Entrevista exclusiva con el investigador y periodista latinoamericano Washington Uranga.
Por Maribel Acosta Damas.
Maribel Acosta Damas. – Para mirar la comunicación hoy desde América Latina, usted refiere aspectos como el pensamiento latinoamericano en tanto plataforma de partida, la batalla cultural, la no naturalización de la transición cultural tecnológica del capitalismo; estudiar la vida cotidiana y, por supuesto, los proyectos de utopía… Entonces, ¿cómo enmarca los ejes fundamentales para mirar la comunicación y sus desafíos para Latinoamérica, en el contexto político y socio cultural que estamos viviendo?
Washington Uranga. – Considero que necesitamos hacer una síntesis entre lo que es nuestra tradición cultural, científica y de la comunicación, en la construcción de nuevas categorías para interpretar el hoy. Como latinoamericanos y latinoamericanas, generamos una ruptura en el modo de entender la comunicación respecto de una corriente eurocéntrica que nos explicaba lo comunicacional desde un mundo ajeno al nuestro. Y por eso digo que hay dos o tres momentos claves. Ciertamente uno es el teórico colombiano Jesús Martín Barbero. Considero que la síntesis de su paradigmático texto De los medios a las mediaciones es mucho más que salir de la mirada instrumental. Es básicamente poner al sujeto histórico, es decir, aquel que habita el territorio, aquella que habita en el territorio, como el centro de la comunicación, por una parte. Y, por otra parte, mirar la comunicación como un emergente del diálogo en la diversidad. No es un problema de disputa entre recepción, emisión y percepción. Es un espacio absolutamente nuevo.
Como diría la estudiosa argentina Sandra Massoni, la comunicación es una vincularidad motivante que genera algo completamente distinto y que está enraizado en nuestra cultura, nuestra historia. Entonces, el escenario de la comunicación está en la vida cotidiana. Todo proceso de comunicación es un proceso de intervención en las prácticas sociales. Si como comunicadores intervenimos en las prácticas sociales, desde la comunicación ese proceso genera por lo menos tres consecuencias: producción de conocimiento. Hay conocimiento nuevo y esto es algo que desde la comunicación tenemos que rescatar. Nosotros somos científicos sociales que producimos nuevo conocimiento en los procesos de intervención.
Maribel Acosta Damas. – Decía Barbero que todo lo que sabemos lo sabemos entre todos…
Washington Uranga. – Exactamente. Pero eso es siempre un proceso de producción colectiva. Es además un hecho político y, por lo tanto, es un espacio de disputa simbólica por el poder. De ahí que tenemos que reconocernos como actores políticos y; por otro lado, es un proceso comunicacional que es fluido, múltiple. Es diverso en un espacio simbólico de lucha por la hegemonía.
Maribel Acosta Damas. – Todo esto yo diría que, de evolución, incluso civilizatoria…
Washington Uranga. – Asimismo. Entonces esto tiene que servirnos de categorías para leer el hoy, construcción de categorías para el hoy, en un momento que efectivamente estamos de alguna manera perdidos, perdidas; estamos carentes de categorías interpretativas. ¿Por qué? Porque hay un mundo en una transición que todavía no está suficientemente descrito; la transición del mundo de la cuarta era industrial al mundo digital y donde aparecen nuevas figuras. Y si decimos que el centro de la comunicación es el sujeto histórico que habita lo cotidiano en territorios particulares, porque no es el territorio, son multiplicidad de territorios, entonces ¿cómo entendemos el surgimiento de, por ejemplo, esto que llamamos el Homo digitalis, que es el sujeto que surge de nuevas formas de vincularidad en las plataformas? Un sujeto que además de moverse racionalmente, o, mejor dicho, que disputa lo racional con lo emotivo y donde lo emotivo se impone. Donde el tiempo cambia si hay modificaciones en el tiempo, es decir, la inmediatez y lo táctil que genera la inmediatez cambia las formas de conocimiento. Para entender esto no podemos renunciar a todo lo que vivimos. Nosotros tenemos saberes en nuestra historia latinoamericana de la comunicación que son un acervo que tiene que servirnos. Yo lo que digo es que lo comunicacional en América Latina se basa en nuestra historia, en nuestra cultura, en el derecho a la comunicación como derecho humano fundamental. Trabajemos frente al nuevo escenario con esos criterios y con esas categorías. Pongámonos a pensar desde ahí. Creo que estamos necesitados de reorientar nuestra mirada y nuestras investigaciones.
Maribel Acosta Damas. – ¿A dónde ir para reorientar, para reconstruir esas categorías?
Washington Uranga. – A la vida cotidiana, que es un lugar de enseñanza. Frente a las grandes plataformas seguimos teniendo experiencias de comunicación popular y comunitaria que hablan desde otro lugar. Hay que volver a los territorios. Hay que partir desde ahí porque ahí hay reconfiguración de sujetos. Entonces debemos ver cuáles son las subjetividades emergentes ahí, cuáles son los modos de resiliencia, cuáles son los nuevos datos que surgen ahí. Porque no estamos mirando suficientemente a nuestros sujetos populares. Creo que ese es un enorme desafío. Entonces nos encandilamos – y razones hay- con los avasallantes desarrollos de las plataformas digitales. Tengámoslo en cuenta. ¿Pero cómo construimos desde nuestro lugar? Porque si no, siempre estamos jugando en territorio enemigo, siempre estamos saliendo a disputar en un lugar donde tenemos pocas posibilidades de avanzar.
Parece contracorriente, y lo es. Pero soy de los que creo que nuestros pueblos, nuestras comunidades, tienen enormes capacidades de poder, de construcción y de sueños. Hay que recuperar los sueños. Hay una vieja discusión con el positivismo en que nos sacan los sueños de la mirada por no ser considerados científicos. Soy de los que creo que hay que trabajar prospectivamente. Y eso significa que, si no tenemos escenarios de futuro hacia los cuales caminar, es imposible caminar en el hoy. No es una alienación, no es un lugar donde algún día habrá. No. Hoy tienen modos de realización parciales, fragmentarios, pero son los que habilitan nuestras formas de construir en el hoy, mirando hacia un escenario diferente.
Maribel Acosta Damas. – Tenemos la emergenciade redes que se están tejiendo que pudieran parecer insignificantes, pero que son decisivas para las relaciones humanas. Y ya Martín Barbero hablaba de ello en su texto de 2002 Oficio de cartógrafo cuando hablaba de la nueva cartografía…
Washington Uranga. – Hay un texto de 1978 muy poco difundido de Jesús Martín Barbero que se titula Praxis de Liberación. Es su tesis de doctorado de Filosofía en la Universidad de Lovaina, que recién fue publicado en el año 2018 por la Universidad Javeriana de Bogotá. No es un texto de comunicación. Es un texto de filosofía en el que Jesús adelanta elementos que hacen a la comunicación. Te puedo asegurar que yo entendí mucho más De los medios en las mediaciones cuando leí ese texto, cuando Jesús lo desempolvó y permitió que se publicara. Entonces creo que ahí hay un montón de cuestiones que están en la raíz del pensamiento comunicacional de Jesús.
Maribel Acosta Damas. – En mi opinión, en el pensamiento comunicacional deMartín Barbero, es central el papel de la cultura…
Washington Uranga. – Estoy absolutamente de acuerdo…
Maribel Acosta Damas. – Entonces en su criterio, parándonos en Jesús Martín Barbero y yendo hasta en el escenario de América Latina, ¿cómo enfoca esta transversalidad de la cultura para entender la comunicación en la Latinoamérica de hoy?
Washington Uranga. – Cultura es una categoría muy compleja y diversa. Prefiero hablar de culturas. Y las culturas son desarrollos que se dan en las comunidades que habitan los territorios; y territorios también en plural. A mí me gusta trabajar con la categoría del sociólogo francés Michel de Certeau, que cuando define territorios dice es espacio y lugar…
Maribel Acosta Damas. – Porque en el mundo de hoy hay una territorialidad comunidad que trasciende el espacio físico…
Washington Uranga. – Michel de Certeau dice el espacio es la cartografía, el lugar son las movilidades transitando y las movilidades transitando son diferentes en cada territorio. Entonces creo que tenemos que mirar esos lugares, ver cómo se están construyendo redes, cómo hay nuevas identidades, cómo las subjetividades de nuestros actores se reconstituyen en el nuevo escenario de plataformas. Porque no es cierto que no haya nuevos sujetos. Hay nuevos sujetos, hay una gran cantidad de experiencias y nosotros como profesionales de la comunicación, necesitamos construir redes transversales. Por ejemplo, dejar de pensar solamente en nuestras realidades nacionales o nuestras realidades particulares, pensar más como continente, como región, como latinoamericanidad, como identidad latinoamericana.
Maribel Acosta Damas. – … E incluso como identidades transversales, que tienen en la vanguardia de ese pensamiento a los movimientos feministas del continente, por ejemplo…
Washington Uranga. – Estamos de acuerdo. Y además eso nos lleva a romper las burbujas, porque una de las cuestiones a las que nos empujan es a habitar en comunidades encerradas en sí mismas. Tenemos que utilizar los recursos que nos da el desarrollo digital para romper fronteras geográficas, para construir comunidades que sean transversales, a través del feminismo, de la construcción cultural, de la música, de las expresiones artísticas. No solamente desde nuestras perspectivas ideológicas y políticas.
Maribel Acosta Damas. – Volviendo a Jesús Martín Barbero, él sostenía que las nuevas formas de la política estaban en las redes que construían tejidos sociales desde el arte y la cultura…
Washington Uranga. – Y agregando a lo que dices, en un mundo donde un dato son las grandes corrientes migratorias. O sea, que hay una construcción de nuevas identidades que no estamos aprovechando suficientemente desde la comunicación.
Maribel Acosta Damas. – Y en esta imprescindible construcción o re-armazón, ¿qué lugar ocuparía la memoria?
Washington Uranga. – Yo creo que la memoria es constitutiva de lo nuevo. Sin memoria no hay futuro. Entonces necesitamos de la memoria para construir nuestro futuro. Yo tengo siempre la idea de que un pueblo sin memoria no es capaz de pensar su futuro.
Maribel Acosta Damas. – Considero que esta es una de las grandes disputas en las lógicas del capitalismo contemporáneo, su carácter fagocitador y, despojarnos de memoria para “reconstruirnos” …
Washington Uranga. – Pero la memoria no es para guardar y para venerar. La memoria es un activo que nos tiene que permitir seguir construyendo. Y la memoria es el combustible de las utopías, el combustible para construir los sueños de futuro. La memoria es un activo en nuestra práctica cotidiana. Es lo que hacen las comunidades. Ellas preservan la memoria porque saben que allí están sus cimientos. El capitalismo suele atraparnos en el presente continuo. Es una trampa.
Maribel Acosta Damas. – Junto a la apuesta por la preservación de la memoria por las comunidades, hoy vemos la visibilización y puesta en valor por estas comunidades, por ejemplo, de la recuperación de los cantos de las mujeres ancestrales latinoamericanas, de las oraciones de sanación, de las leyendas, que es más que un rescate de la memoria. Es una resituación del vivir en la vida…
Washington Uranga. – Es rehabilitar identidades. Porque uno de los intentos fue arrasar con las identidades. Y entonces las identidades tampoco están fijadas ni congeladas en el pasado. Se reconstruyen permanentemente en los nuevos escenarios. Eso que tú estás planteando es exactamente eso. Es recuperar nuestras identidades y readecuarlas, resignificarlas en el presente.
Maribel Acosta Damas. – ¿Para qué?
Washington Uranga. – ¿Por qué? Porque ahí están nuestros activos.
Maribel Acosta Damas. – ¿Y para qué sirven?
Washington Uranga. – Para seguir caminando. Para transformar el mundo. Además, son casi un revulsivo de las situaciones que se nos presentan como inmodificables. Son el revulsivo ante lo que se nos presenta como imposible. Son nuestras imágenes hacia las cuales caminar.
Maribel Acosta Damas. – ¿Cómo conecta esto con la no renuncia a la utopía que usted sostiene?
Washington Uranga. – No veo contradicción porque la utopía no es solamente una imagen lejana y desconectada con el presente. La utopía es siempre parte de la misma narrativa: la narrativa de lo vivido, de lo que vivimos y de lo que imaginamos. La utopía es la reconstrucción de una trama histórica, político y cultural, que se encarna en las identidades, en las subjetividades anteriores. La utopía alienta nuestra vivencia presente e ilumina nuestro futuro. Entonces no hay ruptura posible salvo, lo que efectivamente el capitalismo y cierta ciencia nos instala como fragmentación y nos presentan que el pasado, el presente y el futuro son espacios fragmentados que no se conectan entre sí. Esa es una trampa epistemológica. La fragmentación es una trampa epistemológica, política y es cultural.
Maribel Acosta Damas. – ¿Cuál es el desafío mayor de los comunicadores hoy?
Washington Uranga. – Repensar su función, porque nosotros tenemos una historia. La tradición del campo no se ubica en la tradición periodística. La tradición periodística vista como intermediación, quien genera la información para el consumo y la utilización de otros, en el mejor sentido desde la verdad para la decisión libre de terceros. Considero que superamos esa función. A mí me gusta decir que nosotras y nosotros, comunicadores, comunicadoras, hoy somos facilitadores del diálogo público en el espacio público. ¿Para qué? Para que la ciudadanía, los actores, puedan tomar decisiones libres en el marco del derecho a la comunicación.
Entonces nuestra misión como profesionales es ser estrategas de la comunicación pública y por lo tanto tenemos que reconocer nuestra función político cultural. No somos tecnócratas de la información, somos estrategas de la comunicación pública, estrategas de la comunicación político cultural. Esto nos redefine totalmente en el espacio. ¡Qué a mí no me vengan a decir que mi tarea es escribir bien una nota periodística! Esa mejor nota periodística tiene además un trasfondo de estratega comunicacional, de estratega político y cultural. Y eso, además, exige repensar los procesos de formación en comunicación en nuestras casas de altos estudios, en nuestros estudios de posgrado y en nuestras investigaciones.
Nosotros no podemos seguir investigando al margen de esta reconfiguración del rol profesional. Pero además nos abre otro camino. Hemos tenido una discusión disciplinar en torno a si la comunicación es disciplina o no. Yo ya no discuto más eso. Debemos situarnos en que hoy la comunicación es un campo de las ciencias, es un campo de las ciencias sociales y, sobre todo, es un campo estratégico de las ciencias sociales. ¿Por qué? Porque el espacio comunicacional es el campo de convergencia de la multi y la transdisciplina. Con la comunicación no alcanza, pero sin comunicación no se puede entender el mundo de hoy. Entonces somos un espacio de convergencia. No podemos entender el mundo sin la ayuda de las otras disciplinas, Pero ninguna disciplina lo puede entender sin la comunicación. Y no es un planteo soberbio o de intento de legitimar el campo. Es una manera de observar la práctica, de observar lo que sucede y de recomponer el mundo de la ciencia.