El Corredor Económico India-Medio Oriente-Europa (IMEC, por sus siglas en inglés) es una enorme operación de diplomacia pública lanzada en la reciente cumbre del G20 en Nueva Delhi, incluyendo un memorando de entendimiento firmado el 9 de septiembre.
Los actores incluyen a Estados Unidos, India, Emiratos Árabes Unidos y la Unión Europea (UE), con un papel especial de los principales poderes de esta última: Alemania, Francia e Italia. Es un proyecto ferroviario multimodal, emparejado con transportes y carreteras digitales y de electricidad secundarias que se extienden hacia Jordania e Israel.
Si es lo que dice ser en tanto respuesta tardía de occidente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta china (BRI, por sus siglas en inglés), lanzada hace 10 años y celebrando un Foro de la Franja y la Ruta el mes que viene, eso es porque lo es. Y sí, es, sobre todo, otro proyecto estadounidense para circunvalar a China, para afirmarlo con propósitos meramente electorales como un exiguo «éxito» en materia de política exterior.
Nadie de entre la Mayoría Global recuerda que los estadounidenses vinieron con su propio plan de Ruta de la Seda durante los 2010. El concepto provino de Kurt Campbell, del Departamento de Estado, y fue vendido como idea suya por la para entonces secretaria Hillary Clinton. La historia es implacable: no terminó en nada.
Y nadie de entre la Mayoría Global recuerda que el plan de la Nueva Ruta de la Seda vendido por Polonia, Ucrania, Azerbaiyán y Georgia a inicios de los 2010, con cuatro rutas de tránsito problemáticas en el Mar Negro y el Caspio. La historia es implacable: este, también, terminó en nada.
De hecho, muy pocos dentro de la Mayoría Global recuerdan el plan global Build Back Better World («construir un mejor plan para el mundo»; BBBW o B3W, sus siglas en inglés) circundando la cifra de 40 billones de dólares patrocinados por Estados Unidos, desplegado con grandes fanfarrias hace dos veranos atrás, enfocándose en «el clima, salud, seguridad sanitaria, tecnología sanitaria e igualdad de género».
Un año después, en un encuentro del G7, B3W ya se había encogido unos 600 mil dólares y ajustado a un proyecto de infraestructura e inversión. Por supuesto, nada se construyó. La Historia de verdad es implacable: terminó en nada.
El mismo destino le espera al IMEC, por un número de razones muy específicas.
GIRANDO HACIA UN VACÍO OSCURO
Toda la lógica del IMEC yace sobre lo que el escritor y ex embajador M.K. Bhadrakumar deliciosamente describió como «conjurando los Acuerdos de Abraham por el hechizo del tango saudita-israelí».
Este tango murió al nacer; ni siquiera el fantasma de Piazolla puede revivirlo. Para empezar, uno de los principales –el príncipe Mohamed Bin Salmán– ha dejado claro que las prioridades de Riad son una nueva y energizada relación con Irán negociada por China, con Turkiye, y con Siria luego de regresar a la Liga Árabe.
Además, tanto Riad como el socio emiratí del IMEC comparten intereses inmensos en comercio y energía con China, así que no van a hacer nada que pudiese molestar a Beijing.
Al pie de la letra, el IMEC propone un impulso en conjunto entre el G7 y las once naciones BRICS. Ese es el método occidental para seducir hacia su agenda a la India, eternamente evasiva bajo Modi, y a los aliados de Estados Unidos sauditas y emiratíes.
Su verdadera intención, sin embargo, no sólo es socavar la BRI, sino también el Corredor de Transporte Internacional Norte-Sur (INTSC, por sus siglas en inglés), donde India es un actor de peso junto a Rusia e Irán.
El juego es muy ordinario y en realidad bastante obvio: un corredor de transporte concebido para circunvalar a los tres principales vectores de la verdadera integración euroasiática –y de paso miembros de los BRICS: China, Rusia e Irán– pendiéndole una tentadora zanahoria de Divide y Vencerás para prometer las Cosas que Nunca Serán Cumplidas.
En este punto la obsesión neoliberal de los Estados Unidos de la etapa del Nuevo Gran Juego se trata, como siempre, de Israel. Su objetivo de hacer de Haifa un puerto viable y convertirla en un centro de transporte clave para Asia occidental y Europa. Todo lo demás está subordinado al imperativo israelí.
El IMEC, en principio transitará a través de Asia Occidental para conectar India con Europa occidental y oriental, vendiendo la ficción de que India es un Estado Pivote Global y una Convergencia de Civilizaciones.
Palabrerías. Mientras el gran sueño indio es el de convertirse en un Estado pivote, su mejor intento sería a través del INTSC que ya está en marcha, que pudiera abrir mercados desde Delhi a Asia Central rumbo al Cáucaso. De otra manera, como un Estado Pivote Global, Rusia está miles de paso adelante de India diplomáticamente, y China lo está en comercio y conectividad.
Son fútiles las comparaciones entre el IMEC y el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC, en inglés), el IMEC es un chiste en comparación con el proyecto insignia del BRI: el plan de 57,7 mil millones de dólares para construir una vía ferroviaria en más de 3 mil kilómetros conectando Kashgar en Xinjiang con Gwadar en el Mar Arábigo, que a su vez conectará corredores terrestres del BRI dirigidos hacia Irán y Turkiye.
Para China este es un asunto de seguridad nacional. Así que se puede apostar que el liderazgo en Beijing tendrá conversaciones serias y discretas con los actuales quintacolumnistas en el poder en Islamabad, antes o durante el Foro de la Franja y la Ruta, para recordarles de los hechos relevantes en materia de inversión, geoestrategia y geoeconomía.
Entonces, ¿qué queda del comercio indio dentro de todo esto? Poco. Ya usan el Canal del Suez, una ruta probada y directa. No existe incentivo alguno para siquiera comenzar a contemplar quedarse atascados en hoyos negros a lo largo de las amplitudes desérticas que rodean al Golfo Pérsico.
Otro problema refulgente, por ejemplo, es que «faltan» casi mil 100 kilómetros de rieles de la vía de Fujairah en los Emiratos hasta Haifa, 745 que «faltan» desde Jebel Ali en Dubai a Haifa, y 630 que también «faltan» de la vía de Abu Dhabi a Haifa.
Cuando todos los puntos de conexión se suman, quedan todavía 3 mil kilómetros de ferrovía que necesitan construirse. Los chinos, por supuesto, pueden hacer esto en un santiamén y con pura calderilla, pero no son parte de este juego. Y no hay evidencia de que la pandilla del IMEC tenga planes de invitarlos.
TODAS LAS MIRADAS SOBRE SYUNIL
En «La guerra de los corredores de transporte» delineado para The Cradle en junio de 2022, queda claro que las intenciones muy pocas veces se convierten en realidad. Estos magnos proyectos son, sobre todo, logística, logística, logística; por supuesto, entrelazado con los otros pilares fundamentales: energía, recursos energéticos, trabajo y manufactura, más reglas del comercio/mercado.
Examinemos el ejemplo centroasiático. Rusia y los tres «stans» centroasiáticos –Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán– están lanzando un Corredor de Transporte del Sur multimodal que esquivará a Kazajistán.
Por qué, si después de todo, Kazajistán, junto a Rusia, es un miembro clave tanto de la Unión Económica Euroasiática (EAEU) y la Organización para la Cooperación de Shanghái (SCO, en inglés).
La razón es porque este corredor nuevo resuelve dos problemas esenciales para Rusia que surgieron con la histeria sancionatoria de occidente. Circunvala la frontera kazaja, donde todo lo que va a Rusia es escudriñado insoportablemente a detalle. Y una parte importante de la carga ahora podrá ser transferida al puerto ruso de Astrakán, en el Caspio.
De modo que Astana, que bajo presión occidental ha jugado un arriesgado juego de apuestas con Rusia, pudiera terminar perdiendo su estatus de centro de transportación en toda regla en las regiones de Asia Central y el Mar Caspio. Kazajistán también es parte del BRI; los chinos ya están bastante interesados en el potencial de este corredor nuevo.
En el Cáucaso, la historia es aún más compleja, y una vez más, todo se trata de Divide y Vencerás.
Hace dos meses atrás, Rusia, Irán y Azerbaiyán se comprometieron a construir una sola vía ferroviaria que fuera desde Irán y sus puertos al Golfo Pérsico a través de Azerbaiyán, para que sea conectado con el sistema de trenes Rusia-Europa Oriental.
Este es un proyecto que está a la escala del Trans-siberiano, para conectar Europa Oriental con el este de África y el sur de Asia, esquivando el Canal de Suez y los puertos europeos. Es decir, de hecho, el INSTC en esteroides.
¿Adivinen qué paso a continuación? Una provocación en Nagorno-Karabaj, con el potencial letal de involucrar no sólo a Armenia y Azerbaiyán sino a Irán y Turkiye.
Teherán ha sido totalmente transparente sobre cuáles son sus límites: nunca permitirá una derrota de Armenia, con participación directa de Turkiye, que apoya por completo a Azerbaiyán.
Agréguenle a esta mezcla incendiaria los ejercicios conjuntos en Armenia –que resulta ser un miembro del CSTO liderado por los rusos– con Estados Unidos presentado, para consumo público, como un programa de «asociación» de la OTAN aparentemente inocente.
Todo esto deletrea una subtrama del IMEC destinada a socavar el INTSC. Tanto Rusia como Irán están completamente al tanto de las debilidades endémicas del primero problemas políticos entre varios participantes, aquellas «conexiones faltantes» de vía, y toda la infraestructura de importancia que aún falta por construirse.
Por su lado, el sultán turco Recep Tayyip Erdogan, nunca entregará el corredor Zangezur a lo largo de Syunik, la provincia del sur de Armenia, que fue vislumbrado en el armisticio del 2020, conectando Azerbaiyán a Turkiye a través del enclave azerí de Najitchevan, que pasaría por territorio armenio.
Bakú sí amenazó con atacar el sur de Armenia si Yerevan no facilitaba el corredor Zangezur. Así que Syunik es el próximo negocio sin resolver en este acertijo. Debe hacerse notar que Teherán, que irá sin contemplaciones a evitar un corredor OTAN-Turkiye-Israel que separe a Irán de Armenia, Georgia, el Mar Negro y Rusia. Esa sería la realidad si esta coalición teñida de OTAN toma Syunik.
Hoy, Erdogan y el presidente azerí Ilham Aliyev se reunieron en el enclave de Najchivan entre Turkiye, Armenia e Irán para comenzar un gasoducto e inaugurar un complejo de producción militar.
El sultán sabe que Zangezur pudiera finalmente permitirle a Turkiye conectarse con China vía un corredor que transitaría el mundo túrquico, en Azerbaiyán y el Caspio. Esto también le permitiría al occidente colectivo volverse a aún más atrevidos con su Divide y Vencerás contra Rusia e Irán.
¿Es el IMEC otra fantasía rebuscada de occidente? El lugar que hay que no perder de vista es Syunik.
Fuente: Misión Verdad