sistemática de la población palestina, en este, que según los “vencedores”, deberá ser el último “procedimiento de limpieza”.

Todos los días los números y las imágenes nos golpean, son números inconcebibles y aumentan sin proporción, son las imágenes de la devastación sistemática que no deja nada en pie. Las fotos de niños y mujeres desamparados, aterrorizados, de ancianos sentados sobre una piedra esperando solos, las imágenes de todo un pueblo encerrado, sin salida, en medio de un caos, sin comida ni hospitales, sin luz ni agua, sobreviviendo quién sabe cómo, sin refugio frente al bombardeo constante e indiscriminado. No es una guerra porque mueren mil palestinos por un soldado israelí.

Todos los días corren las palabras, los artículos, hay desplegados y denuncias, incluso de la ONU, de presidentes africanos y latinoamericanos, todos los días sale gente a protestar, manifestándose en contra, marchando, pero los números y las imágenes siguen creciendo desproporcionalmente y sin tregua.  En las palabras que apuntan, el número más doliente es el de las mujeres y niños, dicen que son el mayor número de muertos, miles y miles, incontables, unos 20 mil, y dicen que son la prueba irrefutable del genocidio. Tienen razón. En este mundo de infamia, no la hay peor que disparar a quemarropa sobre mujeres y niños y bombardear hospitales. Dicen que violan flagrantemente las reglas de la guerra, como si realmente hubiera un código de honor en las guerras de devastación, conquista y sometimiento total.

Las palabras dicen lo que es cierto e indescriptible: el asesinato sistemático y calculado de mujeres y niños garantiza al invasor una limpieza “purificadora” total que lo hará vencedor. Por eso estos numerosos conquistadores y dictadores de la historia hablan de extirpar un mal, un cáncer, una deformación y acusan a los otros incluyendo mujeres y niños de terroristas. Ahí es precisamente donde confluyen sionismo y nazismo.

En las imágenes, mujeres palestinas con hijos muertos en los brazos, lloran y otras con los ojos secos se llenan de rabia e incomprensión.  Su lucha es cotidiana, son responsables de los niños, sus hijos, de los viejos, sus padres; tienen que rebuscar entre escombros o quien sabe dónde, algo de comer y beber, encontrar refugios impredecibles en medio de las ruinas, intentaran llevar desesperadamente a cualquier herido a algún hospital, clínica, médico. Tenaces, son el alma de las resistencias, siempre lo han sido, en las guerras, en las huelgas, en las epidemias, en las ollas comunitarias, en las trincheras, en los campos. Son las que representan la vida posible en medio del caos y la desesperación. Son las que sostienen en silencio y sin alardes la continuidad de la vida cotidiana en medio de la injusticia y el extravío. Son también las que han tejido los entramados organizativos de movimientos y partidos, en las luchas son las retaguardias indispensables, aunque también estén al frente de la tropa rebelde.

Esta resistencia debe también poblarse de rostros, de nombres e historias. Son miles y tal vez no podamos abarcarlas nunca; pero, es imprescindible recordar a algunas mujeres que iniciaron y sostienen la resistencia, que la despliegan en diversos frentes y que, por eso mismo, representan las historias de las miles de mujeres en resistencia. Algunos rostros se hicieron visibles y tomaron la palabra cuando se realizó el primer intercambio de prisioneros en esta guerra.

Una joven con una gran melena rubia encaracolada desbordándole el rostro, habló con fortaleza aprovechando las cámaras del momento: Ahed Tamím, fue rebelde desde muy pequeña, se incorporó a la lucha para rescatar un manantial de agua expropiado a su pueblo por una comunidad judía; a los 12 años abofeteó a un enorme guardia israelí, desesperada porque otros soldados le acababan de disparar a su primo de 15 años una bala de goma que penetró por la nariz y lo dejó gravemente herido, por lo que, a pesar de sus pocos años fue a dar a la cárcel, su caso se conoció gracias a un video que circuló por el mundo entero. En 2023 fue de nuevo acusada de “amenazar con matar judíos”, eso ya calificaba como terrorismo. Ahed, liberada ahora, llamó allí mismo a continuar la resistencia.

Marah Bakir fue liberada a los 23 años, cuando había cumplido 8 de los 11 años de condena; la arrestaron a los 15 años por “incitar al terrorismo”, sin prueba alguna más allá del ímpetu de su edad, fue mantenida en confinamiento solitario. Ella declaró que quería ir a la universidad y estudiar derecho para defender la justicia.

Israa Joabis también fue sentenciada a 11 años de prisión en 2015, cuando su auto se incendió, por una avería eléctrica, a kilómetro y medio de distancia del retén de Cisjordania; a pesar de que sufrió severas quemaduras para proteger a su hijo, fue acusada de intentar detonar un coche bomba. Ella fue liberada junto con varios  jóvenes menores de 18 años, quienes fueron acusados de “terrorismo” por tirar piedras a algún agresor. Las otras tres mujeres liberadas compartían esta historia de falsas acusaciones que convertían a los actos de defensa y protesta frente a evidentes injusticias, en terrorismo justificador de cualquier arbitrariedad.

Esta resistencia cumple más de 100 años. En 1921 Zulaija Al-Shahabi fundó la Unión de Mujeres Palestinas, uno de sus objetivos era denunciar y luchar contra el mandato británico que controlaba ese territorio. Pocos años después logró con otras mujeres más crear la Unión de Mujeres Árabes para defender a las mujeres de los territorios ocupados, en los campos de refugiados y de las diásporas. El primer Congreso que reunió a mas de 300 mujeres palestinas se realizó en 1929 en Jerusalén. En 1944 se reforzó la organización y pasó a llamarse Asociación de Mujeres Árabes y Palestinas, que sigue luchando. Después de 1948, año en que se decretó la creación del estado de Israel, buscó crear nuevos espacios de resistencia como dispensarios para fortalecer la Unión Médica de Palestina, y orfanatorios para cientos de huérfanos que comenzaron a deambular por Jerusalén. Participó en la fundación de la Organización de Liberación de Palestina (OLP) en 1964, que nació como una amplia coalición de grupos políticos y de liberación nacional.

Muchos nombres significativos pueblan la rebeldía Palestina de las mujeres: Ishah Jad, investigadora refugiada en la Universidad de Qatar; Sahar Jalita escritora, formada en universidades NA, cuya primera novela lleva el título de “We are not your slave girls any more” (No somos ya sus muchachas esclavas), regresó a Gaza y ha publicado varias novelas más. Bshra-al-Jawil, periodista de la Red Aneen-Al-Quaid encarcelada varias veces, cuyo padre y marido siguen presos. Mai Masri, una de las tantas cineastas, nacida en la parte de Jordania palestina, con once películas. Hanan Ashraui, importante líder de la OLP y delegada al primer diálogo por la paz, logrado después de la primera intifada, es filósofa y directora de la universidad de Ramalah. Adaria Shibli escritora premiada por su novela “Un detalle Menor” (editorial Hojalata) que traza dos imágenes reales, una de 1949 con el asesinato y violación de una niña por un soldado israelí en el desierto del Neguev y la otra brinca a La Ramalah contemporánea, llena de disparos, helicópteros, gritos y muertos, así la autora recorre 75 años de la vida en Palestina, Adaria fue censurada y eliminada de la reciente Feria del Libro de Frankfurt a pesar de la protesta de 600 autores y editores.

Angela Davis, ha dicho con frecuencia que Palestina representa para esta generación lo que Sudáfrica representó para la suya y podríamos añadir: lo que el genocidio de pueblos judíos, rusos, polacos, búlgaros, chécos, yugoeslavos y también del pueblo español, realizado por los fascistas, significó para nuestros padres y abuelos, y esto no debería olvidarse. Davis recuerda que desde que empezó la universidad asistió a reuniones clandestinas de solidaridad con Palestina, por lo que subraya que su decidida solidaridad ha sido un viaje muy largo y poblado de experiencias, cuando conoció a Yaser Arafat en el festival de la Juventud en 1973, cuando pudo viajar a Palestina: “entendí que era mucho peor de todo lo que había visto, desde mi infancia en una ciudad segregada, desde el apartheid en Sudáfrica y esto ya era indecible y bárbaro. Fuimos una delegación de mujeres negras e indígenas y nos comprometimos a introducir el tema de Palestina en los movimientos sociales, étnicos, de género, ecologistas y anti-guerra”.

Davis menciona a dos grandes influencias, la de June Jordan que declaró que “nací siendo una mujer negra y ahora me convierto en Palestina”, poeta, ensayista, profesora y activista jamaicano-norteamericana, nacida en Harlem hija de migrantes, cuyos poemas, dice, están escritos en Black-english (ingles Negro), su declaración contundente significa para Angela que ese es el sentimiento del integracionismo negro que se ha extendido por muchas organizaciones y que debe dejar de ser eurocéntrico.  

Otra mujer que la acompaña es Noura Erakat una nortemericana-palestina, de 44 años, graduada de derecho en la universidad de Berkley California, cuyo trabajo se centra en divulgar en todos los foros posibles la realidad Israel-Palestina con una crítica contundente al sionismo, y cuya experiencia de vida fue marcada por su hermano Ahmed, quien viajó a Palestina y, en un accidente, chocó contra un puesto de control militar y fue inmediatamente acribillado sin mediar palabra. Un importante grupo norteamericano de investigadores a través de geolocalización concluyó que fue una ejecución sumaria.

Ha sido ciertamente un viaje muy largo, que inició mucho antes de entregarse el territorio de Palestina para conformar el Estado de Israel, sin reconocimiento alguno al Estado Palestino. Los crímenes se han juntado año tras año y son indecibles todos. Hoy celebramos particularmente a las mujeres palestinas y podríamos, debemos, decir también: “nacimos siendo mujeres de todas partes y hoy somos palestinas”, porque además Palestina es nombre de mujer.