El Día de la Rebeldía Nacional no puede pasar inadvertido en cuanto a las raíces y al evidente contenido martiano de esta fecha; mucho menos en estos momentos cruciales y definitorios que viven la Patria y la Revolución
Se acerca un nuevo aniversario –esta vez el sexagésimo noveno– del heroico y glorioso 26 de julio de 1953, en que una vanguardia revolucionaria, dirigida y organizada por el entonces joven abogado, político y exdirigente estudiantil Fidel Castro, intentó el asalto y toma de los cuarteles militares Moncada, en Santiago de Cuba, y Céspedes, en Bayamo, ambos en la entonces provincia de Oriente.
Como se ha repetido hasta la saciedad –pero nunca será suficiente–, ni los más profundos pensadores ni los más acreditados analistas, académicos o estudiosos de las ciencias sociales y políticas fueron capaces de apreciar o siquiera imaginar que, en aquellos instantes, la acción generosa y bravía de esos jóvenes cubanos abría una nueva página, sin precedentes, no solo en la historia de Cuba, sino también en la historia de América Latina y el Caribe.
Pero no solo se abrió una nueva página y se indicó un nuevo camino, sino que se hizo sobre la base de nuevas ideas articuladas entre las ya existentes y otras novedosas y originales, surgidas de las viejas necesidades, reclamos e injusticias de larga data, y las aparecidas como consecuencia del artero y traicionero golpe militar batistiano del 10 de marzo de 1952, que, al quebrar el orden constitucional vigente, profundizó la crisis nacional y –sin quererlo– ensanchó el camino a la revolución social, llegada tras un complicado, tortuoso e impredecible recorrido histórico.
Cuba fue el escenario, Fidel Castro el artífice, articulador y líder de la esclarecida vanguardia a la que, por haber tenido lugar aquellos hechos en el año 1953, se le llamó Generación del Centenario Martiano. Nada más justo y exacto.
Según definió y confirmó Fidel en su histórica autodefensa: fue José Martí el autor intelectual de aquella gesta. Martiana, por tanto, era ya la ideología y era la inspiración fundamental de aquellos combatientes; martiana fue la semilla sembrada con sus ideas y con su sangre; martiano fue el amor a la Patria que los llevó al combate desigual y heroico.
El 26 de Julio es, sin duda, una conmemoración martiana, y como tal es asumida desde su fundación en 1995 por la Sociedad Cultural José Martí y sus filiales provinciales, consejos municipales y clubes martianos constituidos hasta en los más apartados rincones de la geografía nacional. También para el Movimiento Juvenil Martiano tiene semejante significación.
Para todos ellos es un día glorioso, que se convierte en jornada de reflexión patriótica y revolucionaria, de apoyo práctico a las tareas comunitarias del presente y de reafirmación organizativa y divulgativa de sus bases, porque Martí estuvo en el Moncada y permanece entre nosotros.
El Día de la Rebeldía Nacional no puede pasar inadvertido en cuanto a las raíces y al evidente contenido martiano de esta fecha; mucho menos en estos momentos cruciales y definitorios que viven la Patria y la Revolución, cuando se reclaman los mayores esfuerzos y los enormes sacrificios que solo Martí, Fidel y nuestros mártires sagrados y gloriosos pueden inspirarnos.
Recordemos a Armando Hart cuando, sabiamente, advirtió que «la realidad no se halla solo en los fenómenos que se aprecian a simple vista, sino también en las necesidades que se encuentran en el sustrato y las esencias de la vida social. Captarlas y asumirlas de una forma práctica, para satisfacerlas, es el mérito de los grandes forjadores de la historia».
Una aparente derrota militar –acto sublime de resistencia creativa– se convirtió así en una victoria de ideas que hoy extienden su luz más allá de nuestros horizontes nacionales, y van llevando nuevas realidades y esperanzas a otros pueblos.
«Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su Centenario…», dijo Fidel, pero sus mejores hijos no permitieron entonces que eso sucediera, aun al costo de sus propias vidas.
Los martianos de hoy tampoco permitirán que eso suceda, y suman sus fuerzas, su trabajo y sus ideas en un solo haz de unidad y continuidad. Martí está también en el Moncada de hoy.
Fuente: Granma