Como siempre bajo el mando de su patrón Estados Unidos (EU), Europa continúa la marcha que inició hace más de 2 años buscando una victoria, apuntando como antes a la guerra, pero esta vez envuelta en un mensaje de paz tan torpe y contradictorio como falso. Y es que de esa marcha europea caben 2 lecturas contrarias: una es la fantasiosa y arrogante que hace la propia Europa de sí misma, falsa de arriba abajo; y la otra es la realista que intenta ceñirse a lo que es hoy en verdad Europa para entender realmente lo que busca y por qué fracasa. Es que esa Europa no ve nada ni entiende nada. Cree que todo lo que ha hecho en estos 2 años de errores, crímenes y disparates, le ha salido bien, que va de triunfo en triunfo, y no es capaz de descubrir que su política de servil sujeción a EE.UU la lleva directamente a la ruina y al abismo.
A mí, la ciega prepotencia que Europa despliega como futuro exitoso de esta nueva crisis que prepara, me hace pensar en un famoso cuadro de ese gran pintor que fue Pieter Bruegel el Viejo. Se trata del cuadro conocido como La parábola de los ciegos, que se encuentra en el museo de Capo di Monte, en Nápoles, pintado por el artista en 1568. El cuadro se basa en un texto del evangelio atribuido a Mateo, en el que en el párrafo 14 del capítulo 15 los discípulos de Jesús se le acercan para informarle que su reciente discurso escandalizó a los fariseos y Jesús les responde que no les hagan caso, que los fariseos son ciegos guías de ciegos y que si un ciego guiare a otro ciego inevitablemente ambos caerían juntos en el foso. En su cuadro, Bruegel representa a un ciego que en un rápido carro guía a otros 5 ciegos, felices, que sin darse cuenta de nada van directos junto con él al inminente abismo. Sería interesante imaginar una copia digital del cuadro de Bruegel cambiando las anónimas caras de sus ciegos por los rostros de Biden, que es el guía, y de los ciegos líderes europeos, que podrían ser Scholz, que le aceptó a Biden que volara el gasoducto, Pedro Sánchez, más servil que ninguno, que acaba de decir que el mundo necesita otro presidente como Biden, y quizá seleccionar a varios de los otros por sorteo, porque para reunirlos a todos haría falta un autobús moderno de 2 pisos.
Pero en realidad, esto no es juego ni es divertido. Lo que Europa, siempre bajo el mando de EU, organiza es una reunión del G7, a la que de ordinario asiste como invitada la Unión Europea, que es hoy parte activa de la Otan, igualmente invitada. Y la reunión convocada para estos días tendría lugar en Japón, que fue incorporado a la Otan como miembro en la última reunión estratégica de esta que tuvo lugar en Madrid en febrero o marzo del año pasado. Veamos lo que esto significa.
El G7 no había sido hasta ahora un organismo orientado hacia la guerra. No le era necesario. Era el instrumento mediante el cual los países capitalistas más ricos y poderosos del mundo, convencidos de que su dominio sería eterno, se reunían cada año bajo la dirección de EE.UU y bajo su óptica neoliberal y globalizadora para fijar las pautas que definían esa dominación definitiva aceptada en forma dócil por el resto del mundo. Creado en 1975 como G6, llegó a G7 sumando a Canadá y a G8 tras el fin de la Unión soviética incorporando a la Rusia indigna de Yelsin. Pero volvió a G7 expulsando a Rusia que, en respuesta al golpe de EE.UU en Ucrania para entregar el poder a sus neonazis, recuperó Crimea en 2014 y luego, al producirse un ulterior intento condicionado de readmitirla, Putin lo rechazó, pues se oponía a la hegemonía absoluta y eterna de EE.UU proponiendo en su lugar un sistema multipolar e igualitario que empezaban también a defender China, India, Brasil y Sudáfrica entre otros.
Pero hoy todo esto es diferente. Todos esos organismos, que están dominados por EU, se han hecho militares o están militarizados y a su servicio. Y en forma directa o solapada todos están en guerra contra Rusia y/o preparando guerra contra China. Los otros países del G7 (Canadá. Gran Bretaña, Países bajos, Alemania, y Francia se arruinan entregándole miles de millones de dólares en armas y efectivo a Ucrania, mientras le entrenan cientos de mercenarios y ocultan o defienden todos sus crímenes, dispuestos como están por orden de EU a lograr el imposible objetivo de aplastar a Rusia mientras en medio de su locura se preparan para agredir a China. Y por su parte, Japón aumenta y arma su ejército y exige nuevas armas para preparar una guerra en grande contra China. Lo mismo que hace Australia, controlada por EE.UU, que acusa sin base a China de que esta va a invadirla en unos años. Todo esto es una locura, obra de EE.UU, porque China, que lo que promociona es el libre comercio y los intercambios libres entre países, no prepara ninguna guerra contra nadie.
Y es EE.UU, obsesionado por frenar con una guerra el imparable crecimiento chino, el que está ocupando con bases y mercenarios cada isla o islote del Mar del sur de China, que más parece un mar de EU a miles de millas de sus costas. Nada raro porque el mundo todo: cielos, tierras y mares, le pertenecen al punto de que, dispuesto como está a mantener a toda costa su hegemonía mundial en medio de la creciente crisis y decadencia que lo acosan, EE.UU le ha declarado la guerra al mundo: sanciones, amenazas, bloqueos, robos descarados de reservas internacionales, y hasta raterías miserables contra países petroleros como Siria, Irán o Venezuela, a los que les roba en alta mar sus barcos y su petróleo.
*historiador
Fuente: Últimas Noticias
Tomado: Resumen Latinoamericano