Por Juan Grabois.
No tengo ningún elemento para decir cuántos votos sacó cada uno de los candidatos en el ballotage ecuatoriano, pero la elección ecuatoriana está teñida por una cantidad de irregularidades que, al revés, hubieran hecho poner el grito en el cielo a todos los organismos internacionales subordinados a la política del Departamento de Estado norteamericano como si se tratara de un abierto, liso y llano fraude. Acá hablan bajito, pero aún bajito, reconocen las irregularidades y el deterioro de la vida democrática en Ecuador. Rarisimo. Me sumo entonces a la posición de Petro y Sheinbaum. Esta victoria de Noboa está floja de papeles.
Entre otras irregularidades, podemos mencionar que el Consejo Nacional Electoral habilitó su candidatura sin que se cumpliera el requisito constitucional de licencia previa, que Noboa cambió lugares de votación a último momento, suspendió el voto ecuatoriano en Venezuela, abusó de cadenas nacionales del oficialismo día tras día. El viernes antes del balotaje, incluso decretó el estado de excepción en siete provincias. Es un montón ¿Votar con Estado de Sitio? No es muy democrático.
Además de las maniobras del momento, existe una campaña sostenida durante años por los grandes medios, la justicia colonizada y los poderes económicos locales e internacionales. Una estrategia de lawfare que proscribió al compañero Rafael Correa y a muchos cuadros políticos ecuatorianos llegando a invadir la embajada de México para secuestrar al compañero Jorge Glas. Con el poder de la posverdad, pusieron la responsabilidad del crimen organizado en la Revolución Ciudadana cuando el narco se apropió de Ecuador después de 8 años de gobiernos anticorreistas.
La identidad política de Noboa es el anticorreísmo. Han convertido una antinomia en una identidad política, una especie de religión negativa que articula la utilización de aparatos estatales y paraestatales, el miedo insuflado, el conformismo, el racismo y la obediencia. Es una reversión ecuatoriana del antiperonismo. Más allá de estos señalamientos, el propósito principal de este artículo es reivindicar la lucha político-electoral que dio la Revolución Ciudadana en general y la compañera Luisa Gonzalez en particular. Darle fuerza para que no baje los brazos. Lo sucedido es un momento en el tiempo. Nuestra tarea es seguir empujando los procesos… y necesitamos a Luisa.
Hay muchas cosas para destacar. En primer lugar, llegar al ballotage en semejante desventaja, ponerle coraje y corazón a la campaña aún a riesgo de su vida -le sacaron la custodia intempestivamente- obtener un resultado que echa por tierra el argumento gorila de que la Revolución está muerta, todo eso tiene un mérito enorme que la bronca por el “resultado” final -cuestionado, cuestionable y aún bajo una necesaria revisión- no debe opacar.
Luisa González encarna una vertiente política que articula justicia social, compromiso con los sectores populares y una defensa firme de la soberanía nacional. Su figura sintetiza elementos del nuevo liderazgo latinoamericano que emerge desde abajo, que luego adquiere experiencia en gestión estatal y mantiene desde allí una fuerte conexión con las demandas populares. No se marea. No se vende.
En un continente donde la oligarquía plutocrática exacerba la deshumanización material y cultural de los pueblos originarios, los sectores más empobrecidos de nuestros pueblos, necesitamos muchas Luisas.
Cansada del conservadurismo que no conserva nada más que el status quo, Luisa encontró su lugar en la izquierda nacional-popular ecuatoriana. Durante los gobiernos de Rafael Correa, ocupó cargos relevantes en áreas de administración pública, planificación y gestión institucional. Fue Secretaria General de la Administración Pública, y luego asambleísta nacional por Manabí entre 2021 y 2023. Tiene experiencia de vida, de gestión y de lucha política. Es un cuadro integral.
En 2023 se convirtió en la primera mujer candidata presidencial del movimiento Revolución Ciudadana. Hace unos días, estuvo a punto de dar vuelta casi diez años de persecución, proscripción y hostigamiento, racismo, endeudamiento, avance de la violencia y deterioro social.
Luisa asumió un programa de Justicia Social y economía mixta. Promovió la creación de un ingreso básico universal y una economía mixta que contempla la producción nacional, el fortalecimiento de las cooperativas, el trabajo autónomo y los emprendimientos de base comunitaria. Planteó una agenda clara y concreta en favor del trabajo digno, la formalización del empleo y el fortalecimiento de los sindicatos.
En el plano de la soberanía política y la independencia económica, tiene una postura firme en relación a la deuda externa, planteando una renegociación basada en el reconocimiento de los perjuicios que los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional causaron en Ecuador. Aboga por la integración y la unidad latinoamericana, esa unidad que tuvo su punto más alto en el “no al ALCA” donde Evo, Correa, Nestor, Chávez, Lugo, Fidel, Mujica, Lula formaron un bloque que le cerró la puerta a los proyectos imperialistas de George Bush en un acto de dignidad regional que -te gusten más o menos sus protagonistas- debemos recordar, estudiar, preparar y repetir.
En relación al grave problema de la seguridad y la violencia, Luisa se animó a plantear la naturaleza estructural del tema sin promover torturas ni campos de concentración. Falsas soluciones que pueden ser eficaces en el corto plazo pero que ponen en jaque principios democráticos elementales y abren las puertas del infierno. La historia lo dice. Abren las puertas del infierno. Primero lo hacen con unos, después con otros. Luisa tampoco reprodujo la charcada del garantismo academicista que desestima situaciones de violencia que afectan a los más pobres y deben abordarse también con una perspectiva de inmediatez y firmeza para frenar el crimen organizado y liberar a sus víctimas de esa opresión.
Noboa, en cambio, jugó de manual. Atacar, atacar, atacar. Sobre su proyecto, no hizo olas. No planteó un programa. Sonrió. Se abrazó a Trump, lloró con su esposa en televisión, se disfrazó de futuro… y además hizo trampa. No vale dos ravioles. Es un mercader.
En latinoamérica hay barrios sin agua, jóvenes sin futuro, familias sin techo, trabajadores sin derechos, niños sin escuelas, campesinos sin tierra, originarios sin territorio, zonas enteras tomadas por el crimen organizado, Y en ese barro, todavía hay millones que luchan. Que no se rinden. Luisa es una de ellas. Todo mi respeto y mi admiración.
Son tiempos de inmoralidad y deshumanización; son tiempos de retroceso o resistencia en muchos países de la Patria Grande; entonces, aún dejando jirones de nuestra vida como diría Evita, como hizo Luisa, nuestra tarea es conservar una retaguardia moral, organizativa, ideológica y política del humanismo latinoamericano para cuando llegue la hora del contraataque.
No aflojes Luisa. No vamos a perder, porque sólo pierde el que se rinda y nosotros no nos rendimos nunca. Lo que nos roban en las urnas, lo defenderemos en las calles y los territorios, hasta que lo recuperemos para avanzar. Acá no se rinde nadie.