miércoles, julio 16, 2025

Garantías rotas.

Por Ana Cristina Bracho.

¿Cómo pensaremos, al cabo de una década en lo que viene ocurriendo en 2025? Y sobre todo ¿Cuáles serán sus consecuencias? Alejémonos de las noticias principales y veamos cómo impactan el tejido fundamental para la paz. Consideremos por ejemplo que, en marzo, Estonia, Finlandia, Letonia, Lituania, Polonia y Ucrania para retirarse de la Convención sobre la Prohibición del Empleo, Almacenamiento, Producción y Transferencia de Minas Antipersonales y sobre Su Destrucción.

Lo que solo fue objeto de una manifestación de preocupación de las instancias de derechos humanos de la ONU en julio. Esta decisión, en extremo grave por los daños indiscriminados y a largo plazo que dejan estas armas desde el punto de vista del derecho internacional, significa el debilitamiento de un tratado fundamental, uno sobre el que se diseñó un proceso global para eliminar estas armas.

Este punto sobre el que iremos al detalle no es un elemento único, sino que se integra en un mapa donde están otros elementos fundamentales, como la pérdida de efectividad de la disuasión nuclear. En simultáneo, por razones disímiles y desde países opuestos se ve cómo se desmoronan espacios como el Consejo de Derechos Humanos que al nacer fue una esperanza de mejor garantía de los derechos.

Las minas antipersonales

Según informaba la revista Foreign Affairs Latinoamérica en el año 2000 “cada 2 horas, una persona en el mundo es víctima de minas terrestres o de restos de explosivos de guerra. Se cree que en el mundo hay aproximadamente 110 millones de minas terrestres todavía enterradas y potencialmente detonantes. Las víctimas por la explosión de las minas antipersonales se siguen contando por miles cada año. Muchas de estas víctimas no mueren, siendo la mutilación de extremidades la secuela más habitual asociada a las explosiones.”

Esta letal arma, sobre la cual la ONU dice de manera clara que debería erradicarse porque hace que las consecuencias humanas continúen cuando la guerra ya ha concluido, fue creada en el siglo XIX y se popularizó en la Segunda Guerra Mundial. En el presente, existen en grandes cantidades en países como Afganistán, Angola, Birmania (Myanmar), Camboya, Colombia o Egipto, aunque hay reportes de otras ubicaciones.

Ahora es importante tener en cuenta para qué se usan en tanto están diseñadas para matar o incapacitar a sus víctimas, colapsar los servicios médicos enemigos, desmoralizar tropas, y dañar vehículos no blindados. Por ello, se busca sobre todo que hieran gravemente o mutilen, y no tanto que maten. Su crueldad además del hecho que retirarlas es complejo son las principales razones por las que las minas antipersonales están prohibidas según la Convención sobre la Prohibición del Empleo, Almacenamiento, Producción y Transferencia de Minas Antipersonal y sobre su Destrucción, adoptada en 1997.

¿Entonces cómo podemos entender que en bloque los países bálticos anuncien su intención de utilizarlas y que además esto genere tan poco impacto? Hay que entender el clima de Europa de este año y cómo todo parece ser válido para prepararse ante la “amenaza” que significa Rusia que, mientras más cerca de la paz con Ucrania, parece más urgente señalar todo el potencial daño que puede producirle a una Europa que con su vecino parece no desear la paz.

¿Las armas nucleares?

Durante el mes de junio el mundo se vio marcado por el ataque de Israel a Irán justificado en detener la carrera nuclear del país persa. Pasados los bombardeos y con las estructuras internacionales que rigen la materia debilitadas, aparecen acuerdos bilaterales en la OTAN para llevar las competencias británicas y francesas a un nuevo alcance. Así, estas naciones se comprometen al desarrollo de nuevas tecnologías y a actuar en bloque, lo que es valorado junto con lo que hace Trump así como por las potencialidades de los países como Rusia, China y Corea del Norte como la potencial entrada en una nueva era nuclear.

Lo que comienza a leerse en esta materia apunta a que la estabilidad de la disuasión nuclear está en entredicho y se hace cada vez más evidente que hay una carrera armamentista en marcha donde lo nuclear viene al centro.

Este no es un asunto anodino pues como ha expresado la Cruz Roja “Las armas nucleares son los instrumentos de guerra más aterradores que se hayan creado alguna vez: no existen armas que sean tan destructivas; ningún arma causa tanto sufrimiento humano; no existe forma de controlar hasta dónde se extenderá la lluvia radiactiva o cuánto durarán sus efectos. La detonación de una bomba nuclear en una ciudad mataría a miles de personas en forma inmediata, mientras que decenas de miles de personas más sufrirían lesiones horrorosas y, más tarde, morirían por exposición a la radiación. Además de la inmensa pérdida de vidas a corto plazo, el estallido de una guerra nuclear podría causar daños a largo plazo en nuestro planeta. Podría dañar de gravedad el ecosistema terrestre y reducir las temperaturas mundiales, lo que generaría escasez de alimentos en todo el mundo.”

¿Nos estamos desensibilizando?

Toda la garantía de la paz, la búsqueda de su construcción o de la primacía de los derechos humanos requiere sensibilidad. Algunas convicciones comunes como la de pertenecer a una misma familia y tener una dignidad compartida con cualquier otro humano. Hoy, las más atroces, sistemáticas, permanentes y cotidianas violaciones de derechos humanos nos son presentadas como si se tratase de los resultados de la copa de tenis de una liga menor.

Leemos que tantas personas murieron mientras buscaban harina, que tantas familias no han tenido acceso a ninguna forma de agua en semanas, que dentro de un consultorio médico o a la puerta de la escuela, un migrante fue detenido haciendo uso de pistolas eléctricas y omitiendo los más desgarradores gritos de sus hijos.

Si la paz y el bien se trabajan, como decía Francisco de Asís, la violencia también se educa cómo tantos han venido exponiendo. El mundo que vendrá es el hijo de estos tiempos actuales y hay que tener miedo si las normas del mundo capitalista y liberal, racista y supremacista que teníamos antes ahora nos parezca una quimera civilizada e incluyente frente a lo que se hace en el presente. El futuro, para algunos debería empezar a trabajarse como un derecho pero tengamos en cuenta que más que máquinas requerimos vida y condiciones para vivir, como agua y tierras sanas, como protección de la integridad física y mental, como prohibición absoluta de la discriminación y la tortura. Pues lo contrario es quizás más tarde pero no futuro.

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