Un informe de Covert Action Magazine, suscrito por su editor jefe, Jeremy Kuzmarov, señala que la nueva guerra fría sigue siendo el telón de fondo de la mala distribución de los recursos públicos en armamento sacado de las películas de ciencia ficción
Mientras las tasas de indigencia se disparan y la educación pública se tambalea, la administración Biden propuso un presupuesto récord de 27.600 millones de dólares para la militarización del espacio exterior en 2023, un aumento del 25% respecto al presupuesto de 2022.
Adoptado en violación del Tratado del Espacio Exterior de 1967 que reserva el espacio “para fines pacíficos”, el programa espacial de Biden está diseñado para mantener ventajas estratégicas sobre Rusia y China, que presuntamente desarrollan lo que las agencias de inteligencia estadounidenses consideran “armas antisatélite destructivas”, incluyendo misiles balísticos, que podrían ser “utilizados contra Estados Unidos”.
El miércoles 6 de abril, el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes celebró audiencias en las que se dieron a conocer las actividades espaciales de seguridad nacional del Departamento de Defensa, incluidas las de la Fuerza Espacial de Estados Unidos (USSF), la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) y la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial (NGA).
La carrera estadunidense responde a los temores del Congreso de que China y Rusia desarrollen ingenios que superen las capacidades de respuestas del Pentágono.
El plan contempla 4.700 millones de dólares que se destinaran al desarrollo de una nueva arquitectura de alerta y seguimiento de misiles, 1.800 millones de dólares al desarrollo de satélites GPS y a la integración de equipos militares de usuarios de GPS; 1.600 millones de dólares al desarrollo de capacidades de comunicación por satélite de resistencia a las interferencias; y 1.600 millones de dólares a lanzamientos espaciales de seguridad nacional.
Uno de los principales ganadores del nuevo presupuesto de Biden -y, por ende, de la nueva Guerra Fría- es el contratista de defensa L3 Harris, con sede en Florida. Este al igual que otros contratistas del complejo militar son las grandes beneficiarios de las apuestas por la guerra, tal como sucede hoy con Ucrania donde las empresas militares hacen su “zafra” financiera.
El pasado mes de octubre, L3 Harris obtuvo un contrato de 120,7 millones de dólares para fabricar inhibidores de comunicaciones terrestres utilizados para bloquear las transmisiones por satélite de los adversarios, el “primer sistema de armas ofensivas de la Fuerza Espacial de los Estados Unidos”, señaló Covert Action Magazine.
L3 Harris es también el principal contratista del Pentágono en el sistema de seguimiento de misiles basado en el espacio que está siendo generosamente financiado por la administración Biden.
Según opensecrets.com, L3 Harris figura como el principal contribuyente del legislador Jim Cooper durante el ciclo electoral de 2020: Le proporcionó 15 500 dólares que ayudaron a Cooper a ganar su 16º mandato. No es de extrañar, pues, que Cooper estuviera tan satisfecho con el nuevo presupuesto de Biden, indicó Kuzmarov.
Tanto los líderes de los gobiernos chino y ruso han manifestado públicamente su deseo de que se establezca un tratado vinculante que prohíba el despliegue de “cualquier tipo de armas” en el espacio, algo que Estados Unidos ha rechazado.
Los beneficios para la industria militar son demasiado elevados, y los estadounidenses consideran desde hace tiempo que las superarmas son la clave para derrotar a los imperios del mal y asegurar un mundo de paz y prosperidad dominado por Estados Unidos, citó la publicación.
Al respecto de estas políticas, Tonya P. Wilkerson, subdirectora de la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial, declaró en una audiencia de la Cámara de Representantes el pasado miércoles que los satélites estadounidenses basados en el espacio han demostrado ser valiosos en la guerra de Ucrania al proporcionar al público imágenes de la devastación causada por la invasión rusa.
En la actualidad, aseveró la publicación, Estados Unidos está desarrollando algunos sistemas de armas realmente fantásticos que se cree que ayudarán a ganar futuras guerras.
Uno de ellos, la “Varilla de Dios”, es una varilla de proyectil de tungsteno de 230 millones de dólares que mide seis metros de largo y 30 centímetros de diámetro y que puede lanzarse directamente desde la órbita en el espacio exterior y lograr la fuerza de impacto de un ataque nuclear pero sin la lluvia radioactiva.
(Tomado de Al Mayadeen)
Fuente: Cubadebate