Preámbulo
El 25 de octubre de hace 20 años, en el Poliforum Cultural Siqueiros de la Ciudad de México, se fundó la entonces Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad, bajo los auspicios del comandante Fidel Castro Ruz y la participación determinante de Pablo González Casanova, y más de una centena de defensores de la humanidad de diversas procedencias.
Un año más tarde, en la República Bolivariana de Venezuela, la Red se consolidaría en una histórica reunión presidida por el comandante Hugo Chávez Frías, en la que se ratificó la integración de capítulos nacionales, interconectados en una red de redes, con una coordinación colectiva, cuya sede sería Caracas.
Como hace 20 años, nosotros, intelectuales de la academia, de los medios de comunicación, de la cultura y de los movimientos sociales, reunidos con el propósito de reflexionar acerca de la grave situación mundial, y conscientes de nuestra responsabilidad, hacemos la siguiente:
Declaración
Hoy como ayer, la humanidad se encuentra en una encrucijada marcada por una crisis multifactorial del sistema capitalista, cuyas formas de acumulación militarizada y delincuencial se expanden en el ámbito planetario, exacerbando sus contradicciones inherentes de concentración de la riqueza en una ínfima minoría, con una polarización y exclusión social sin precedentes. También, se imponen procesos de recolonización territorial por medio de corporaciones multinacionales, en las que se incluye el crimen organizado, originando la posible extinción de culturas y comunidades, así como graves e irreversibles daños al medio ambiente, la biodiversidad y los ecosistemas a causa de la mercantilización y privatización de los bienes naturales.
La guerra y la violencia parecen normalizarse en las relaciones nacionales e internacionales, y en los conflictos regionales y de alcances mundiales, que provocan desastres humanitarios, éxodos de población, masacres, crímenes de guerra y terrorismos de Estado, tanto globales como nacionales, que bien pudieran ser la expresión del neofascismo del siglo XXI.
Hoy como ayer, el imperialismo todavía hegemonizado por el gobierno de Estados Unidos y sus socios europeos, sigue siendo el principal enemigo de la humanidad, con la OTAN como instrumento de provocación, agresión e injerencia, y la red masiva de 867 bases e instalaciones militares en todo el orbe, así como las comprobadas operaciones militares abiertas y encubiertas de sus Fuerzas Especiales en más de 130 países. Se ha señalado que Washington mantiene estos instrumentos de coerción a escala mundial, que bien podrían ser considerados propios de un Estado policíaco global o un terrorismo global de Estado.
No obstante, durante las últimas décadas, el mundo se ha vuelto multipolar, y la hegemonía estadounidense se encuentra en crisis con la emergencia de otros poderes como Rusia, China, India y Japón. “El imperialismo, en sus distintas expresiones, alianzas y contradicciones internas”, es más que ayer, “un mega-poder de carácter político militar en el que los Estados nacionales renuncian al interés público”. (Primera Declaración de la Red en Defensa de la Humanidad)
En la actual guerra de Israel contra el pueblo palestino, es preciso convocar a todas las fuerzas democráticas del mundo para detener el genocidio que emprende el Estado sionista en la franja de Gaza y en los territorios ocupados. Condenamos hoy, como ayer lo hicimos contra la invasión de Estados Unidos a Irak, la violación de la Carta Constitutiva de la ONU en 1945, en sus artículos 1°, 3°, 4° y 7°, que establecen: “suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz”; el “arreglo pacífico de controversias”; el rechazo al “uso de la fuerza contra la integridad territorial”; la “no intervención en los asuntos internos de los Estados”, y otras resoluciones que afirman el “derecho inalienable de los pueblos a la integridad de su derecho territorial”. (Primera Declaración de la Red en Defensa de la Humanidad)
En el ámbito de la crisis medio ambiental, que investigadores caracterizan como colapso sistémico de alcance global, y que el Comandante Fidel Castro refirió con gran preocupación en su histórica intervención en la Cumbre de Río de 1992, consideramos que se profundiza con la realidad mundial que estamos viviendo: elevación del nivel del mar, deshielo de los polos, extinción y mutación de especies, desertización, deforestación, incremento en la frecuencia e intensidad de los huracanes, dificultades crecientes para la producción de alimentos, inundaciones inéditas de tierras habitadas en litorales e islas, y, ¡surgimiento de nuevas pandemias!, como la Covid-19.
Hoy tenemos que ser conscientes de la posibilidad real y fundada científicamente de una catástrofe a escala mundial en un futuro cada vez más cercano, que ha sido denominado “colapso”, esto es, el hundimiento general y masivo del sistema dominante, manifiesto en reducciones sustanciales en la producción industrial; el derrumbe simultáneo y combinado de carácter financiero, comercial, político, social, cultural y ecológico, debido a sus propias contradicciones y realidades verificables, en sinergia con diversas y severas implicaciones previsibles y progresivamente manifiestas del cambio climático[1].
La dimensión demográfica de la crisis multidimensional que vive la humanidad se ha complejizado. El panorama de los desplazamientos forzados y masivos, originados por guerras, despojos de tierras y territorios, por la violencia de múltiples signos, y por el colapso ecológico, suman millones, por lo que se han incrementado las migraciones sur norte, mientras los muros se multiplican para impedir su arribo a los destinos en Europa y, en las Américas, hacia Estados Unidos. Las condiciones que viven estos migrantes, hombres, mujeres y niños son de violencia, miseria, racismo y discriminación, a causa de las políticas antinmigrantes que prevalecen en diversas regiones del planeta, violando sus derechos al trabajo, al libre tránsito y a una vida mejor.
Frente a estas graves contingencias que el capitalismo neoliberal impone en esta etapa de acumulación militarizada, se extienden las luchas sociales, antirracistas, antipatriarcales, anticapitalistas y movimientos de los pueblos originarios y afrodescendientes, feministas y ciudadanos, antibélicos, por la autonomía y la autodeterminación de los pueblos. A la par, se intensifica su criminalización y represión crecientes, lo que implica propugnar por soluciones negociadas.
Las diversas experiencias de gobiernos progresistas y de izquierda que han experimentado América Latina y el Caribe en los últimos 25 años, con todas sus diferencias y errores, han logrado avances históricos en el terreno social, en la ampliación de la democracia, en la integración y en la lucha por la soberanía y la emancipación regionales. Ante estos avances, tiene lugar la contraofensiva de las oligarquías y las derechas más conservadoras, apoyadas infaliblemente por Estados Unidos, y expresada en la llamada guerra de cuarta generación, que ha implicado golpes de Estado, judicialización de la política, guerra económica y manipulación mediática, entre otras acciones.
El gobierno estadunidense sigue hostigando a Cuba, con un cruel bloqueo que se prolonga por más de seis décadas, y que fue denunciado de nueva cuenta por su presidente, Miguel Díaz-Canel, en septiembre pasado en la sede de Naciones Unidas, donde reiteró que Cuba “sufre un cerco real, una guerra económica extraterritorial, cruel y silenciosa. Se acompaña de una poderosa maquinaria política de desestabilización, con fondos millonarios aprobados por el Congreso de los Estados Unidos, con el fin de capitalizar las carencias que provoca el bloqueo y socavar el orden constitucional del país y la tranquilidad ciudadanas”.
Por su parte, la República Bolivariana de Venezuela ha sido objeto durante estos años de una variada gama de ataques que van desde la guerra de amplio espectro apoyada por el Pentágono y sus aliados subalternos en el área, con sus múltiples intentos de golpe de Estado, pasando por la guerra económica, la invasión mercenaria de paramilitares colombianos, y, en particular, del terrorismo mediático que pretende aislar internacionalmente al gobierno legítimo, romper el orden legal y violentar la justicia y el estado de derecho. De manera reiterada, en artículos periodísticos, entrevistas y declaraciones que circulan por las redes, en orquestadas campañas, presenta al gobierno de Nicolás Maduro como una dictadura represora, incluso como un régimen totalitario, enfrentado a un supuesto límpido, pacífico y desinteresado movimiento democrático. Nada se menciona en estos análisis, que se dicen objetivos, sobre los sustanciales apoyos económicos de Estados Unidos y sus organismos de inteligencia a los partidos y las agrupaciones políticas emblemáticas de la oposición, ligados muchos de ellos a organizaciones internacionales neonazis y de la ultraderecha anti socialista, radicadas en Bogotá, Miami y México, y de conocidas fachadas de la CIA, como la Alianza Parlamentaria de América, Unoamérica o la Human Right Foundation, de Uribe y sus sicarios y paramilitares.
Reiteramos los objetivos específicos de la Red inscritos en la Declaración fundante que fueron a grosso modo: el análisis de la realidad y la difusión de sus aportes y conocimientos, la crítica al pensamiento único prevaleciente en el sistema dominante, que constituye un conjunto de “propuestas de alternativas fundadas en la acción comprometida en los movimientos y procesos sociales de nuestros pueblos y en el análisis de sus experiencias de resistencia e innovación”, la búsqueda del denominador común entre las luchas a fin de vincular las de carácter local con la lucha global y “fomentar la resistencia al poder dominante por medio del ejercicio del poder alternativo, la creación de redes interculturales y la difusión de las voces múltiples y diversas de la humanidad”. (Primera Declaración de la Red en Defensa de la Humanidad)
Hoy volvemos a sostener que nuestros objetivos sólo se alcanzarán con el aporte de un trabajo fundado en el rigor científico y comprometido con las luchas sociales, a partir de una intelectualidad que se oponga al capitalismo neoliberal y a los beneficios y privilegios de las minoritarias clases dominantes, que defienda la paz y los derechos humanos integrales, la autodeterminación de las naciones, el derecho a la autonomía de los pueblos indígenas de todo el mundo y los derechos de género.
Sin duda, la vigencia de estos objetivos y el valor del trabajo intelectual son innegables y tan imprescindibles como hace 20 años, más aún en un contexto en el que las derechas y extremas derechas en el mundo tienen un crecimiento inusitado, y que se han planteado radicalizar el capitalismo neoliberal, retrotraer las conquistas sociales alcanzadas en la región y el orbe, y priorizar la hegemonía del capital por sobre la sobrevivencia del planeta y de la humanidad.
Con base en esta declaración política adoptamos y refrendamos las siguientes estrategias en defensa de la humanidad
- Seguir impulsando la Red de Redes en Defensa de la Humanidad y sus vínculos con otras iniciativas a nivel global que compartan nuestros principios.
- Valorar y profundizar el avance que en estos veinte años ha tenido la articulación de intelectuales, artistas y trabajadores de la cultura que laboran en diversas universidades, espacios culturales, centros de investigación e institutos de docencia e investigación científica y humanística, así como la intelectualidad formada en los movimientos sociales y luchas anticapitalistas.
- Fortalecer las herramientas de comunicación de los capítulos nacionales de la Red en Defensa de la Humanidad para consolidar la capacidad colectiva de acción e incidencia en los pueblos del mundo.
- Mantener nuestra solidaridad con movimientos y gobiernos que enarbolen la justicia social, la consolidación de una democracia participativa y la emancipación y la unidad latinoamericana y caribeña.
- Establecer mecanismos efectivos de solidaridad, denuncia y acciones capaces de responder oportunamente ante los ataques del poder hegemónico estadounidense y sus aliados.
- Impulsar campañas mediáticas a nivel global que impulsen la conciencia sobre los grandes problemas que enfrenta la humanidad y el planeta, en particular el colapso ecológico y medioambiental en marcha.
- Considerar la interculturalidad privilegiada de nuestra región latinoamericana y caribeña, buscando incidir en la formación histórica y cívica y en la identidad y conciencia de una región multiétnica y pluricultural, riqueza enorme para un nuevo proyecto civilizatorio.
- Fortificar redes de diálogos entre comunidades culturales que hagan frentes comunes de lucha con los movimientos sociales libertarios y revolucionarios que cuentan con un extraordinario patrimonio artístico.
- Promover una cultura de Paz, capaz de contrarrestar la propaganda de guerra.
- Demandar a los gobiernos latinoamericanos que suspendan la compra de insumos a Israel y evitar la complicidad en el financiamiento de la guerra emprendida contra el pueblo palestino que amenaza con una conflagración regional para controlar al Medio Oriente y el petróleo.
- Analizar las estrategias del imperialismo y sus aliados nacionales, para avanzar en las resistencias y las luchas sociales.
Ciudad de México, 25 de octubre de 2023
Participantes del encuentro: Adalberto Santana, Alessandra Pradel, Alicia Castellanos, Argelia Guerrero, Carlos Fazio, Carlos Figueroa, Carmen Bohórquez, Darío Salinas, Gabriela Cultelli, Gilberto López y Rivas, Irene León, José Antonio Hernández, Luis Britto, Manuel Santos Iñurrieta, Marco Velázquez, Nayar López, Paula Klachko, Polo Castellanos, Raúl Romero, Samuel Sosa, Sergio Arria, Tatiana Coll
Secretaría Ejecutiva REDH
[1] Ver: Carlos Taibo: Colapso: capitalismo terminal, transición ecosocial, ecofascismo, Madrid: Catarata, 2020.