jueves, noviembre 21, 2024
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Crónica de una estrategia condenada al fracaso. Por Raúl Antonio Capote

Los negocios privados no escapan de los efectos del bloqueo, a todos afecta esta política genocida

Corría el año 2010 y las medidas que tomaba el país para actualizar el modelo económico, tendiente a la ampliación del trabajo por cuenta propia, la entrega de tierras en usufructo, la creación de cooperativas no agropecuarias y el posible surgimiento de pequeñas y medianas empresas privadas, llegaban a los oídos de los gestores de la estrategia subversiva contra Cuba como música celestial.

Los gurús de la política anticubana vieron en los cambios que realizaba el país, sobre todo en la actualización del modelo económico, una oportunidad para actuar con eficacia y dañar el proceso revolucionario en la Isla.

Se mostraban muy interesados en obtener precisiones sobre cómo funcionaba en Cuba el otorgamiento de créditos, el financiamiento a iniciativas privadas y cómo fomentar los microemprendimientos mediante el préstamo de dinero a través de ongs y patrocinadores privados.

Investigaban a «toda máquina» sobre posibles vías para hacer llegar apoyo en recursos materiales y entrenamiento a pequeños propietarios.

El propósito quedaba a la vista, los gurús apreciaban los cambios como una oportunidad para dividir, para fragmentar a la sociedad cubana.

Anunciar beneficios a un grupo emergente en detrimento del resto del pueblo e incrementar la campaña de descrédito contra la empresa estatal y el modelo socialista cubano, y pretender «privilegiar» al sector privado, no solo es un despropósito, sino que es también una falacia que no pasa del discurso y de beneficios de colorete.

Los negocios privados no escapan de los efectos del bloqueo, a todos afecta esta política genocida.

Castigar al sector público, conociendo que este presta servicios esenciales para toda la población, como salud, educación, deportes, cultura, etc., sin exclusiones de ninguna clase, incluyendo a los dueños de negocios, continúa siendo parte esencial de la política de Washington hacia Cuba, política que está condenada, tarde o temprano, al fracaso.

Sin embargo, ese parece ser el camino escogido. Todo parece indicar que pretenden dirigirse a un segmento empresarial sin modificar, y menos eliminar, las más de 240 medidas coercitivas unilaterales que afectan la economía cubana en su conjunto, acciones de cerco que sufre todo el pueblo, que lastran su bienestar y su desarrollo.

Fuente: Granma

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