Reflexión sobre la decisión de Trump de enviar algunas unidades de su flota de guerra al Caribe meridional y, más específicamente, a las cercanías de la costa venezolana.
Esta iniciativa revela la desesperación del amo imperial ante la acumulación de signos que evidencian su inexorable declinación en el mundo multipolar que ya ha nacido y que crece con mucho vigor.
No se está hablando de un derrumbe catastrófico, como el que acabó con la Unión Soviética, pero sí de la lenta pero irresistible erosión de la supremacía internacional que EEUU supo tener desde fines de la Segunda Guerra Mundial y que en los años noventas del siglo pasado alimentó la ilusión del “Nuevo Siglo Americano” y de la eternidad del unipolarismo.
Quienes creyeron en esas fantasías han experimentado un rudo despertar y suscitado en ellos un ánimo de venganza que los torna muy peligrosos. Por eso debemos estar en guardia. “¡Rodilla en tierra!”, como decía Chávez.