viernes, noviembre 22, 2024
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El Plan Cóndor del siglo XXI. Por La Tinta

El nuevo libro de la editorial Batalla de Ideas  y el Instituto Tricontinental aborda la geopolítica desde América Latina y revela las nuevas formas de injerencia, represión y control dispuestas por Estados Unidos para la región

¿En América Latina convivimos con nuevos métodos de desestabilización, golpes de Estado –más o menos maquillados- y complicidades varias con las ideas de control y colonialismo que, desde hace décadas, se refuerzan en los despachos de la Casa Blanca? Esa pregunta es la que cruza El nuevo Plan Cóndor. Geopolítica e imperialismo en América Latina y el Caribe, libro publicado recientemente por la editorial Batalla de Ideas y coordinado por Lautaro Rivara y Fernando Vicente Prieto. 
 

Rivara y Vicente Prieto organizan y contextualizan los ensayos de 20 autoras y autores de diferentes países latinoamericanos que profundizan sobre temas diversos y de una importancia crucial para desbaratar los mecanismos de la derecha vernácula y de Estados Unidos para mantener al continente en un permanente estado de explotación. Con este libro, también remiten a ese otro plan que pusieron en funcionamiento las dictaduras del Cono Sur en la década de 1970 con el objetivo de secuestrar, desaparecer y asesinar a militantes de diversas naciones. 

 
Del paramilitarismo al lawfare, de los golpes de Estado al neoliberalismo más visible, del “intervencionismo humanitario” al rol de los grandes medios de comunicación, pasando por el avance del pentecontalismo y evangelismo en países como Brasil y Cuba, en el libro se describen estas problemáticas en América Latina y el Caribe de forma detallada y documentada. Además, se hace referencia a los procesos de resistencia que nacen desde los pueblos para contrarrestar el avance de la injerencia y el despojo. A su vez, se analiza el devenir de los gobiernos progresistas y de izquierda en el continente, con sus altibajos permanentes que, por un lado, son atacados por sus políticas sociales, pero en muchos casos tienen responsabilidad en no combatir frontalmente la conglomerado político, mediático y policíaco-militar que opera contra las ideas de soberanía latinoamericanista. 

 
El nuevo Plan Cóndor será presentado el miércoles 23 de marzo, a las 18:30 horas, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (Santiago del Estero 1029), con la participación de los coordinadores del libro junto a Alejandra Locau, Juan Grabois y Marco Teruggi. 
 

En La tinta, hablamos con Rivara y Vicente Prieto sobre este libro que intenta desentrañar los intereses que se juegan en la actualidad en América Latina y el Caribe. 

 
Pensar la realidad continental 

 
“El proceso de trabajo de la veintena de personas que escribimos este libro nos permite ilustrar con mayor claridad lo que ya intuíamos: la regularidad de las formas y los mecanismos de intervención. Y también empezar a documentarlas –destacó Rivara-. Tuvieron que pasar años, décadas incluso, para que la desclasificación de archivos (como los tristemente célebres Documentos de Santa Fe I y II de la CIA) y el avance de las investigaciones nos permitieran comprender en detalle la articulación de las cúpulas militares del Cono Sur, el Caribe y Centroamérica. Creemos que ya es hora de hacer lo propio sobre las formas de intervención que se han dado en las últimas décadas, pero no solo en algunos países sudamericanos (un sesgo frecuente, incluso en las izquierdas latinoamericanas), sino también en cada una de las subregiones de Nuestra América. Sobre todo, porque se trata de formas más opacas e indirectas, en sintonía con las doctrinas de la guerra híbrida”. 
 
 
Rivara recordó que el punto de inflexión para comenzar a pensar el libro fue el golpe de Estado en Bolivia, en 2019, contra el gobierno del presidente Evo Morales. Este hecho, para uno de los coordinadores del libro, fue “traumático y fundamental”. El periodista también analizó el rol de la intelectualidad en nuestra región, poniendo como ejemplo lo que sucedió en Bolivia: “Lo curioso es que, mientras se desarrollaba lo que para nosotros era un hecho evidente (un golpe de Estado contra un gobierno popular), múltiples actores progresistas, democráticos e incluso de izquierda leían ese golpe en curso como un proceso legítimo de desobediencia civil, como una rebelión anti-autoritaria, incluso como una ‘revolución’. Sería largo mencionarlas aquí, pero guardé para la posteridad una larga lista de citas textuales con caracterizaciones que hoy no pueden parecernos más que ridículas e inverosímiles, pero que en el fragor de los acontecimientos tuvieron un papel político claro: confundir y desmovilizar a todos quienes podían -y debían- actuar sin vacilaciones contra un golpe promovido por Estados Unidos, mediado por la OEA y apoyado por los gobiernos neoliberales vecinos, que intentó cometer un magnicidio y perpetró varias masacres”. 

 
“Más allá de las suspicacias, y de la buena o mala fe de aquellos análisis que fueron borrados con el codo, creemos que lo más útil y sugerente es pensar en que muchas veces se partió de una concepción errada y perimida de lo que es, hoy, un proceso intervencionista –expresó el autor de los libros Haití es aquí e Internacionalistas-. Como si tuviera que haber desembarcos de marines, brigadas de paracaidistas, declaraciones públicas de la embajada norteamericana o una junta militar en la casa de gobierno para constatar que se trataba de un golpe”. 

 
Siglos de disputa 

 
“Creo que los temas que abordamos en el libro son relativamente conocidos, en parte porque ninguno es estrictamente novedoso históricamente –analizó, por su parte, Prieto-. Es decir: su naturaleza no es propia de la etapa. Como lo mencionamos en la introducción, hay muchos casos de articulación entre el poder mediático, el diplomático y el militar. Por ejemplo, el siglo XIX se cerró con un punto de inflexión, como fue la guerra hispano-norteamericana, que fue y todavía es determinante para la geopolítica latinoamericana y caribeña. Ni hablar en el siglo XX o en los últimos años. Entonces, es obvio que los medios juegan un rol, lo vemos cotidianamente ante cada guerra. También lo vemos en cada situación particular de un barrio, un sector de trabajo, un aspecto social o cultural”. 
 

El también periodista e investigador del Observatorio de la coyuntura en América Latina y el Caribe (OBSAL) reflexionó sobre “la incidencia de cada dispositivo en la mezcla general, que de conjunto plantea un panorama que sí es particular históricamente, con una amplia gama de opciones y una orientación predominante específica. En ese sentido, retomamos el concepto de ‘guerra híbrida’. Un punto importante es pensar sobre la continuidad-discontinuidad de la guerra, en tiempos de crecimiento de fuerzas especiales y operaciones encubiertas, de dilución o atenuamiento de los límites entre lo civil y lo militar, lo legal y lo ilegal, lo público y lo privado, etc.”. 

 
Las intervenciones de distintos tipos de Estados Unidos en el continente, con particularidades y resultados diferentes, son detalladas en el libro. “El conjunto de los mecanismos centrales de la intervención siempre se encuentra activo: en ejecución o en preparación. Recuperamos el nombre de ‘El nuevo Plan Cóndor’ a partir de la interpretación que hacen líderes latinoamericanos, como, por ejemplo, Rafael Correa o Evo Morales, que buscan señalar la articulación de una política integral, asimilable a la que se realizó en otros momentos históricos, con otra mezcla de dispositivos, pero con los mismos objetivos”, recordó Vicente Prieto. 
 
“Por más que en un nivel general nadie desconoce todos los elementos que inciden en la intervención imperial (poder duro, blando, etcétera), después en la práctica a veces predominan las explicaciones ingenuas o superficiales respecto a las decisiones de política exterior o a la caracterización de procesos particulares –remarcó Vicente Prieto-. A veces se le da más importancia a la apariencia que a la esencia, o que a las causas mediatas que se encuentran operando. Eso también es un recurso geopolítico y muchas veces se emplea justamente para disputar el sentido en torno a un proceso o un hecho político: descontextualizar para poder sostener lo contrario que la ocasión lo amerite. Porque las relaciones entre Estados y sus fuerzas paraestatales, si algo tienen, es mucha contradicción y mucho cinismo. En síntesis, nuestro objetivo fue hacer un recorte que, a partir de algunos casos particulares que nos parecen emblemáticos, nos permita analizar algunas tendencias generales predominantes en esta etapa y evaluar nuevos acontecimientos a partir de un marco de análisis que entendemos que puede ser útil”. 

 
Geopolítica en nuestras tierras

 
En el libro, el concepto de geopolítica sobrevuela todos los ensayos. Aunque a veces esta categoría parezca difusa e inabarcable, en El nuevo Plan Cóndor la geopolítica funciona desde explicaciones sencillas y llanasSobre este punto, Rivara señaló que “como matriz de análisis, como disciplina científica incluso, esta pareció desaparecer -o al menos aletargarse- durante las décadas de la hegemonía neoliberal global. El tan publicitado fin de la historia parecía implicar, razonablemente, el fin de la geopolítica, dado que un mundo unipolar, regido por el pensamiento único, no parecía estar interesado en la comprensión de cómo la política se concentra de forma desigual en los territorios”. 

 
“Hoy, sin embargo, la geopolítica está en boca de todos e incluso se ha popularizado como categoría: de la geopolítica del petróleo a la geopolítica de las vacunas, de la geopolítica del clima a la geopolítica de la guerra, parece ser imposible entender este mundo sin ella”, apuntó el periodista y sociólogo. 

 
Para Rivara, “el retorno de la geopolítica es inseparable de la transición hegemónica global de Occidente a Oriente y de la emergencia de un mundo tendencialmente multipolarMundo que, vale la pena aclarar, no será necesariamente más justo ni menos belicoso teniendo más de un polo de poder, como lo demuestra la guerra Rusia-Ucrania-OTAN. Pero que sí presenta, como en otros momentos de transición hegemónica (hay que recordar, por ejemplo, el ciclo que va desde la insurrección de Tupac Amaru, pasa por la Revolución Haitiana y llega a la Revolución Hispanoamericana), importantes oportunidades para los países periféricos y dependientes”. 
 

“Pensando en nuestra región latinoamericana y caribeña, la geopolítica nos pareció un instrumento fundamental para dar una mirada situada, regional e integrada a lo que llamamos los nuevos mecanismos y doctrinas de la intervención –explicó Rivara-. ¿Y por qué este énfasis geopolítico? Porque de otra manera, una serie de problemas hemisféricos y globales pueden aparecer, desde una mirada localista, como problemas estrictamente nacionales, cuando no lo son. De esta manera, el paramilitarismo pareciera ser un problema de El Salvador, el narcotráfico de Colombia, el lawfare de Ecuador, el intervencionismo ‘humanitario’ de Haití, la guerra económica de Venezuela o el fundamentalismo religioso de Brasil, etc. Nos tomamos el trabajo de geo-referenciar todas estas formas de intervención en un mapa que acompaña el libro y que nos parece bastante elocuente al respecto”. 

 
Si en América Latina y el Caribe se cae en una mirada localista, restringida, de corto alcance, como describió el periodista, esto “impide ver la coordinación de estas formas de intervención y lo que tienen de mínimo común denominador: que están al servicio de una estrategia de ‘cambio de régimen’ que pretende consolidar y blindar a los gobiernos subordinados a la política exterior de Estados Unidos y de sus socios europeos, y propiciar la desestabilización y derrocamiento de gobiernos adversarios, así como la persecución, criminalización y desmovilización de las clases y las organizaciones populares”. 
 

“Es por esta coordinación que hablamos de un ‘nuevo Plan Cóndor’: si en las décadas de 1970 y 1980 del siglo pasado la articulación de una estrategia militar y paramilitar contrainsurgente se utilizó contra procesos revolucionarios y organizaciones político-militares, hoy vemos un nuevo plan regional (que incluye viejas y nuevas formas de intervención) aplicado ya no solo a gobiernos y organizaciones, sino a las poblaciones entendidas como un todo. De lo que se trata es de una respuesta histórica al reto presentado al neoliberalismo y al imperialismo en el período que va desde la década de 1990 hasta la actualidad”, aseguró Rivara. 

 
Internacionalismo y globalización 

 
Si el concepto de internacionalismo fue uno de los principales estandartes de la izquierda en el siglo pasado, el de globalización se convirtió en una de las marcas registradas del neoliberalismo tras la desintegración de la Unión Soviética en la década de 1990Ambas ideas se contraponen desde sus raíces. Por eso, los coordinadores del libro no rehúyen a este debate que, para la izquierda, es un desafío al cual retornar desde una fuerte unidad continental que por momentos parece diluirse hasta quedar en las sombras. 

 
“En general, lo que analizamos es que cualquier estrategia de transformación social, sea de derecha o de izquierda, necesita tener en cuenta el contexto geopolítico en el que se desarrolla –manifestó Vicente Prieto-. En el caso de movimientos de izquierda, es más necesario todavía, porque el orden global está organizado por diferentes variantes de sectores conservadores. Es decir que todo intento de cambio social se hace a contramano de las fuerzas que organizan el sistema a nivel global, con incidencia en cada territorio, incluido desde ya el que habitamosEntonces, no hay posibilidades de desarrollar estrategias de liberación nacional, ni siquiera de desarrollar márgenes moderados de autonomía, sin establecer procesos de integración o complementación con otros países”. 

 
Para el investigador, “en el caso específico de América Latina y el Caribe, en la actualidad también verificamos una constante histórica: el enfrentamiento entre un proyecto con aspiraciones hegemónicas a nivel continental, como es Estados Unidos -que necesita, para cumplir ese objetivo, de la división o des-integración del resto del continente-, y otro proyecto latente que es el de una unidad latinoamericana y caribeña, estratégica, como mencionamos, para las posibilidades de emancipación o de independencia de poderes como el de Estados Unidos, que ejerce influencia en todos los planos”. 

 
La unidad de América Latina y el Caribe tiene como principal escollo a Washington, que “hace ya dos siglos que convirtió en doctrina esa auto-percepción de dueño de este territorio: se ve a sí mismo como el dueño de casa y el territorio de la América mestiza es el patio trasero –destacó el investigador-. Como es evidente, ejerce su poder militar con patrullaje global, formación y ejercicios conjuntos con las fuerzas amadas nacionales. Ejerce su poder económico con organismos como el FMI o el Banco Mundial, o en el límite, ante una crisis, operando directamente sobre la supuesta transparencia de los mercados como, por ejemplo, a través de las medidas coercitivas unilaterales (también llamadas ‘sanciones’). Ejerce su poder más blando: mediático, diplomático, de ‘ayuda humanitaria’, a través de una variedad de organismos y dispositivos”. 

 
“Si bien hay variantes en las políticas que impulsa para la región, que en cada momento específico hay que considerar, en términos generales, Estados Unidos intenta en esta etapa asegurar ese ‘patio trasero’, lo que ve como su retaguardia ante dos problemas clave –analizó Vicente Prieto-. Uno es el ascenso de un competidor global como China y otras potencias de porte mediano-grande, como Rusia y, eventualmente, India o Alemania, liderando una Europa occidental. El otro es el resurgir de ese proyecto integrador en América Latina, que en los primeros años del siglo XXI tuvo avances notables. Ambas cuestiones son parte de un mismo proceso histórico: el crecimiento de la multipolaridad”. 

 
Según el investigador, “todos estos temas tienen implicancias más generales, pero también muy concretas en la vida de las personas y en los condicionamientos que operan para los cambios políticos y sociales. Lo vemos con el cambio en los precios de las monedas, las materias primas, los flujos comerciales, las condiciones laborales y muchos otros acontecimientos y procesos determinantes en la vida social”. 

Por último, Vicente Prieto afirmó: “Todos los procesos, a derecha e izquierda, se encuentran tensionados y en el corto plazo no se vislumbra una clara hegemonía, más bien es golpe a golpe, con cambios de orientaciones en los gobiernos y, por lo tanto, de políticas. Lo que predomina es la inestabilidad y el cambio. Para dónde pueden ir los cambios es difícil preverlo, pero una ayuda importante puede venir de observar lo que sucede en otros países, dialogar con movimientos y fuentes diversas para tener información de primera mano y sacar conclusiones fundamentadas, reflexionar sobre el lugar de nuestro país en la región y en el mundo, analizar la política exterior y sus impactos en la política interna. Creo que por ahí pueden pasar algunas claves de la importancia del internacionalismo o de la geopolítica en las organizaciones”. 

 

Fuente: https://latinta.com.ar/

https://www.alainet.org/es/articulo/215181

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