Entrevista a Vijay Prashad, director del Instituto Tricontinental de Investigación Social
Vijay Prashad (Calcuta, 1967) es un historiador marxista, director del Instituto Tricontinental de Investigación Social, una institución internacional impulsada por movimientos y organizaciones populares. Tienen institutos en Argentina, Brasil, India y Sudáfrica, así como una oficina interregional con integrantes en muchas partes del mundo. Prashad es también editor jefe de Left Word Books y miembro senior del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Recientemente ha publicado, con Noam Chomsky, el libro La retirada. Irak, Libia, Afganistán y la fragilidad del poder de Estados Unidos (2022). Lo encontramos en La Habana participando en el ‘Coloquio Patria’, encuentro para debatir sobre el bloqueo digital de Estados Unidos a Cuba.
Usted es de origen indio, aunque desarrolla su trabajo en Estados Unidos y otros países; históricamente ha habido un debate sobre los modelos de desarrollo tan diferentes de los dos grandes países poblados del mundo, como son India y China. El premio Nobel de Economía Amartya Sen llegó a decir que durante décadas se hablaba de las hambrunas en China en el periodo histórico llamada el Gran Salto Adelante, pero en India siguieron muriendo todos los años y en todos los periodos sin que los medios prestaran atención. Ahora sabemos que China ha acabado con el hambre y la pobreza extrema, algo que no ha sucedido en India. ¿Cuál es hoy su visión comparada de ambos países?
India y China consiguieron su independencia en el mismo periodo, uno en 1947 y el otro en 1949. China rompió las jerarquías sociales inmediatamente, y así las personas que durante muchos años fueron oprimidas recuperaron su confianza en la política. La revolución china les permitió acceder a la salud y la educación, era un país pobre pero liberaron a muchas personas de la pobreza rural.
Mientras tanto, en la India no se llevó a cabo ningún cambio en las jerarquías sociales. Jerarquías como las castas y otras se mantuvieron intactas, por tanto la confianza política de las personas de las zonas rurales no aumentó. No había ni educación ni salud universal. Todo eso ha supuesto que, a diferencia de China, no tengan confianza en la política ni en sus instituciones. India es un país muy avanzado, con mucha tecnología, no es un país primitivo, sin embargo sigue siendo un país en el que las desigualdades sociales son muy grandes.
En su reciente libro de conversaciones con Noam Chomsky, La Retirada, repasan las políticas puestas en marcha por Estados Unidos y la OTAN para llevar la democracia y los derechos humanos a otros países. Lo más interesante de la obra, en mi opinión, es cuando señalan que no siempre el motivo de la intervención es apropiarse de los recursos naturales. ¿Puede explicar eso?
Tras la Segunda Guerra Mundial, muchas nuevas naciones emergieron en la comunidad internacional y lucharon para establecer su soberanía como naciones y también la dignidad. Para ello retan al poder de los monopolios y al poder de Estados Unidos. Es en ese momento cuando vemos muchos golpes de Estado: Guatemala, Congo, Irán, Ghana, Indonesia. También encontramos intentos de las instituciones financieras de ejecutar golpes a través de los bancos. Esos golpes de bancos y de tanques suceden porque el poder imperialista no puede dejar que esos países se establezcan soberanamente. Decimos que Estados Unidos es The Godfather [El Padrino, la Mafia] porque no puede permitir que otros países actúen independientemente de ellos. Si alguno actúa de forma independiente de las corporaciones multinacionales no será aceptado por Estados Unidos y será castigado.
Cada vez parece más clara la ausencia de una política exterior europea propia frente a EE.UU. La guerra de Ucrania ha resultado muy elocuente. Desde las sanciones al aumento del gasto militar aparecen como una imposición de Estados Unidos. Y asombra también la resignación alemana ante el explosión de los gasoductos que le suministraban gas ruso. ¿Cómo se explica ese comportamiento de Europa?
Los europeos no quieren pensar que son como las otras personas del mundo. Si observas el periodo de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial verás dos golpes llevados a cabo por Estados Unidos en Europa. Las personas bienintencionadas se quedarán sorprendidas de que yo use el término golpe de Estado. En las elecciones de Italia y Francia, en ambos países, la izquierda iba a ganar. En Italia el Partido Comunista era favorito en las primeras elecciones de la posguerra, y el Partido Comunista en Francia también tenía grandes apoyos después de la guerra. Pero Estados Unidos dio fondos a los partidos de la oposición para prevenir que los partidos de izquierda llegaran al poder, no hay duda de estos hechos.
Basta con leer la página web de la CIA para entender lo que hicieron. No hay diferencia entre el golpe en Francia o Italia y el golpe en Guatemala en 1954. Pensamos que un golpe de Estado no puede suceder dentro de Europa, si acaso en Turquía o Grecia, pero jamás en Francia. ¿Por qué fue importante tener un golpe en Francia? Porque el Occidente europeo tenía que ser una provincia de Estados Unidos, y Charles De Gaulle entendió eso.
Se habla mucho en Francia de una política exterior independiente. Cuando se establecieron las instituciones europeas de Maastricht se hablaba mucho de crear una política exterior de Europa. Sin embargo, ahora, la política exterior de Europa está subordinada a Estados Unidos. Cada vez que Europa intenta alejarse de Estados Unidos, ellos tiran de algún acuerdo y la traen de vuelta.
El conflicto de Ucrania fue una oportunidad excelente para restablecer el poder de Estados Unidos sobre Europa y tenerla de nuevo dentro de su dominio. Mira Olaf Scholz hoy: ¿él representa la opinión pública de Alemania o representa la posición del Departamento de Estado? Mira Macron, dice una cosa y luego vuela a Washington y dice otra. Aunque quieren distanciarse de Estados Unidos, ellos no lo permiten.
Pero, ¿de qué manera Estados Unidos logra tirar de Europa para que no se distancie de su política?
En los últimos quince años, después de la crisis financiera, Europa estaba cada vez más cercana a Asia. Más dependiente de la energía rusa, más dependiente de la tecnología y las inversiones de China. Pero esa tendencia a una integración natural con Asia es algo que lleva preocupando a la clase dominante de Estados Unidos los últimos diez años. El mismo Trump llegó a la OTAN y dijo que por qué ustedes están comprando energía de Rusia y encima creen que les vamos a proteger.
En su opinión, ¿cuál podría ser una salida a la guerra de Ucrania?
China.
China, si le dejan.
China ha presentado una propuesta de paz, de diálogo.
¿Quiénes estarían dispuestos a aceptar la propuesta de paz de China y quién no?
Zelenski dijo que era una buena idea, Macron dijo que era una buena idea, los rusos dijeron que estarían dispuestos a discutir. ¿Quién no dijo que era una buena idea?
¿Estados Unidos?
Exacto, The Godfather.
Escribió hace diez años un libro excepcional, Las naciones oscuras. Una historia del Tercer Mundo. El abrumador poder de Occidente para escribir la historia produce el espejismo de que todo lo importante que sucede es dentro de las fronteras de los países ricos y protagonizado por sus líderes. Frente a ello, usted relata en esta obra el combate de los países pobres y colonizados –las naciones oscuras– contra la explotación por las metrópolis y los ricos. Una lucha que comienza con líderes gigantes de los que ya no quedan en el Tercer Mundo: Nasser, Nehru y Tito. Su repaso entonces era pesimista. ¿Qué novedades se han producido diez años después? ¿Cree que China puede ser una esperanza para el Tercer Mundo? ¿Ve más cerca un mundo multipolar?
China no puede salvar el mundo, lo que necesitamos es que, nosotros, en el Sur Global, en el Tercer Mundo, tenemos que crear nuestros propios proyectos. La idea de China ha dado la oportunidad a muchos de crear otro tipo de consensos, otro modelo de relaciones internacionales. Pero si los países del Tercer Mundo desaprovechan esa oportunidad, todos nosotros vamos a perder. China no nos puede salvar, China solo puede cambiar la correlación de fuerzas. ¿Cuál es el proyecto de América Latina? ¿Cuál es el proyecto de África? ¿Cuál es el proyecto de Asia? A todo eso debemos responder.
Tomado: Rebelión