Mientras las fuerzas rusas acaban de desplegar la segunda fase de la operación militar especial en Ucrania, Estados Unidos ya ha proporcionado 3 mil 400 millones de dólares en armamento, que va desde artillería pesada hasta drones tácticos y vehículos blindados, para apoyar al gobierno de Kiev y sus facciones reconocidamente nazis.
El último paquete de ayuda militar de 800 millones de dólares fue la octava entrega de ayuda y el pasado jueves 28 el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, envió una solicitud al Congreso de Estados Unidos para una ayuda de 33 mil millones de dólares que incluyen 20,4 mil millones en asistencia militar y de seguridad.
También la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó una ley que facilita acuerdos de préstamo y arrendamiento de equipos de defensa con Ucrania y otros países de Europa del Este, reviviendo una ley implementada contra Hitler durante la II Guerra Mundial y allanando el camino para que más armas estadounidenses lleguen a la región.
El asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, ha calificado la asistencia militar de Estados Unidos, como «las armas que necesita» Ucrania para defenderse de Rusia, ello consiste en:
- Más artillería, vehículos blindados, misiles antitanques y sistemas antiaéreos;
- Asistencia en el desarrollo de las capacidades de Ucrania para llevar a cabo la guerra cibernética;
- Más intercambio de inteligencia;
- Apoyo en la producción de municiones;
- Asistencia en la remoción de minas y otros explosivos, así como en la protección de Ucrania contra bombas químicas, biológicas y «sucias»;
- Mayor aumento de la presencia estadounidense en el flanco este de la OTAN.
Por su parte algunos europeos no se han quedado atrás, el Reino Unido proporcionó a Ucrania 120 vehículos patrulleros Mastiff fuertemente blindados. La República Checa ha entregado obuses, tanques y vehículos pesados de combate de infantería, incluidos 56 tanques ligeros originalmente de Alemania Oriental. Dinamarca y los Países Bajos han enviado armas antitanque. Finlandia ha enviado rifles, armas antitanque y equipo no revelado.
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La ayuda militar de 30 países se descarga de un avión en el aeropuerto internacional de Boryspil, a las afueras de Kiev, Ucrania (Foto: Al Jazeera)
Australia aprobó la entrega de 20 vehículos blindados Bushmaster, Eslovaquia envió sus sistemas de misiles antiaéreos S-300, Estonia confirmó el envío de nueve obuses D-30 remolcados de 122 mm y cientos de proyectiles, Alemania prometió 100 tanques Leopard-1 de las bases de almacenamiento de la Bundeswehr; sin embargo Turquía se negó a suministrar a Ucrania sus ADS S-300.
La lista descrita parece indicar que las pretensiones de la OTAN, encabezada por Estados Unidos, no pasan por el diálogo, la solución política ni por disminuir la influencia de la alianza euroatlántica en el conflicto que tuvo como detonante los ocho años de violencia desatada por Kiev sobre el Donbas y que causaron hasta 14 mil muertes.
Más leña al fuego
Los países bálticos y Alemania suministran a Ucrania armas soviéticas caducadas a la vez que las capacidades de defensa de los países indirectamente participantes en el conflicto del lado de Kiev están disminuyendo. De esta manera las corporaciones del Complejo Industrial Militar (CIM) estadounidense, mas las de Europa y Turquía determinan cómo resolver los problemas que han surgido.
Armamento estadounidense llega como como sustituto al territorio de los países europeos que están suministrando armas soviéticas a Ucrania, un ejemplo es el despliegue de los sistemas de defensa aérea estadounidense Patriot en lugar de los S-300 en Eslovaquia. A pesar de la insistencia del Pentágono sobre lo temporal de esta medida, se están llevando a cabo negociaciones para basar permanentemente las armas estadounidenses en todos los países del flanco oriental de la OTAN.
Analistas aclaran que el hecho de que Washington hable de ayuda militar nunca ha implicado que dicha ayuda deba ser exclusivamente gratuita, por el contrario, Ucrania tendrá que pagar a todos sus aliados por las armas al final del conflicto.
Mientras Rusia afirma haber destruido 2 mil 496 tanques y vehículos blindados de combate ucranianos, y 1.093 piezas de artillería de campaña y morteros, el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, declaró el pasado 25 de abril que «la estrategia que hemos puesto en marcha -apoyo masivo a Ucrania, presión masiva contra Rusia, solidaridad con más de 30 países que participan en estos esfuerzos- está teniendo resultados reales».
Agregó que «Estamos viendo que, en lo que respecta a los objetivos bélicos de Rusia, ésta está fracasando y Ucrania está teniendo éxito. Rusia ha buscado como objetivo principal subyugar totalmente a Ucrania: quitarle su soberanía, quitarle su independencia. Eso ha fracasado».
Por otra parte, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergey Lavrov, advirtió que el apoyo occidental a Ucrania estaba convirtiendo la guerra en un conflicto de poder entre la OTAN y Rusia, con el riesgo inherente de desencadenar una tercera guerra mundial. «No me gustaría elevar esos riesgos artificialmente. A muchos les gustaría eso. El peligro es serio, real. Y no debemos subestimarlo», dijo Lavrov en la televisión estatal rusa.
También el embajador ruso en Washington, Anatoly Antonov, afirmó al canal de televisión Rossiya 24 que «lo que están haciendo los estadounidenses es echar leña al fuego», agregando que «solo veo un intento de subir las apuestas, de agravar la situación, de ver más pérdidas».
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Militares ucranianos disparan un misil antitanque Javelin durante unos ejercicios militares dirigidos por la OTAN en un lugar «desconocido» de Ucrania (Foto: Reuters)
Los mismos funcionarios norteamericanos han advertido que no saben dónde va a parar el arsenal suministrado a Ucrania que tiene «uno de los mayores mercados de tráfico de armas de Europa», según el Índice de Crimen Organizado Global. Ello ha generado declaraciones como la de María Zajárova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, quien advirtió el pasado jueves que las armas occidentales suministradas a dicho país pueden caer en manos de algunos terroristas, de la misma manera que sucedió con las entregas a la “oposición” siria, que terminó impulsando al Estado Islámico y desplegándose en Europa y Asia con múltiples atentados.
El astronómico gasto en una defensa que no defiende
Los desembolsos militares en el presupuesto nacional de ningún otro país se acercan a los de Estados Unidos. En el año fiscal 2019, el presupuesto del Pentágono fue casi tres veces mayor que el gasto en defensa de China y más de 10 veces mayor que el de Rusia. El total de Estados Unidos superó los de defensa de los siguientes 10 países combinados y representó por sí solo un considerable 38% del gasto militar en todo el mundo. Además:
- Estados Unidos gastó 725 mil millones de dólares en defensa nacional durante el 2020, según la Oficina de Gestión y Presupuesto, esto supone el 11% del gasto federal.
- Unos 690 mil millones de dólares fueron gastados por el Departamento de Defensa (DoD) en actividades militares y los 34 mil millones restantes en actividades relacionadas desarrolladas por el Departamento de Energía y la Oficina Federal de Investigación (FBI).
- De los 690 mil millones de dólares hubo un gasto en operación y mantenimiento de 279 mil millones.
- En gastos del personal militar, como el pago y las prestaciones de jubilación de los miembros del servicio, se gastaron 161 mil millones.
- La adquisición de armas y sistemas costó 139 mil millones de dólares en 2020 y casi 100 mil millones se gastaron en investigación y desarrollo de armas y equipos. Esto implica que en manos de las corporaciones queda la suma de ambos montos: 239 mil millones, poco más de un tercio.
- Más de 10 mil millones de dólares se gastaron en la construcción y gestión de instalaciones militares, como cuarteles y viviendas familiares, y 1 mil millones de dólares en una serie de actividades diversas.
- En tiempos de la guerra de Vietnam una parte mucho mayor del gasto militar se dedicaba al personal militar y a la adquisición de armas y sistemas.
Según la propia contabilidad del DoD, los contribuyentes han gastado 13,34 billones de dólares en el ejército estadounidense desde el año 2000 hasta el año fiscal 2019 en dólares ajustados a la inflación de 2020. Si se añaden otros 3,18 billones para la Administración de Veteranos, la media anual asciende a 826 mil millones de dólares.
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Comparación entre los otros 11 países con mayor gasto en defensa con respecto al de Estados Unidos (Foto: Fundación Peter G. Peterson)
En una editorial publicada en la revista Scientific American, el jefe de la Unión de Científicos Preocupados, Elliott Negin, plantea que «si el Pentágono fuera una corporación privada, la flagrante mala gestión lo habría llevado a la quiebra hace años», se refiere a los ineficientes controles por parte del mismo DoD y del Congreso que han permitido despilfarrar decenas de miles de millones de dólares al año, y los últimos 20 años «están plagados de un desfile de proyectos sobrevalorados, chapuceros y mal hechos».
Sus sistemas y programas de armamento sobrevalorados e ineficaces han alcanzado unos 46 mil millones de dólares, solo el tres veces fallido tanque Bradley ha costado unos 22 mil 900 millones de dólares en los últimos 17 años y un sistema de defensa contra misiles balísticos, planteado por Reagan en el marco de la Guerra de las Galaxias, ha costado 67 mil millones desde los años 90.
El costo previsto del caza F-35 Joint Strike Fighter fue de 1,5 billones de dólares a lo largo de su vida útil, sin embargo, las 490 unidades fabricadas poseen más de 10 fallas graves y casi 900 defectos de software. El Pentágono sigue planeando comprar 2 mil 400 unidades más en los próximos 25 años aun cuando más de la mitad de la flota actual fue inmovilizada para su mantenimiento entre 2017 y 2018.
Otros sistemas que funcionan mal, según Negin, son el destructor Zumwalt, de 22 mil millones de dólares, el buque de combate litoral, de 30 mil millones de dólares, que la Armada ya está retirando de la circulación porque es prácticamente inutilizable; y el avión cisterna de reabastecimiento KC-46, de 43 mil millones de dólares, de la Fuerza Aérea, que ofrece pocas mejoras con respecto a los reabastecimientos actuales.
Esto sin contar las graves amenazas ambientales que implican el funcionamiento de la defensa estadounidense y su demostrada ineficiencia ante las amenazas sanitarias que costó casi un millón de muertes, un 20% de las ocurridas en el mundo.
Los grandes ganadores de siempre
Hay un circuito bien fluido entre los altos cargos militares en Estados Unidos, su Congreso y los fabricantes de armas que resulta en un beneficio mutuo, además hace que estos últimos mantengan una influencia en la política global.
La página Open Secrets reveló que, en los últimos 20 años, el CMI estadounidense y sus filiales gastaron más de 2 mil 600 millones de dólares en grupos de presión políticos (lobby) y su meta es conseguir hasta la mitad de un presupuesto del Pentágono que probablemente superará los 800 mil millones de dólares el próximo año.
Sus esfuerzos han dado resultado, ya que han captado hasta la mitad de los 14 billones de dólares asignados al DoD durante ese tiempo. En 2020, por ejemplo, Lockheed Martin recibió 5 mil 803 dólares de contratos por cada dólar que gastó en hacer lobby.
Tan solo en los últimos cinco años, Estados Unidos representó el 39% de las exportaciones mundiales de armas, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo. El mayor receptor de esa fracción fue Arabia Saudita, que recibió casi una cuarta parte del 43%, que fue dirigido a Medio Oriente.
La administración Biden aprobó un contrato de 500 millones de dólares para el apoyo a la flota de helicópteros de Arabia Saudita en septiembre y otro de 650 millones para misiles aire-aire en noviembre, aun cuando el demócrata prometiera poner fin al apoyo a la guerra liderada por Arabia Saudita en Yemen. En aquella guerra se utilizan principalmente bombas de los fabricantes Raytheon, Lockheed Martin y General Dynamics desde hace ocho años y ha cobrado más de 100 mil vidas por el conflicto, la hambruna y las enfermedades.
Según lo planteado, casi un tercio de los 740 mil millones de dólares presupuestados por el Pentágono para 2022, se dedica a la adquisición, investigación y desarrollo de armas, y los fabricantes estadounidenses entregan cada año decenas de miles de millones en ventas de estas al extranjero.
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La acumulación de capital en las empresas vinculadas al Complejo Industrial Militar implican tendencias peligrosas en la evolución de las relaciones político-militares de Estados Unidos (Foto: Global Times)
Las tres megacorporaciones gastaron 40,9 millones de dólares de los 117 millones (35%) que el sector de la defensa invirtió en esfuerzos de cabildeo durante 2021 y más de 20 cabilderos registrados que presionaron al Pentágono o a la Casa Blanca en nombre de Lockheed Martin, Raytheon o General Dynamics desde el comienzo de la guerra también tienen empleos anteriores en las mismas agencias con las que contactaron para los gigantes del complejo militar, enfatizó.
Hay nombres de halcones de la guerra visibles que emergieron de esas empresas:
- El exsecretario de Defensa Mark Esper pasó los siete años anteriores a ese cargo como lobista registrado para Raytheon.
- El actual jefe del Pentágono, Lloyd Austin estuvo hasta 2020 en el consejo de Raytheon Technologies.
- El secretario de Estado, Antony Blinken, lo mismo que Austin, llegó a la administración Biden desde la firma de inversiones Pine Island Capital Partners, compañía con sede en Washington, D.C., dedicada a la inversión en los sectores aeroespacial y de defensa.
- WestExec Advisors, una consultora lanzada por Blinken y exfuncionarios de la administración de Barack Obama (2009-2017) anunció en 2021 una asociación estratégica con Teneo, firma de asesoría global que ha ganado millones con los intereses de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.
A medida que aumenta la demanda de armas a Ucrania, estas empresas han reducido sus operaciones de presión. Lockheed Martin, Raytheon, Boeing, Northrop Grumman y General Dynamics gastaron 16,9 millones de dólares en actividades de lobby en el primer trimestre de 2022, sin embargo todas, excepto General Dynamics, gastaron menos en grupos de presión este trimestre en comparación con el mismo periodo del año pasado.
El pasado 25 de abril, la Agencia de Cooperación en Seguridad de Defensa (DSCA) anunció una importante venta de armas a Ucrania. El contrato de 165 millones de dólares para municiones es la mayor venta militar directa a Ucrania hasta la fecha. A principios de este mes, el Pentágono concedió un contrato de 19,5 millones de dólares a Raytheon y Lockheed Martin para misiles Javelin y otro de 19,7 millones de dólares a AeroVironment para drones espía Puma.
«¿Qué tan rápido pueden hacer esto?»
El investigador senior en el Quincy Institute for Responsible Statecraft, William Hartung, dijo a OpenSecrets que «no tienen que presionar al gobierno para decir ‘Armemos a Ucrania’, el gobierno viene a ellos y les dice ‘¿Qué tan rápido pueden hacer esto?’. Así que, en ese sentido, puede que no necesiten presionar tanto como lo harían en otro periodo de tiempo».
Fue así como, aunque la gran mayoría de las armas enviadas a Ucrania hasta ahora procedían del arsenal del Pentágono, el pasado 13 de abril, altos funcionarios del Pentágono reunieron en modo clasificado con los directores generales de los cinco grandes, además de L3Harris Technologies, BAE Systems y Huntington Ingalls Industries, para «acelerar la producción y el despliegue de sistemas» para Ucrania, Estados Unidos y sus aliados.
Aun en medio de los problemas de la cadena de suministro, el Covid-19 y la inflación y de que mermaron algunos de los beneficios del primer trimestre la industria de defensa mira cómo el aumento de las tensiones mundiales podría impulsar el negocio en los próximos años, para ello tienen listas sus demandas de reeestructuración que pasan por lo tributario y llegarán a la meta deseada: Vender más armas con menos supervisión y transparencia.
Parecía un alivio económico para su país la retirada de la administración Biden de la guerra de 20 años en Afganistán, que costó a los contribuyentes estadounidenses unos 2,26 billones de dólares, pero el estallido de la crisis de Ucrania ha llevado a muchos a sospechar que el CIM estadounidense simplemente está cambiando el campo de batalla para seguir obteniendo beneficios.
Fuente: Misión Verdad