La crisis mundial capitalista que ya venía gestándose y que se agravara con la crisis sanitaria del Covid-19, desplazó a millones de mujeres del mercado laboral, disminuyeron sus ingresos, se incrementó el desempleo que incidió más que en la población económicamente activa masculina. Los sectores de la producción y los servicios que más afectación sufrieron fueron los que contienen mayormente mano de obra femenina, agregándose que las mujeres ocupan un lugar mayor en la economía informal, en las micro, pequeñas y medianas empresas más frágiles ante la crisis. Así se fue perdiendo autonomía, empobreciendo a este sector mayoritario de la población y aumentando la violencia basada en género, hecho en el cual incidió también el encierro prolongado con potenciales agresores.
El año transcurrido, con su secuela de muerte y enfermedad por la pandemia, marcó un retroceso en términos de derechos alcanzados por la equidad de género. Aumentaron las brechas de trabajo y empleo, las brechas digitales, la feminización de la pobreza, profundizándose las fuertes estructuras patriarcales. Para América Latina, por ejemplo, la CEPAL estima 10 años de retroceso.
La “pandemia en la sombra” se llamó a este impulso de la violencia patriarcal. Al mismo tiempo, el impacto emocional de la crisis económica y sanitaria recaía con mayor crudeza sobre las mujeres, multiplicándose el trabajo doméstico no remunerado, y la responsabilidad mayor ante los cuidados a nivel social tanto desde lo educativo, como desde el mismo sector de la salud también con mayoritario peso de mujeres. La forma de funcionamiento cíclica del capitalismo y el patriarcado vuelven a darse la mano.
Para el caso específico de Cuba y Venezuela también afectadas por la crisis mundial y en medio de la pandemia, el imperialismo arreció el bloqueo y las sanciones económicas que afectan especialmente a las mujeres por su rol de reproductoras sociales.
Es la hora de levantar las voces de millones y millones de oprimidas del mundo entero. Es tiempo de organización de las trabajadoras en el mundo, trabajadoras del hogar, de las industrias, de los servicios, de los campos, de las ciencias y las artes. Mujeres que trabajan y estudian, mujeres de ayer, de hoy y de mañana. Las formas son y serán diferentes, diversas, que el grito de “Si tocan a una, tocan todas” trascienda las fronteras este 8M
“y retiemblen sus centros la tierra
Al sororo rugir del amor”[1]
[1] Fragmento de la canción “Vivir sin miedo” autora V. Quintana
Grupo feminista de la REDH, Libertadoras
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